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miércoles, 19 de octubre de 2016

Juan Radrigán, el dramaturgo que reveló la miseria que Pinochet quiso ocultar en Chile





Juan RadrigánImage copyrightEDUARDO JIMÉNEZ

Chile. Principio de los '80. Un gobierno militar que más tarde se sabría había hecho desaparecer a cerca de 3.000 personas y torturado unas 35.000. Pero en la televisión y los diarios eso no existía.
La mayoría de las familias prefería no hablar de política y las madres le pedían a sus hijos que se mantuvieran al margen de las incipientes protestas en contra del régimen autoritario.
En la televisión reinaban los programas de variedades y en las portadas de los diarios, las hazañas del gobierno militar.
Con los medios censurados o intervenidos, el rol de denuncia, generalmente delegado al cuarto poderse movió de mundo, al artístico.
  • Y uno de sus principales voces fue un escritor autodidacta, hijo de un mecánico y una profesora, nacido en el intempestivo desierto del norte de Chile: Juan Radrigán, quien murió el domingo de cáncer al pulmón.
"Las armas nuestras eran las palabras. No podíamos ir más allá de denunciar, de mostrar el estado de cosas y la injusticia", me comentó en 2010 sobre el rol del autor y la denuncia, en una entrevista académica.

Obrero textil, líder sindical y vendedor de libros

Cuando escribió su primera obra de teatro, Juan Radrigán sólo conocía dos: El rey se muere, de Eugene Ionesco y la Ópera de tres centavos de Bertolt Brecht.
Había sido obrero textil y líder sindical durante el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular. "Era uno de los pocos que sabía leer y escribir, así que siempre los organizaba", cuenta Rienzi Laurie Marín, hijo de la pareja de Radrigán y uno de sus más cercanos colaboradores.
Pero llegó el golpe de Estado y con él la represión. Los sindicatos dejaron de existir y Radrigán se trasladó a la capital.

Foto de primer montaje de Hechos consumadosImage copyrightARCHIVO BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE

A fines de los '70s tenía un quiosco donde vendía libros. Por allí pasó un actor al cual le contó que había escrito una obra. Interesado, el actor le pidió una copia. Y quedó tan sorprendido que se la pasó a un director. Así fue como su primera obra, "Testimonio de las muertes de Sabina" fue montada.
Eso fue en 1979. En los siguientes tres años llegaron las que se convertirían en sus tres obras más icónicas por las que recibió el apodo de "el dramaturgo de los marginados": "El loco y la triste", "Las brutas" y "Hechos consumados".
"Las montaban como fuera, tanto en teatros reconocidos como en poblaciones (villas, barrios) con dos tarros de leche como focos", cuenta Laurie.
En sus obras, Radrigán trabajó personajes de esos que nadie en Chile quería ver y el gobierno pretendía hacer desaparecer moviéndolos a los extramuros: los pobres, las prostitutas, los locos y todos aquellos que el desarrollo económico del neoliberalismo instaurado en Chile había desplazado.
"Le dio voz a los sin voz, a los que sufrieron el costo social de la revolución económica del régimen", explica Catherine Boyle, académica de King's College London experta en teatro latinoamericano y traductora de la obra de Radrigán al inglés.
Una voz no sólo desde el punto de vista de la temática, sino también del discurso mismo, con un "idioma feo, agresivo, directo, una agresión a su público", pero completamente real. Radrigán lo conocía bien.

Pobreza en primera persona

A diferencia de los literatos de la época, no había estudiado teatro ni leído a Shakespeare.
No daba cátedra en ninguna universidad y su acercamiento a los libros era más bien físico y literal: los vendía en un quiosco de barrio de Santiago.
"A él le daba mucha vergüenza no haber tenido estudios educacionales formales. Cuando le colocaban autodidacta le daba pudor", le cuenta a BBC Mundo su hijastro.
Lo que no le daba pudor era contarlo. Muchas veces comentó en sus clases y talleres que escribir no es difícil, mientras quien escriba tenga algo que decir, una verdad que contar y parta de lo que conoce, es decir, de su experiencia.
"Mi obra es sobre la pobreza y la soledad. Uno es su propia cantera, toma material de uno mismo y es infinito", me comentó en la entrevista de 2010.
  • El loco y la triste

