viernes, 27 de junio de 2014

África siembra tecnología

Los Tech Labs crecen en el continente. Además de centros de innovación tecnológica, son viveros de emprendedores y nidos de transformación social. Seis ejemplos.



Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Con este presumido proverbio africano, Karim Sy, fundador de Jokkolabs, resume la filosofía que hay detrás de la emergencia de los tech labs en África. No es fácil explicar brevemente en qué consisten estos espacios que se mueven entre lugares de trabajo compartidos, viveros de emprendedores sociales, centros de innovación tecnológica y nidos de transformación social. Sin una estructura definida, los tech labs son flexibles en todas sus dimensiones, hasta el punto de que, más que establecimientos, son comunidades. En todo caso, su modelo materializa el ideal de una actividad económica en la que los rendimientos no son lo más importante y como prioridad se impone la aportación a la sociedad.
Da la impresión de que este formato idílico en el que se abrazan economía y transformación social se reproduce por esporas. En menos de cuatro años han surgido y se han afianzado, aparentemente sin relación, tech labs en la mayor parte de los países de África subsahariana. Un reciente informe realizado por varios de estos centros con el apoyo del Banco Mundial ha contabilizado 90 espacios diseminados en 26 países de la región. En el mismo momento en el que se hacían públicos los resultados del estudio, se ponía de manifiesto que se habían quedado desfasados con el surgimiento de nuevos espacios y por algunos olvidos.
Con un panorama tan amplio y diverso, es evidente que no existe un modelo único de tech lab. En unos se impone el carácter de centros deco-working (espacios de trabajo compartido) y en otros el de consultoría para emprendedores. Los hay vinculados a instituciones como universidades, de iniciativa privada de un emprendedor individual o impulsados por comunidades. Algunos se apoyan en la financiación de organizaciones internacionales, mientras que otros apuestan por la viabilidad independiente. Algunos han arrinconado por el camino la dimensión social para primar simplemente el enfoque de negocio. Sin embargo, la mayor parte han mantenido intactos algunos rasgos básicos de la idea original: el trabajo colaborativo, la gestión horizontal, el apoyo a la innovación tecnológica o la voluntad de ayudar a construir una sociedad nueva, basada en la participación de los ciudadanos ayudándose de la tecnología.
Los tech labs han sido fundamentales en la expansión del ciberactivismo en África y en la construcción de una conciencia de que las TIC pueden ayudar a transformar la sociedad. La sombra de estos espacios aparece en algunas de las iniciativas más innovadoras y que ahora se señalan como ejemplos. Los creadores keniatas de la plataforma Ushahidi, que se ha usado sistemáticamente para la monitorización de elecciones y como reacción social a desastres naturales, estuvieron detrás de la formación del iHub de Nairobi. La iniciativa marfileña de CIV2010 y, sobre todo, CivSocial y Wonzomai, como respuesta a la violencia poselectoral de 2010, se apoyaba en la estructura del tech hub de la organización Akendewa. En todo el entramado tecnológico para intervenir en las elecciones presidenciales de Senegal de 2012, una de las principales plataformas, SamaBaat, estaba impulsada por el tech labJokkolab. Sólo por poner algunos ejemplos.
Desnudo de reflexiones teóricas, los tech labs son un espacio de encuentro de personas con inquietudes relacionadas con la innovación tecnología y la transformación social. En los centros, tienen acceso a las necesidades técnicas para materializar sus inquietudes y además pueden recibir al asesoramiento y la orientación de expertos. Pero lo más importante es que sirven de punto de encuentro y que las reglas del juego incluyen el trabajo colaborativo y el intercambio de conocimientos. Así la comunidad piensa en conjunto, cada miembro aportando una visión particular para crear una inteligencia colectiva. A efectos empresariales, esta dinámica permite que se compartan proyectos y oportunidades de negocio. En el ámbito social, este sistema permite buscar soluciones colectivas y “contagiar” el modelo.

. iHub, Nairobi: Unos decanos en renovación constante

Nakesa Were.

En marzo de 2010, el equipo deUshahidi, liderado por Erik Hersman, se embarcaba en la construcción del iHub en Nairobi, ellos mismos lo financiaban junto a la fundaciónHivos y Omidyar Network. Lo hacían después de que en una reunión lostechies keniatas considerasen que necesitaban un espacio en el que encontrarse, tanto para relacionarse entre ellos como con los inversores potenciales.
Recientemente, el iHub ha sido considerada una de las 50 empresas más innovadoras del mundo (concretamente, en el puesto 38) y la más innovadora de África. Es el reconocimiento a una trayectoria de cuatro años. Durante este tiempo, el centro ha sumado casi 15.000 miembros, algunos de ellos implicados en las 150 empresas que se han desarrollado. Nekesa Were es la directora de operaciones del centro y considera que el secreto del éxito del iHub es “dar espacio a las ideas de los miembros de una comunidad vibrante”. “Saben que les daremos tiempo para trabajar en sus ideas y que les ayudaremos a impulsarlas”, explica Were.
Los éxitos de esta experiencia han despertado el interés de las grandes multinacionales que se acercan hasta los innovadores que trabajan en el centro. Sin embargo, la directiva del espacio tiene claro cuál es la prioridad y que no pueden modificar sus principios: “Tiene que haber una relación de dos direcciones, ambos tienen que aportar algo a la otra parte, todos deben traer algo a la mesa. Los conocimientos y las habilidades tienen que ser compartidos”. Nekesa Were considera que los tech labs, como el iHub, debe poner la tecnología al servicio de la sociedad aportando los instrumentos que “permitan (o empujen) a los gobiernos a comunicarse con los ciudadanos y viceversa” y “permitiendo controlar y denunciar los fallos en la prestación de servicios”.
Para conseguir este objetivo, Were considera que los tech labs deben “desmitificar lo que hacen para llegar a otros sectores de la sociedad y mostrarles que la tecnología se puede usar en muchos ámbitos como la educación o la salud”. Pero para que esta actividad pueda desarrollarse plenamente Nekesa Were, lanza una advertencia: "las infraestructuras deben ser una prioridad y cuando las escuelas estén construidas y la electricidad llegue a todo el país habrá más oportunidades para identificar a los innovadores, aprovechar el talento y difundir la tecnología”. Y se muestra esperanzada de cara al futuro: “Estamos aumentando las posibilidades de empleo de los africanos y mejorando las economías locales. Pero, por el momento, sólo hemos arañado la superficie”.

