viernes, 31 de julio de 2015

Por qué están en auge los paraísos fiscales a pesar de ser tan odiados y combatidos



Los han llamado "lugares soleados para gente sombría".

En los últimos años, los paraísos fiscales han enfrentado los embates de gobiernos de todo el mundo, a una batería de nuevas regulaciones internacionales para volverlos más transparentes y a numerosas campañas de ciudadanos de a pie, indignados por la evasión de impuestos de los ricos y las grandes empresas.

Pero estos sitios, lejos de desaparecer, siguen ahí. Y, de hecho, están más fuertes que nunca.
Se estima que la suma total de dinero escondido en estas jurisdicciones que ofrecen una carga tributaria baja o nula en todo el mundo asciende a US$21 billones. Esto equivale a la producción económica anual de EE.UU. y Japón juntos.
Entonces, la pregunta del millón es por qué estos centros financieros continúan existiendo a pesar de la creciente oposición que despiertan, liderada por el presidente de EE.UU., Barack Obama, entre otros gobernantes.
Para responderla, hay que comenzar desde el principio.

El primer paraíso fiscal

Era un día tormentoso a fines del siglo XIX cuando una flota británica encalló en un arrecife en el Caribe occidental.
Islas Caimán
Las Islas Caimán, una postal de los paraísos fiscales.
La mayoría de los pasajeros y la tripulación, incluyendo un príncipe, habrían muerto de no haber sido por el heroísmo de los pobladores de una isla cercana que se apresuraron a rescatarlos.
Como muestra de su gratitud, el rey Jorge III de Inglaterra prometió que la isla, Gran Caimán, nunca más pagaría impuestos. Y así nació el primer paraíso fiscal del mundo.
Esta es la historia que repiten en las Islas Caimán para justificar que, desde entonces, no cobran tributos a los ingresos, a las ganancias de capital o a la riqueza.
Pero los 55.000 residentes de Gran Caimán –la isla más grande del archipiélago– no son los únicos que se benefician de este privilegio, sino también unas 80.000 compañías, muchas de ellas subsidiarias de empresas extranjeras que, en su inmensa mayoría, no realizan negocio alguno en la isla.
Al conteo hay que agregar numerosos bancos con activos totales de US$1,4 billones.

¿Sólo evasión de impuestos?

"Gran Caimán tiene bellas playas y bonitos hoteles. Es un paraíso tropical", le dice a la BBC Anthony Travers, un abogado británico que abandonó Reino Unido hace 40 años, luego de graduarse en la Universidad de Cambridge.
Anthony Travers
Antony Travers, el presidente de la Bolsa de Valores de las Islas Caimán, asegura que ya no se evaden impuestos.
"Vine aquí a mediados de los años 70 –soy uno de los dinosaurios– para escapar de los altos impuestos en Reino Unido, que en aquel momento eran prohibitivos", recuerda.
La historia de vida de Travers, actualmente el presidente de la Bolsa de Valores de las Islas Caimán, resume bien la característica principal de los paraísos fiscales.
Te mudas, como él, a un centro financiero en el extranjero o simplemente mudas tu dinero allí. En ambos casos, el efecto parece ser el mismo: privar a otro país de ingresos en concepto de impuestos.
Una investigación de la Red para la Justicia Fiscal (Tax Justice Network), un grupo activista internacional, calcula que si las ganancias enviadas a los paraísos fiscales se quedaran donde realmente fueron generadas, muchos países en desarrollo tendrían la posibilidad de pagar todas sus deudas.
Pero Travers asegura que la idea de que estos centros financieros ofrecen un estructura impositiva diseñada específicamente para explotar la demanda mundial por evadir impuestos es errónea.
Barack Obama
Obama es uno de los gobernantes que ha criticado fuertemente a los paraísos fiscales.
"Esta vision está fuera de moda. Las corporaciones no vienen a las Islas Caimán para eludir el pago de tributos. Las empresas que operan aquí pagan impuestos en las jurisdicciones que les corresponde".
"En realidad, las compañías que fijan domicilio en las Islas Caimán, en particular los fondos de cobertura (hedge funds), lo hacen por razones comúnmente relacionadas con las legislaciones de los distintos países. Buscan estabilidad y ausencia de normas intrusivas", explica.
La principal atracción de las Islas Caimán y otros centros financieros es, según Travers, que son una jurisdicción donde los activos pueden ser retirados sin incurrir en un nivel extra de gravámenes para luego ser invertidos en otra parte del mundo.
"Es un delirio creer que en esta isla hay un enorme cofre lleno de oro proveniente de otros lugares del mundo. El dinero de los hedge funds u otras fuentes es invertido y reinvertido".