Image copyrightJUAN RADRIGAN / BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE

La metáfora de la dictadura

  • "¿Conoce usté a alguien que sea enemigo de nosotros? Yo no. Toos los quieren cien o doscientas veces más que a su madre y a su agüelita juntas, toos se han pasao la vía peliando por nosotros: escriben libros, hablan por la radio, por la tele; sacan leyes que los favorecen en esto, en lo otro y en lo de más allá", dice uno de los personajes de "Hechos consumados".
  • "Palabra, nunca he sabío de alguien que ocupe un cargo que nos sea pa servirlos a nosotros las veinticuatro horas del día".
El extracto pertenece a la que los críticos consideran una de sus obras más trascendentes: "Hechos consumados". Es la historia de Emilio y Marta, dos mendigos que conversan sobre la realidad del país.

Juan RadrigánImage copyrightJUAN RADRIGÁN/BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE
Image captionRadrigán no sólo incluyó la temática de los marginados en la agenda artística, sino también su lenguaje y poética.

Emilio rescató a Marta de morir ahogada en el río, en lo que él cree fue un suicidio. Lo que no sabe es que Marta fue arrojada allí por los militares, tras ver cómo secuestraban a alguien. ¿Pura ficción?
La magia es que ni en esta ni en ninguna de sus siguientes obras Radrigán nombra a Pinochet o a su gobierno. No lo necesita. Describir el día a día de sus personajes condenados a la miseria es suficiente para que flote el contexto.
"A la fuerza tenía que aparecer la dictadura, porque lo que están viviendo sus personajes son las consecuencias de la dictadura de Pinochet en ese momento", asegura Boyle.

Antipolítico

A pesar de la reconocida importancia histórica de su obra, Radrigán siempre aclaró que no se consideraba un escritor político.
"Lo encontraba una suerte de menoscabo, un poco panfletario. Y el huyó siempre de ser un panfleto. No le gustaba la lógica binaria de buenos y malos, ricos y pobres. Su lógica era la realidad", comenta Laurie.


Actriz de Las Brutas versión inglesa-Image copyrightSUE DUNDERDALE
Image caption"Las brutas" (Beasts) en su versión inglesa, estrenada en Londres en 2012.

Quizá por eso fue uno de los pocos artistas que en 1988 no quiso participar en la campaña por el plebiscito que finalmente sacaría a Pinochet del poder. Quizá también por eso estuvo años sin que sus obras se montaran durante los '90. Quizá por eso sus textos dieron un giro existencialista-inspirado en uno de sus maestros: Samuel Beckett- más que testimonial. "En los '80 estaban todos alineados contra el dictador. Pero después, ¿contra quién pelear?", asegura Laurie.
Nunca paró de escribir. Llegó a las 50 obras.
"Era una persona súper rigurosa, escribía cuatro horas diarias, Navidades, Años Nuevos… A papel, en hoja blanca, nada que le pusiera reglas. Fumaba y escribía, hasta que le dio cáncer al pulmón", cuenta Laurie quien además produjo sus obras finales.
Su última obra, "Clausurado por ausencia" trata de un cementerio que tienen que inaugurar, pero no se logra, porque no hay cuerpos.
Tampoco estará Radrigán para su inauguración. Físicamente, por lo menos.