2. Jokkolabs, Dakar: El referente en África francófona

Karim Sy.
Karim Sy, quiso hacer un guiño y favorecer que su último proyecto emprendedor empezase con buen pie, por eso abrió las puertas deJokkolabs en Dakar el 10 de octubre de 2010 (10/10/10). Y parece que ha dado resultado porque menos de cuatro años después se ha expandido a cuatro países más y el centro ya tiene satélites en Nanterre(Francia), Saint-Louis (Senegal), Bamako (Mali), Ouagadougou (Burkina Faso) y Abidjan (Costa de Marfil).
Según explica el propio Sy, Jokkolabs nació como un acto de responsabilidad. “Como decía Churchill ‘ingresamos en un periodo de consecuencias’. Estamos ante una crisis financiera planetaria y todo el mundo tiene que asumir los retos. Ya no podemos permanecer pasivos, cada uno haciendo su pequeño negocio. Hay un nuevo mundo que está naciendo de la mano de las TIC y todos el mundo tiene que participar en él”.
El espíritu de Jokkolabs es “más que un espacio” el de “una comunidad de emprendedores que comparten valores de colaboración y de apertura”, de ahí la lógica de expansión de los centros. “Si queremos construir el mundo de mañana que va a ser más justo, igualitario y portador de progreso tenemos que reflexionar todos juntos. Porque los problemas de hoy no se pueden afrontar en un lugar y no afrontar en otro. No se puede respetar el medio ambiente en un lugar y no respetarlo en otro. La realidad de las migraciones demuestran que se tienen que superar las fronteras”, reflexiona Sy para explicar las conexiones transnacionales
El propio Sy acepta que estos espacios y las iniciativas que se desarrollan en ellos tienen que buscar la sostenibilidad en pro de la independencia, pero que la generación de rendimientos no puede ser el único objetivo. De la misma manera, considera que el trabajo colaborativo es una fortaleza: “Los emprendedores tienen mucho más que ganar trabajando en colaboración con los otros que guardando sus secretos. Tendrán más impacto y serán más competitivos que trabajando solos. En los casos en los que se está trabajando con dinero público, debería ser obligatorio que el resultado fuese Open Source (código abierto). Es la mejor manera de contribuir a la comunidad, de hacer que los resultados tengan un efecto multiplicador en otros trabajos”. Sy, se remite a la situación actual: “Cuando nos movemos sólo por la lógica económica a un cierto nivel, se convierte en un problema incluso para la democracia”.

Nota: Se trata de una nota extensa, pero muy interesante, para que puedan seguir su contenido les adjuntamos el enlace que los lleva a ella...http://elpais.com/elpais/2014/06/16/planeta_futuro/1402934380_225724.html

Nicaragua no es país para mujeres

La nación centroamericana, de seis millones de habitantes, registra 46 mujeres asesinadas en el primer semestre de 2014



El diario La Prensa, el mayor de Nicaragua, abría su portada del miércoles con una foto espeluznante: una mujer yacía ensangrentada a unos pasos de su cama, con en el piso y las paredes de la habitación manchadas de sangre y sobre el lecho una sábana blanca enrojecida. Al lado de la imagen un gran titular que afirmaba: “Otra víctima de femicidio”. Se trata, de hecho, de la víctima número 46 en lo que va de 2014, en un país de apenas seis millones de habitantes.
La mujer, Carmen Martínez López, de apenas 25 años, fue asesinada a machetazos por su pareja, Walter Galán, también de 25, quien no aceptaba que Martínez diera por terminada la relación. La saña fue tal que una de las heridas, según el rotativo, era de 25 centímetros. “Se dice que Nicaragua es uno de los países más seguros deCentroamérica, pero para las mujeres no hay seguridad”, dijo a EL PAÍS Magali Quintana, una de las coordinadoras de Católicas por el Derecho a Decidir, organización que lleva la triste tarea de registrar cada una de las mujeres asesinadas en esta pequeña pero convulsa nación.
El asesinato de Carmen Martínez se produjo en La Paz Centro, un pequeño poblado donde nunca ocurre nada destacable, de camino entre Managua y León, las dos principales ciudades de Nicaragua, localizadas en la región de las costas del Pacífico. Las organizaciones de mujeres aseguran que el asesinato de Martínez obedece a un patrón alarmante en el país: son asesinadas mujeres cada vez más jóvenes, por hombres jóvenes –sus parejas, en la mayoría de los casos– y con un alto nivel de impunidad. “La mayoría de agresores están prófugos de la justicia”, asegura Magali Quintana. Walter, la pareja de Carmen, huyó tras dejar a la joven tirada en un charco de sangre en su pequeña habitación.
El año pasado Nicaragua aprobó una ley que en su etapa de discusión era recibida como una buena noticia para acabar con la impunidad en los casos de violencia contra las mujeres. El reglamento –conocido como Ley 779– levantó ampollas entre sectores conservadores, incluidos la iglesia católica, que la señalaban de afectar a la familia y de ser un instrumento de castigo contra los hombres, porque establecía 30 años de cárcel para quienes cometieran violencia contra las mujeres. La controversia fue tal que altos jerarcas católicos se pronunciaron abiertamente contra la ley. "Hemos dicho repetidamente que el número de la bestia ya no es 666, sino el 779, porque justamente está destruyendo a las familias. Cuántas veces se reacciona por la ira, por revanchismo y una vez pasadas las aguas las personas que han acusado al marido, al tío, al primo reconocen que la posición ha sido demasiado dura y piden revertir el caso”, dijo monseñor Abelardo Mata, obispo de la diócesis de Estelí, localizada al norte de Nicaragua.
La ley fue aprobada por la Asamblea Nacional, pero se impuso un elemento que cayó como agua fría a los organismos de mujeres de Nicaragua: la mediación, una figura legal que prácticamente exige a las mujeres negociar con sus agresores después de denunciarlos. “La mediación sirve como un elemento que propicia la muerte de mujeres”, explicó Magali Quintana, de Católicas por el Derecho a Decidir. “Las Comisarías de las Mujeres –dependientes de la Policía Nacional– presionan para que las mujeres entren en un proceso cuyo resultado es la muerte”, agregó.
Para las organizaciones nicaragüenses de mujeres la Ley 779 no ha ayudado a prevenir la violencia de género. La Red de Mujeres contra la Violencia registró 72 féminas asesinadas el año pasado, 85 en el 2012 y 63 en 2011. Una tendencia difícil de romper, según Reyna Rodríguez, enlace nacional de la Red de Mujeres Contra la Violencia. “Cada tres días hay una mujer asesinada en Nicaragua”, afirmó Rodríguez a EL PAÍS. “La Ley 779 es importante, pero no hay una intervención efectiva, porque el Estado no garantiza presupuesto para hacerla cumplir”, agregó. Las estadísticas muestran que de las 46 mujeres asesinadas en el primer semestre de este año, 6 eran adolescentes y otras seis de entre 18 y 20 años. Además, los agresores son también muy jóvenes, lo que para los organismos que luchan contra este fenómeno es una muestra preocupante de que hay todo una construcción de violencia y machismo muy arraigada entre los nicaragüenses.
Rodríguez afirmó que en Nicaragua es el mismo Estado el que fomenta este tipo de violencia, al permitir la impunidad. “El Estado tiene un comportamiento autoritario, con un sistema vertical, absolutista y excluyente, que se comporta con indiferencia ante los feminicidios”, dijo. Para Rodríguez el Gobierno del presidente Daniel Ortega debería designar un presupuesto que permita diseñar una campaña de sensibilización y prevención de la violencia de género.
Esta mujer se expresa muy frustrada ante la pasividad de las autoridades frente a las estadísticas. “Si fuera violentada una hija de Rosario Murillo (primera dama y jefa de Gabinete de Gobierno) o de Alba Luz Ramos (presidenta de la Corte Suprema) sí habría una alerta roja en todo el país, habrían desplazado a 20.000 policías, pero como las mujeres asesinadas no son hijas de grandes personalidades, son mujeres de barrio, el comportamiento del Estado es vergonzoso”, dijo Rodríguez.

 Managua
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El último trago de mezcal

En San Cristóbal de las Casas, en Chiapas (México), nunca deja de sonar la música. Por la mañana, en el Zócalo; por la tarde, en el mercado, y por la noche, en sus genuinas mezcalerías



Vida cotidiana en una calle de San Cristóbal de las Casas. / RON WATTS

San Cristóbal de las Casas es una caja de música. Suenan en ella, en una armonía mágica y sin estridencias, cinco siglos de colonización, de lucha, de etnias, de creencias, de política y de tradición. Viajeros de todo el mundo acuden hechizados por la "energía" y la belleza de esta ciudad de calles empedradas y casas de colores llena de contradicciones. San Cristóbal es el epicentro de los Altos de Chiapas, unas montañas imprevisibles salpicadas de comunidades indígenas. Cercada por bosques, San Cristóbal condensa tintes, tejidos, texturas, olores y sabores. Los visitantes, sin renunciar al ambiente europeo del centro, intentan absorber la mística de las creencias mayas ancestrales y la del levantamiento zapatista de 1994. "Vienen a cambiar el mundo, a montar un negocio o a reencontrarse con el universo", comenta irónicamente una mujer del Distrito Federal que lleva 15 años en la que es la capital cultural de Chiapas (la oficial es Tuxtla Gutiérrez), uno de los Estados más pobres y con mayor amor propio de México.

Una fuente en San Cristóbal de las Casas. / JEREMY WOODHOUS

9.00 Maraña de culturas

La única manera de empezar el día en San Cristóbal es degustando su café. La bebida, que empezó a cultivarse en esta zona durante el siglo XVIII, cuando los colonos arrasaron los bosques locales para sembrar ese grano proveniente de Arabia tan apreciado en Europa, es ahora la insignia de los agricultores locales. Decenas de establecimientos se concentran en las vías aledañas al Zócalo (1), el corazón urbano lleno de turistas y vendedores ambulantes. Ahí, los chiapanecos preparan el café a la olla, con canela y azúcar, y se toma sin leche. Aunque no es difícil encontrar un capuchino exquisito o un auténtico espresso acompañado de un cruasán de mantequilla para después echar un vistazo a la catedral (2). Antes de que el sol empiece a machacar, vale la pena observar a vista de pájaro cómo la ciudad se despereza desde el Cerrillo (3), en el extremo occidental de la ciudad. Al bajar, y para entender quién es quién en San Cristóbal, se puede visitar el Museo de Sergio Castro (4), un curandero que regenta su propia colección de trajes regionales. Castro ha consagrado su vida a estudiar la medicina tradicional indígena y la aplica a sus pacientes de forma gratuita. Su exposición de vestidos y objetos y su sintética explicación sobre usos y costumbres se agradecen en esta maraña de culturas.