miércoles, 25 de marzo de 2015

El poeta Ernesto Cardenal, hospitalizado por una neumonía


El escritor nicaragüense había enfermado tras un viaje de 15 días en Alemania


El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal ha sido hospitalizado en Managua a causa de una neumonía, aunque su estado actual es estable, informó su asistente personal Luz Marina Acosta.
Cardenal fue ingresado el domingo al Hospital Metropolitano de la capital de Nicaragua tras una fuerte tos, dijo Acosta. En el hospital le diagnosticaron neumonía. "El sábado no pudo dormir. Los exámenes mostraron que tenía los pulmones afectados", agregó.
El poeta había regresado de una intensa gira de 15 días por Alemania, país donde realizó 12 presentaciones de su obra literaria. El frío clima alemán afectó al bardo, de 90 años de edad, que mantiene una activa agenda de viajes y presentaciones.
Los médicos mantienen en observación a Cardenal, quien está estable y responde positivamente al tratamiento. "Ha mejorado en sus signos vitales, responde lentamente, pero la buena noticia es que no ha empeorado", dijo Acosta, quien informó que la noche del lunes el poeta pudo ingerir alimentos.
Ernesto Cardenal nació en Granada (Nicaragua), el 20 de enero de 1925. El poeta vive solo en Managua, aunque cuenta con la compañía de una cocinera, Ana, y su chófer, Pedro, quien fue el que lo trasladó el domingo al hospital, informó Acosta.
El pasado enero Nicaragua organizó varias actividades en homenajea los 90 años del poeta, quien dijo que "es muy desagradable tener esta edad. ¡A nadie se lo deseo!". Cardenal ha afirmado que "mi poesía tiene un compromiso social y político, mejor dicho, revolucionario. He sido poeta, sacerdote y revolucionario. He utilizado la poesía para llevar mi mensaje social, revolucionario".




domingo, 2 de noviembre de 2014

“El cubano es musical en todos los aspectos de la vida”

Chucho Valdés participa en el Festival de Jazz de Barcelona y celebra los 40 años de su formación Irakere con un concierto



Uno de los nombres con mayúsculas del 46 Festival de Jazz barcelonés es Chucho Valdés y no solo por su enorme categoría musical. Valdés será a partir de ahora el padrino del certamen, ofrecerá varias actuaciones, al mismo tiempo que se incorpora como profesor asociado al Conservatorio del Liceo. La relación de los Valdés con el festival viene de lejos ya que su padre, Bebo, realizó varias actuaciones históricas y fue homenajeado en su pasada edición.
El apadrinamiento de Chucho Valdés (Quivicán, Cuba 1941) comienza a dar sus frutos este fin de semana al abrir sus ensayos al público en el Conservatorio del Liceo y presente este domingo en el Teatre-Auditori de Sant Cugat al pianista clásico cubano Mauricio Vallina. Mañana lunes, Valdés protagonizará la jornada enólico pianística del bar Monvínic al improvisar sobre una cata de diversos vinos (las 150 plazas a 190 euros están agotadas) y el martes en el Auditori ofrecerá un recuerdo a su mítica formación Irakere para celebrar los cuarenta años de su fundación.