11.00 Sin malas ‘vibras’

Se puede llegar al pueblo de San Juan Chamula (5) en 20 minutos en taxi por pocos pesos, pero el viaje en colectivo (pequeños autobuses) agolpado entre los lugareños es aún más barato y mucho más divertido: mujeres con faldas de lana de oveja, gallinas con las patas atadas recién compradas en el mercado, hombres con sombrero de felpa y paquetes de todos los tamaños entrando y saliendo. Esta comunidad indígena es un municipio conservador que tiene su propio sistema de gobierno y sus propias brigadas policiales locales desde hace casi quinientos años. Su iglesia, que venera a san Juan Bautista, es el mejor ejemplo de la convivencia entre la cultura hispánica y los ritos precolombinos (un sincretismo que asombra a los visitantes). Los curanderos oran y entregan ofrendas para acabar con las enfermedades. En lugar de bancos, un lecho de agujas de pino se extiende por toda la nave y limpia el templo de malas vibraciones. Los mayordomos de los 41 santos que guardan en la iglesia lo renuevan cada tres días. Los curanderos rezan en tzotzil y tzeltal, las dos lenguas mayas más habladas en la zona, y frotan a los enfermos con una bebida tradicional de caña y maíz llamada posh, y con pollos, para purificarlos. Las velas "detienen el daño del alma y liberan el espíritu del enfermo", y el humo del incienso "es la comida de Dios". Hay celebraciones especiales al son del acordeón, las guitarras, los tambores y las maracas el día de San Sebastián, en enero; durante el Carnaval, en Semana Santa, y también ahora en junio por San Juan Bautista.

glesia de San Juan Chamula, famosa por los rituales sincréticos que se realizan en ella. / GET



14.00 Un banquete de mole

De vuelta en San Cristóbal, a un paso de la parada de los colectivos, en la calle deHonduras se encuentra el mercado 6. Además de pirámides de mangos, aguacates y tomates, sacos de frijoles y puestos que venden desde canicas hasta linternas, pasando por peines y capazos, este lugar es uno de los mejores para comer. O por lo menos de los más auténticos (ojo los estómagos delicados). Es el lugar de la abundancia: tacos, quesadillas, tamales, licuados, aguas de sabores, platos de cuchara y recetas de todo México, incluido el sabroso mole oaxaqueño. El templo de Santo Domingo (7), la joya barroca de la ciudad, es el mejor postre. Su fachada es una de las más recargadas de la arquitectura colonial mexicana y rebosa de referencias a las creencias ancestrales, como sus figuras de ángeles indígenas. Probablemente los propios indios fueron los que construyeron el templo. El museo instalado en el antiguo claustro de Santo Domingo explica la historia de la ciudad de San Cristóbal —fundada en 1528 por Diego de Mazariegos y rebautizada en honor a san Bartolomé de las Casas, el dominico que evangelizó a los indígenas— y expone reliquias rescatadas de los templos mayas devorados por la jungla en los alrededores de la ciudad. El santuario está asediado por el Mercado de las Artesanías (8), una buena opción para escarbar entre tejidos, ámbar y cuero en busca de un recuerdo.

18.00 Palco al atardecer

En San Cristóbal, dicen los autóctonos, no hay nada que hacer salvo vivirla. Solo caminar sin rumbo asegura llegar al centro de su vida cotidiana, a lugares como la plaza del Cerrillo (9), una explanada perezosa donde los vecinos cumplen con sus obligaciones sin presionar al reloj. De forma inevitable, cualquier paseo improvisado acabará desembocando en el Andador de Guadalupe (10). Al final de esta calle comercial, colmada de tiendas, cafés y restaurantes con especialidades de todo el mundo, aparece omnipresente la iglesia de Guadalupe (11). Un lienzo de la Virgen domina el altar arropado por un marco de neones amarillo y verde. La cima del cerro es el balcón desde donde ver cómo el naranja del atardecer se apodera de los tejados y las montañas.

21.00 Bailes con agave

Al caer la noche, el bullicio se convierte en una fiesta continua. La música en vivo para todos los paladares acompaña cenas y copas. Las parejas ciñen sus caderas a golpe de salsa, reggae o electrónica. Y aunque no es la bebida tradicional de Chiapas, las mezcalerías despachan litros de licor de agave y los bebedores compiten por acabarse la botella. La norma dice que quien se tome el último trago debe tragarse el gusano que da a la bebida su sabor dulce y ahumado. Y vaso a vaso, todos se diluyen en la euforia que los trajo hasta aquí.

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América marca territorio

Cerrada la primera fase, se mantiene la histórica pujanza americana en casa y la criba europea



Neymar remata a puerta ante Brasil. / ODD ANDERSEN (AFP)



Concluida la primera fase, Brasil 2014 apunta hacia una de las pocas certidumbres que ha sostenido el fútbol desde su primera piedra. Desde los siglos de los siglos no hay quien pueda con América en América. Y para poder con Europa en Europa hay que llamarse Pelé. El desafío territorial es mayúsculo. Las estadísticas son rotundas: en los siete certámenes que ya se celebraron en suelo americano, hubo más participantes europeos que locales (43 por 66), pero sólo cuatro selecciones (Italia, en dos ocasiones, Checoslovaquia, Holanda y Alemania) alcanzaron la final. Y todas sin éxito. En cambio, en los 10 torneos en Europa, con 50 americanos y 125 equipos domésticos, apenas Brasil, por dos veces, y Argentina en una oportunidad, llegaron al último encuentro. Los europeos lo hicieron en 17 ocasiones y sólo falló Suecia, que en su Mundial del 58 fue batida por un Rei brasileño en el único ultraje hasta la fecha. Salvo que Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Suiza o Grecia lo desmientan estos días, en América, Europa sigue a los pies de América, que con la mitad de presencias en Mundiales está a un solo título.
En el campeonato en marcha, la superioridad americana también resulta aplastante. Sobreviven ocho de los 10 concursantes -sólo están en el exilio Ecuador, por poco, y Honduras-. Lo de Europa ha sido una criba: de los 13 aspirantes, ya volaron siete, incluidos campeones como España, Inglaterra e Italia, iconos como Cristiano Ronaldo y los petrodólares rusos de Capello. Con la historia a cuestas, no es extraño que los octavos de final arranquen hoy como si el Mundial fuera la Copa América, con el Brasil-Chile y el Colombia-Uruguay. Entre los expertos no hay una teoría única de este fenómeno. Las causas de esta insalvable frontera para americanos y europeos son tan variopintas como remotas.
En el fútbol, donde los desmentidos son perpetuos, la prevalencia de las selecciones que juegan en casa es una constante desde que el abogado francés Jules Rimet y el diplomático uruguayo Enrique Buero soñaran en París allá por 1925 con poner en marcha un Campeonato del Mundo. Ya entonces hubo recelos entre americanos y europeos. Parecía comprensible que por Europa se multiplicaran las renuncias a viajar a Uruguay para el primer Mundial. En 1930, la travesía en el Conte Verde -el medio preferido de Carlos Gardel- suponía dos semanas de ida y otras tantas de vuelta con un mes de campeonato por el medio. Sólo se atrevieron a embarcar en el trasatlántico Bélgica, Francia y Rumanía. Yugoslavia, que cerró la participación, lo hizo por su cuenta. La experiencia resultó agotadora. América tomó nota y cuatro años después sólo Argentina, Estados Unidos y Brasil -la única selección presente en todas las citas-, se animaron con la aventura de ir a la Italia de Mussolini. Entonces, el clima, la comida, los agotadores viajes eran condicionantes absolutos. Lo enigmático es que 80 años después de aquellos quijotescos torneos iniciales se mantengan las barreras. Y que incluso se agudicen, como se desprende por el momento del Mundial brasileño.
Lo que acontece estos días en Brasil es la última verificación de la corriente emocional que catapulta a las selecciones americanas, abrigadas todas por hinchadas multitudinarias y efervescentes. Una pasión nacionalista que se percibe en las calles, en las tribunas, en la extrema solemnidad de los himnos que provocan una regadera de lágrimas en las gradas y en los campos. Cada partido es casi una cuestión de Estado, como se ha visto con el intervencionismo del presidente uruguayo, José Mujica, en el caso Luis Suárez. Bocados al margen, un futbolista sintomático del frenesí que invade a Uruguay y otros vecinos. En el partido entre La Celeste y los ingleses, Suárez, que se había operado de un menisco apenas un mes antes del Mundial, llegó al tramo final acalambrado, como tantos otros, europeos o americanos. Cuando todo el mundo esperaba que le cambiaran, el jugador del Liverpool esprintó como un jamaicano de cien metros y al llegar al área reventó la pelota como si hubiera sido propulsada desde Navarone. Luego, se fue a la banqueta exhausto y con un tonelaje en las piernas.
No se percibe igual combustión en los europeos, que no sienten de forma directa la misma presión cuando cruzan el charco. Incluso cuando juegan en su patio destilan otro tipo de arrebato, de menos calado con la identidad patria y cuestiones semejantes. Los clubes europeos pescan en el caladero americano, pero luego son víctimas de su rearme como selección. Como sostiene Jorge Valdano, campeón del mundo ante Alemania en su México, "muchos sudamericanos, por mucho que se profesionalicen a lo grande en Europa, cuando juegan para sus países recuperan el espíritu amateur". No consta que sea el ejemplo del impenetrable Messi, con la losa de un mito cada día más mito como Maradona, pero hace años que desde su entorno culé subrayan que vive a diario en Rosario y "baja" a entrenarse a Barcelona. América pone la cuna, Europa la plata y luego América, cuando hace de casera, reta a Europa con el alma por escudo.
De alguna forma, los Mundiales siempre representaron la vuelta a lo concreto, a las raíces, a lo tribal, al consanguíneo hechizo con este juego. Alumbrada por el mercantilismo futbolero, Europa hace tiempo que se despojó de todo ello, salvo en excepciones contadas. Aún acude a los campeonatos más desde lo profesional que desde lo ardoroso. Por algo nunca ha logrado colonizar futbolísticamente América. Quizá porque dios nunca fue europeo, sino colombiano; o porque el único dios con mano de gol era argentino. O porque Europa hace tiempo que cortó la vena de Bill Shankly: "El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más importante que eso". Por lo visto estos tiempos en Brasil, aún prende la llama del dramaturgo brasileño Nelson Rodrigues ante un partido de su selección: "Nadie puede faltar en Maracaná, ni los fantasmas. La muerte no exime del deber con el equipo".