“Ser padrino del festival es emocionante”, explica Chucho Valdés. “Me veo a mí mismo más como un fan de esta música que como un músico y poder aportar algo al festival me parece importantísimo”. Valdés vive desde hace cuatro años en Benalmádena (Málaga) pero sigue mantenido todos su vínculos con La Habana. “Mi padre vivía en Benalmádena, enfermó allí y yo viene con mi familia para cuidarlo. Cuando falleció, mi hijo pequeño había ya comenzado el colegio y decidimos quedarnos. Mis músicos vienen de Cuba, ensayamos y hacemos el trabajo. Para mí es mejor porque al tocar eminentemente en Europa es más fácil tomar el avión para París en Málaga que en La Habana. El clima es muy similar al de Cuba y tiene mar. Musicalmente es diferente pero los músicos viajamos de un lugar a otro, vivo en un avión y viajo a mi casa”.
Valdés se muestra muy optimista con el futuro de la música cubana. Se le cae la baba al hablar de su nieta que con doce años acaba de tocar un concierto para dos violines de Bach. “Hay muchos músicos jóvenes con un talento increíble. En Cuba siempre han habido muy buenos profesores y muy buenos alumnos. Eso ya era así antes de la llegada de Castro y se ha mantenido hasta la actualidad. Existe un rigor en la enseñanza que viene del siglo XVIII. Es la herencia española y africana que es tan rítmica y musical. Gracias a ella el cubano es musical en todos los aspectos de la vida”.
En el mundo de la música afrocaribeña y del jazz latino el nombre de Irakere alcanza proporciones míticas. La banda fundada por Chucho Valdés cumpliría ahora 40 años. “Irakere rompió todos los moldes”, afirma. “Donde más se ha notado su influencia es la música de baile. Nosotros no veníamos de las orquestas de baile, se nos catalogaba como músicos de jazz pero en realidad éramos músicos. Nos juntamos y fuimos creando algo nuevo sin pretensiones de crear nada, solo queríamos tocar lo que pensábamos. Incorporamos instrumentos eléctricos y chocamos con los tradicionalistas, pensábamos que no nos podíamos quedar dormidos en los años veinte. Cuando grabamos Bacalao con pan en el estudio no dijeron que los borráramos que no servía para bailar y no solo fue un éxito sino que todavía colea”. Tanto colea que será el tema que cierre su concierto en el Auditori dedicado a rescatar las viejas melodías de la mítica banda en nuevas interpretaciones. “Llevo un grupo de músicos jóvenes que creció con Irakere, las nuevas versiones no son ni mejores ni peores pero están hechas con el espíritu del siglo XXI”.
Por Irakere pasaron algunos músico hoy tan reputados como Paquito d’Ribera o Arturo Sandoval que huyeron de Cuba en los días duros del castrismo. “Mi sentimiento hacia ellos se resume en amor y buenos recuerdos. Cada vez que tienen un éxito o un premio se siento identificado pero no nos vemos, cada no tiene su camino, estamos muy lejos”.
Chucho Valdés se despide del periodista porque, antes de su ensayo vespertino, quiere pasar por Casa Beethoven en las Rambles para comprar las partituras de piano de Dvorak. Su amor por la música clásica es grande, hace dos semanas en el teatro Karl Marx de La Habana estrenó el concierto para piano y orquesta de Leo Brouwer en el que todas las cadenzas están improvisadas. "Aprovecharé también para comentárselo al director del festival a ver si podemos hacerlo aquí el próximo año, me haría mucha ilusión".