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miércoles, 25 de junio de 2014

Miércoles de trova...mièrcoles de "El Palomazo"

Dedicado a la vida y obra de Silvio Rodríguez y de la nueva trova... El Palomazo, nuestro programa de los dìas mièrcoles


Hoy a partir de las 20.00 horas de Argentina/Uruguay, los esperamos como siempre a travès de Zona Libre Radio.

Nos pueden escuchar a través de cualquiera de los siguientes enlaces:


Muere la escritora Ana María Matute a los 88 años

Premio Cervantes en 2010 y académica, fue una de las grandes autoras de la posguerra y ganadora del Nadal y el Planeta


La escritora Ana María Matute, premio Cervantes en 2010, académica y una de las grandes autoras de la posguerra, ha fallecido este miércoles en su domicilio de Barcelona a un mes de cumplir 89 años. Hace sólo unos meses, fue la encargada de entregar la última edición del premio Nadal en su ciudad, donde había nacido el 26 de julio de 1925.
La literatura realista, fantástica e infantil fueron las tres vertientes que caracterizaron su obra con un estilo de aparente sencillez que escondía la complejidad del ser humano. Matute acababa de entregar a la editorial Destino su nueva novela: Demonios familiares, prevista para septiembre.
"Su papel fue relevante en la posguerra desde el punto de vista sociológico, por su condición de mujer que jugó un papel importante al abrirse paso en un mundo machista, y literario al reflejar la realidad a través de líneas duras y poéticas con dosis de ironía", asegura Emili Rosales, editor de Destino.
La tercera mujer que ganó el Cervantes fue capaz como pocas, como pocos, de imbricar en su escritura las indispensables dosis de realismo con un irrenunciable hálito de lirismo. Matute llevó a las librerías novelas de la dimensión de Los Abel(1948), Pequeño teatro (1954, premio Planeta), El río (1973), Olvidado Rey Gudú (1996) y Paraíso inhabitado, su última novela. Con Primera memoriahabía ganado en 1959 el prestigioso Premio Nadal.
La traviesa niña Ana María Matute se portaba mal exprofeso para que su madre, en vez de llamarla por el apelativo familiar de Totitos, gritara su nombre real a más no poder y la encerrara en el cuarto oscuro de la casa. Allí, en la falta de luz más absoluta, aguzaba su imaginación, en la que aparecían sobre todo duendes y reyes y niños encantados amigos de hadas con los que forjaría una de las imaginaciones más potentes de la literatura española de postguerra.
Empezó rápida a sacarle rédito a la riqueza de su mundo interior. Nacida en Barcelona en 1925, a los cinco años recordaba haber escrito ya un relato. Se trataba de un niño que llevaba un vestido muy muy largo y al que un duende ayudaba a ajustar; pero entonces, ya ajustado, el niño crecía y la vestimenta quedaba corta… Su cabeza estaba a punto de estallar con tanta historia de los Andersen, Grimm y Perrault, los grandes clásicos, y con las de las criadas, alas que oía escondida debajo de las tablas de planchar. Por eso a los 17 nacía su primera novela, Pequeño teatro, que tardaría mucho tiempo (algo habitual en su manera de trabajar) en dar por acabada y ver publicada, nada menos que como premio Planeta, en 1954. Era la confirmación de un aviso que dio ya con Los Abel, que aparecía en 1948 y que quedó finalista del premio Nadal.
Marcada especialmente por los recuerdos de las bombas de la Guerra Civil, episodio que reflejó siempre desde la mirada infantil porque quizá nunca tuvo otra, sus problemas matrimoniales (se casó en 1952 con el escritor Eugenio de Goicoechea) marcaron tanto su vida como su obra literaria. En este segundo aspecto, la trayectoria fulgurante de una de las mejores voces de las letras españolas de postguerra, que ya llevaba consigo el bagaje del Premio Café Gijón por Fiesta al noroeste (1952), galardón al que siguieron los Premios Nacional de Literatura Miguel de Cervantes y de la Crítica por Los hijos muertos en 1959 (el mismo año en que consiguió el Nadal por Primera memoria, se frenó. No poder ver a su hijo sólo los sábados y no obtener su custodia hasta que Juan Pablo no alcanzó los 10 años después, lo marcó todo, en especial un proceso de divorcio, algo inaudito en la machista y retrógrada España de los 60. El resultado fue que tomó la decisión de irse a EEUU como lectora. Ello explica que en la Universidad de Boston esté hoy buena parte de su legado literario.
Fue trampeando su situación personal porque, a pesar de todo, fue una mujer dura, a partir de un intenso compromiso personal en lo moral y en lo profesional, Matute nunca ocultó sus preferencias intelectuales e ideológicas. En una entrevista con este diario realizada el pasado verano, confesaba: "Yo siempre he sido de izquierdas, pero no comprometida con ningún partido. Lo que aspiro es al deseo de justicia y a que no me engañen. Ingenua, inocente, soy, pero tonta, no". También se superó en lo literario y con más éxito del que las circunstancias hacían prever. Así, en 1962 cosechó el Fastenrath de la Academia de la Lengua con Los soldados lloran de noche y en 1965 se alzó con el Premio Nacional de Literatura Infantil Lazarillo por El polizón de Ulises. En los ochenta fue distinguida con el Premio Nacional de Literatura Infantil por Sólo un pie descalzo (1984), tras la que siguió un angustiante silencio motivado por una fuerte depresión de la que no estaba muy alejado el alcohol.
Una fuerza de superación notabilísima, su riqueza interior sin igual y el apoyo de su círculo más cercano, sobre todo de su hijo y del staff de su agencia, Carmen Balcells, hizo que lentamente remontara. El año mágico fue 1996, cuando coincidieron la edición de su majestuosoOlvidado Rey Gudú, bello cuento de hadas que se convirtió en una de sus obras de más éxito y, sin duda, la volvió a poner en primera línea en las librerías, y su elección como miembro de la Real Academia Española de la Lengua para ocupar el sillón “K”, institución en la que ingresó dos años después con un discurso muy de su mundo fantástico, En el bosque. Se convertía así en la tercera mujer en ocupar una silla en la alta cámara de la lengua.
Fue un renacer. Aranmanoth (2000), otra obra de corte medieval y, sobre todo, la edición dos años después de sus Cuentos de infancia, recopilación de nueve cuentos e ilustraciones que Matute escribió cuando tenía entre cinco y catorce año, parecieron quitarle, como ratificó el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2007. Ni su hospitalización, en febrero de 2008 a consecuencia de una fractura de tibia, frenó su ansia escritora, entonces centrada en la hasta ahora su última novela, Paraíso inhabitado. La culminación a todo llegó hace tres años, en 2010, cuando obtuvo el Premio Cervantes. “La Literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas”, reconoció, como gran verdad de su vida, en el discurso de aceptación.
Desde entonces fue arrastrando, por culpa de los inevitables achaques de la edad que aun así no le impidieron entregar el pasado enero la última edición del premio Nadal, una nueva novela Demonios familiares, que entregó a su editor, Emili Rosales hace poco y que Destino publicará en septiembre. En verdad, con ella se va uno de los últimos escritores esenciales de los años 40 y 50, en especial mujeres, tras la muerte de autoras como Carmen Laforet, Ana María Moix, Esther Tusquets y Carmen Martín Gaite.
La ya novela póstuma transcurre en 1936, inicio de la Guerra Civil, y está protagonizada por una joven en un mundo de amor, traición y sentimientos confusos. El escenario es una ciudad castellana. Una obra, dice su editor, "en la cual ella trabajó animadamente". Aunque dijera que “nunca ha escrito una sola línea autobiográfica”, la mayor parte de sus obras no estrictamente fantasiosas tiene jirones de su piel y de esas historias que le contaba a Gorogó, su muñeco de tez negra que, pacientemente hasta ayer mismo, fue desde los cinco años el primer receptor de su imaginación ya inmortal.
 Barcelona





Bolivia permitirá que los niños menores de diez años trabajen por cuenta propia


Los niños logran introducir cambios en el proyecto del Código Niña, Niño y Adolescente



Protesta por el trabajo infantil en Bolivia en diciembre de 2013. / ANDREA MARTÍNEZ (AFKAPHOTOS)

El proyecto del Código del Niño, Niña y Adolescente, cuyo debate comienza este martes en la Cámara de Senadores de Bolivia, establece la edad mínima para trabajar en catorce años, pero admite excepciones en el caso de menores de diez, en el denominado régimen “por cuenta propia” o independiente.
El texto de la norma ha sido aprobado en los últimos días por la Cámara de Diputados e incluye una serie de observaciones y modificaciones que los niños y adolescentes, apoyados por educadores, acordaron durante una reunión, el pasado 3 de junio, con el presidente del Senado, Eugenio Rojas.
La disposición en ciernes ha pasado a la Comisión de Constitución de Senadores, que acaba de convocar a sesión para revisar y sancionar a fin de enviar el texto al Poder Ejecutivo para su promulgación. El Código entrará en vigencia a partir de agosto de 2015, según se ha informado en la Cámara Alta de La Paz.
A pesar de los acuerdos entre niños y legisladores, todavía persisten las dudas entre los pequeños trabajadores respecto a la delimitación de la edad laboral en un contexto distinto a la realidad del Estado boliviano, comprometido a proteger la niñez y la juventud y, a honrar convenios internacionales sobre la regulación del trabajo de menores.
El delegado por Cochabamba Gerald Vino, de diez años, se preguntaba: “¿Por qué los niños no deben trabajar, si yo en mi trabajo me divierto con los demás niños trabajadores de Cochabamba?”.
Menos divertidos que Gerald, las calles de las ciudades bolivianas están llenas de pequeños trabajadores desde los cinco años que necesitan obtener algún centavo para sobrevivir a la disgregación de la familia, al abandono o a la condición de sin techo que, a veces, asume el menor para escapar del maltrato y la violencia intrafamiliar. El Defensor del Pueblo ha informado que cada año unos 900 niños son abandonados en las calles o en los basureros. El 40% de ellos queda en total orfandad.
En el acápite relativo al trabajo de los menores, el proyecto de Código establece dos regímenes: el de la dependencia laboral a partir de los 14 años, la percepción de un salario no inferior al mínimo nacional y una jornada de ocho horas con dos horas de permiso para el estudio, además de un horario que no puede sobrepasar las diez de la noche.
El segundo régimen, denominado “por cuenta propia”, admite el trabajo de menores entre diez y catorce años con previa autorización de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, que además deberá llevar un registro de estas autorizaciones.
La denominación “por cuenta propia” alude al desempeño del menor que “sin formar parte de la actividad familiar o comunitaria realiza sin que exista relación de subordinación o dependencia laboral”. La principal actividad “por cuenta propia” corresponde a los menores dedicados a lustrar los zapatos en las áreas urbanas, entre otras.
El régimen laboral para los menores bolivianos, que conforman un ejército de casi un millón de personas, prohíbe específicamente el trabajo de niños, niñas y adolescentes en la zafra (cosecha) de caña de azúcar, de castaña (nuez amazónica); en la minería (principalmente como perforista o encargo de colocar cargas explosivas de dinamita), en las ladrilleras, en el expendio de bebidas alcohólicas y recolección de desechos que afecten a la salud, como peores formas de explotación.
Además, se incluyen en las prohibiciones el modelaje que implique imagen erótica, el trabajo en amplificación de sonido y en el manejo de maquinaria peligrosa.
A diferencia del área urbana donde es posible la aplicación de las leyes, en el área rural, donde se encuentra el grueso del trabajo infantil, esa tarea será más difícil.
La cultura del trabajo de los menores de edad en el área rural tiene otro concepto: forma parte de la vida y del aprendizaje de la persona como miembro de una familia y una comunidad. El informe “Mi fortaleza es mi trabajo” recoge una serie de experiencias y de visiones tanto de padres como de hijos en pueblos originarios sobre el trabajo del menor.
“Desde pequeños deben aprender, de acuerdo a la edad; podrían volverse flojitos y cuando ya sean grandes será difícil que aprendan los oficios del campo”, explica un padre de la comunidad de Asanquiri.
“El trabajo nos enseña cómo es la vida; un niño que trabaja valora más el dinero que el niño que no trabaja y no sabe lo que cuesta la vida y no le importa, no sabe lo que está perdiendo”, afirmó Cristina que emigró del campo a la ciudad de El Alto.
Los líderes de la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (UNATSBO) están conformes con los acuerdos logrados en el texto del Código. En realidad, es un tremendo éxito para todos los trabajadores menores de 18 años, que no solamente han frenado una medida inconsulta en 2013, sino que han logrado introducir modificaciones durante un diálogo con las autoridades, con quienes se reunirán cada cinco años para analizar los cambios producidos. Lo que no se ha dicho aún es que, por primera vez, los niños trabajadores se hacen “visibles” ante una sociedad que los ha ignorado casi siempre y alcanzan uno de sus sueños: ser respetados y protegidos como trabajadores.