 Barcelona //http://ccaa.elpais.com/

martes, 14 de octubre de 2014

Carlos Fuentes, su amor por el cine

La viuda del escritor mexicano repasa las películas que veían juntos



La primera película que Carlos Fuentes y yo vimos juntos, en México en el cine Roble, noviembre de 1971, fue Antonio das mortes, del gran director brasileño Glauber Rocha.
Juntos veíamos sus películas favoritas de Ernst Lubitsch, una de ellasUn ladrón en la alcoba, con Herbert Marshall (como el ladrón de joyas Gastón Monescu); la actriz Miriam Hopkins (su socia y amante, Lily) y Kay Francis (Madame Colette, dueña de los perfumes Colette). Sobre las películas de Lubitsch escribe Carlos en Pantallas de plata: “Las puertas se abren. Las puertas se cierran. ¿Qué ocurre? ¿Qué hay detrás de la puerta? Todo es imaginado a través de la cerradura. Lubitsch evita el puritanismo no-escrito de Hollywood y el Código Hays gracias a las puertas y a lo que ocurre detrás de las puertas en un ménage-à-trois, la delincuescente relación de dos mujeres y un hombre (Kay Francis, Miriam Hopkins y Herbert Marshall en Un ladrón en la alcoba), Gary Cooper, otra vez Miriam Hopkins y Fredric March en Una mujer para dos”.
Max Ophüls era otra de sus preferencias, maestro de la cámara en movimiento. Con elegancia filmaba tomas largas impresionantes, de coreografía muy compleja y sin cortes en El placerLa ronda yMadame de, esta última con el vals entre Danielle Darrieux y Vittorio de Sica.
La actriz favorita de Carlos indudablemente era Bette Davis. EnViendo Visiones escribe:"Elizabeth and Essex es protagonizada por la que yo considero la mejor actriz de cine de todos los tiempos. [...] Bette Davis es dueña de la más asombrosa manera de estar en sus películas. Ninguna como actriz sabe ver y ser vista por la cámara de esta manera. No hay apartes, no hay Meninas, ciertamente. Lo que hay es un estilo de dirigirse a ti y a mí a través de la mirada. Un estilo de moverse y mirar y sentir, de tal suerte que nosotros nos convertimos en la cámara, como respuesta a la presencia de la actriz. Bette Davis no mira a la cámara y tampoco mira al público, salvo en la gran escena final de Hush, Hush Sweet Charlotte, cuando es trasladada de su casa a un asilo y desde la ventana trasera del automóvil mira su hogar perdido mirándonos a nosotros, objeto de esa mirada añorante, segunda morada de la nostalgia. Pero el estilo de Bette Davis consiste en darle todo su valor mediador a la cámara. Para lograrlo, no mira a la cámara ni al espectador. Mira a la pantalla misma. Mira cada cuadro de la película como si en él se concentrase toda la realidad, material, social y subjetiva. Bette Davis transforma así la pantalla en un espacio tan ancho como el de Piero della Francesca. Actuando intensamente dentro de cada recuadro fílmico, lo hace estallar cada vez que mira más allá del mismo. Y sustituye la mirada directa de Velázquez sobre el espectador, mediante el sesgo de un movimiento que, lo sospechamos, es sólo histriónico a fin de ser observado. Pues Bette Davis no es una actriz naturalista, sino una actriz que nos quiere decir que está actuando; quiere que la sepamos sorprendida en el acto de actuar, como sorprendemos a Velázquez en el acto de pintar. Una actriz que quiere que sepamos que la estamos viendo actuar. Los famosos manierismos de Davis son su manera de llamar nuestra atención al hecho de que ella es una actriz en una película. No es realmente la reina Isabel ni la emperatriz Carlota ni una vulgar camarera londinense, ni una rica heredera (¡ciega!). Como don Quijote dentro de su libro, Bette Davis está dentro de un medio artístico, dirigiéndose desde él a nosotros que vemos o leemos, pero sin renunciar a la realidad de su artificio. Mírenla ustedes moverse. La infanta se limita a mostrarnos su crinolina; Davis la golpea nerviosamente, se derrumba en su trono, mastica uvas y bebe una copa tan pesada como un cetro; se pone de pie, vuelve a cachetear la falda, se dirige a su esposo, vuelve a derrumbarse ante él, mientras la bella Olivia de Havilland canta romances (isabelinos) con su mandolina. Davis se columpia en la silla, ve su fealdad en el espejo y lo destroza arrojando la copa contra el vidrio. Ya no puede verse más. Ha roto la banalidad del espejo que la reproducía fielmente. Se ha vuelto ciega. Debe imaginar. Debe ser imaginada".
Carlos y yo veíamos una película diaria. La última fue el 14 de mayo de 2012. Él se sentía perfectamente. No había ningún indicio de lo que sucedería al día siguiente, es decir un día antes de su partida. Esta película argentina se titula La guerra la gano yo, cuyo director fue Francisco Mugica, en el año 1943. La vimos en nuestra casa de México dos semanas después de haberla comprado en Buenos Aires, donde había sido invitado para dar una conferencia magistral en la Feria del Libro. Cada vez que visitábamos Buenos Aires, Carlos solía comprar películas antiguas argentinas, sentía una gran nostalgia por el tiempo que vivió en esa ciudad a la edad de 16 años. Es también allí donde descubre a Jorge Luis Borges, descubre el tango y la belleza de las argentinas. El cine argentino fue un cine muy importante a lo largo de toda su vida. Carlos recordaba a las actrices bellas de esa época, Isabel Sarli, Tita Merello, Mirtha Legrand...
Silvia Lemus es la viuda del escritor mexicano Carlos Fuentes.

http://cultura.elpais.com/cultura/

32 AÑOS SIN AKIRA KUROSAWA

                                      Fotografía fuente Revista Yume: https://revistayume.com/ “Puede que sólo puedas escribir una página po...