 Cochabamba


Brasil, Chile y Nicaragua despuntan en América Latina en energías limpias


'Climatescope' destaca a estos países en su lista de inversión ecológica y reducción de gases

La última posición es para Venezuela, lastrada por la contaminación de su industria petrolera



Brasil lidera por segundo año consecutivo el Climatescope (escala climática) de América Latina y el Caribe, un listado que puntúa a los países en relación a sus inversiones en energías limpias y en la reducción de los gases de efecto invernadero. En una escala, del 2 al 5, su puntuación es de 2,47, según los datos que se han dado a conocer en el Climate Investment Funds Forum 2014 que este año se celebra en Montengo Bay (Jamaica).
La clasificación, elaborada por Inter American Development Fund y Bloomberg New Energy Finance, orienta a los inversores sobre los mercados más atractivos para invertir en energías no contaminantes, con bajas emisiones de carbono. Y todas las miradas apuntan a Brasil, donde en el periodo que va del 2006 al 2012 la apuesta por energías limpias superó los 82.000 millones de dólares.
El toque de atención es que en el 2013, el último año valorado, experimentó un descenso del 36%, pese a que sigue manteniendo una apuesta sólida por las políticas de energías renovables.
El puesto segundo del Climatoscopees para Chile, con una puntuación del 2,41 y unas perspectivas buenas para los inversores dados sus muchos recursos naturales, empresas sensibles con el medio ambiente y el crecimiento del poder adquisitivo de la sociedad.
En el tercer lugar se sitúa Nicaragua, con un 2,26, y un gran salto adelante del 40%, mediante una inversión de 292 millones de dólares en la apuesta por las renovables. El país está comprometido con las energías limpias, según se desprende de los datos de los analistas financieros.
El cuarto y quinto lugar son para Perú y México respectivamente. En ambos casos su punto fuerte es que han atraído más inversiones en renovables. Especialmente significativas son las cifras de México, que pasó de una inversión de 500 millones de dólares en el 2011 a 2.900 en el 2012.
A la cola de los países de Latinoamérica está Venezuela, con una poderosa industria petrolera, lo cual, según los analistas, explica su negligencia a la hora de apostar por las energías no contaminantes.
Paraguay y Bolivia detentan también las posiciones bajas delClimatescope, seguidos de toda la región del Caribe, a excepción de Jamaica, que no sobrepasa los 0,80 puntos, lo que significa que tendrán que hacer un gran esfuerzo a la hora de subirse al carro de las energías no contaminantes.



Bloomberg e Inter American Development Fund animan a los inversores a apostar por las energías limpias en ambas regiones, dado el crecimiento económico que han experimentado en los últimos años y su compromiso con el medio ambiente. No obstante, señalan que el principal temor de los inversores es cómo moverse en economías regionales difíciles de entender. Un intercambio de información y un marco político adecuado parecen ser las claves.
En el foro de Jamaica se ha puesto de manifiesto el potencial de América Latina y el Caribe para expandir su mercado de energías limpias. En los distintos paneles de discusión se ha incidido en la necesidad de hacer crecer y transformar la economía a través de iniciativas respetuosas con el medio ambiente y comprometidas a combatir los gases de efecto invernadero, asociados al cambio climático.
La llave parece estar en la baja emisión de estos gases y en las energías limpias. El reto: “Hacer partícipes a las comunidades locales en los proyectos, y coordinar los esfuerzos que se programan en instancias internacionales alejadas de las realidades locales concretas”, en palabras de Andrea Rodríguez, asesora legal del Climate Change Program.

 Jamaica

32 AÑOS SIN AKIRA KUROSAWA

                                      Fotografía fuente Revista Yume: https://revistayume.com/ “Puede que sólo puedas escribir una página po...