Mutación

Debido a la presión EE.UU. y otros gobiernos del mundo, los paraísos fiscales se han visto obligados a dar acceso a la información bancaria de sus residentes.
Las autoridades de las Islas Caimán dicen que ahora es más sencillo saber quiénes son los dueños de los activos y hacia dónde va el dinero, e insisten en que esos fondos pagan impuestos en los respectivos países.
Unión Europea
La campaña contra los paraísos fiscales se ha intensificado en los últimos años.
Entonces, ¿por qué tanto escándalo? ¿Será que los paraísos fiscales se subsisten porque no tienen nada de malo?
¿Serán incluso útiles para ayudar a bombear capital al sistema global, como el corazón lo hace con la sangre en el cuerpo?
El fundador de la Red para la Justicia Fiscal, el contador británico Richard Murphy, le dice a la BBC que la forma en la que operan los paraísos fiscales se ha vuelto mucho más compleja: "Han cambiado radicalmente a partir de 2005".
"La evasión fiscal ya no es su principal propósito", asegura.
"Su justificación es otra: como las regulaciones siguen favoreciendo a las grandes compañías que quieren mantenerse lejos de la mirada de los reguladores, las empresas ven en los paraísos fiscales una solución para salir bien paradas comercialmente, con menos costos que si operaran en otros sitios".

Jugar a las escondidas

En otras palabras, la consigna sigue siendo eludir impuestos pero de manera legal y de un modo muchísimo más intrincado: mover el dinero fuera de un país determinado y colocarlo en una cuenta bancaria difícil de rastrear.
Según Murphy, los paraísos fiscales aún existen porque les permiten a las grandes compañías dividir sus operaciones –sólo en los papeles, por supuesto– para evitar ser reguladas en los sitios donde realmente llevan a cabo sus actividades.
Existen específicamente para enturbiar las cosas, agrega.

Paraísos fiscales

Algunas cifras

U$21 billones
El dinero que, se estima, está oculto en paraísos fiscales
80.000
El número de empresas registradas en las Islas Caimán
  • US$1,4 billones Los activos de los bancos que operan en las Islas Caimán
"Pongamos el ejemplo de una compañía que está registrada en las Islas Caimán pero opera en Reino Unido, lo cual es bastante frecuente", explica Murphy.
"Si el gobierno británico sospecha de esa compañía y quiere hacer preguntas, primero debe dar un buen motivo sobre por qué necesita esa información. Y, para complicar las cosas, las Islas Caimán también deben dar una buena razón para vincular a esa compañía con Reino Unido. El problema es que toda la estructura está armada para evitar que se unan cabos".
Claro que los gobiernos también deben querer hacer preguntas.
Los críticos sospechan que algunos gobiernos juegan a las escondidas de una forma particular: como si el niño que busca al resto pasara al lado de uno de los niños ocultos y deliberadamente mirase hacia otro lado, porque lo que quiere es seguir jugando más tiempo.
Murphy dice estar convencido de que algunos gobiernos quieren que el juego de los paraísos fiscales continúe.
"Creen que vale la pena permitir que la City de Londres y Wall Street realicen parte de sus actividades fuera de la mirada de los reguladores, para que puedan competir de una forma que consideran más innovadora y les hagan ganar mucho dinero a los mercados financieros globales, lejos de un ambiente regulado".

El caso de Google

En otras palabras, no son sólo los paraísos fiscales son los responsables de que sigan existiendo los paraísos fiscales. También tiene su cuota de responsabilidad los gobiernos...
Google
Google asegura que todas sus operaciones son legales.
... Y las empresas multinacionales.
Uno de los casos que más ha llamado la atención de los reguladores financieros en Europa y EE.UU. es el del gigante de internet Google.
La compañía estadounidense ha logrado minimizar su factura impositiva en Reino Unido y otros países donde opera registrando casi todas sus ventas en el exterior –y por lo tanto sus ganancias– en Irlanda.
Ese dinero es canalizado legalmente hacia Bermuda, donde paga muy pocos tributos, previo paso por Holanda.
Google asegura que actúa dentro de la ley.
Y en eso tiene razón: puede manejarse de esa manera no sólo por las regulaciones vigentes en Bermuda, sino también porque las normas irlandesas y holandesas –o sus vacíos legales, si se quiere– permiten que los beneficios abandonen esos países sin que se hagan muchas preguntas al respecto.
Holanda
Holanda: ¿en parte un paraíso fiscal?
De modo que los paraísos fiscales offshore existen porque frecuentemente a otros naciones les conviene que existan.
Y lo curioso es que esos otros países también han comenzado a mostrar algunas características de los paraísos fiscales y hasta compiten con algunos centros financieros offshore.
"Hablamos de Holanda, Suiza, cada vez más Reino Unido, Luxemburgo", le dice a la BBC la legisladora Margaret Hodge, que preside el Comité de Cuentas Públicas del Parlamento británico, el cual ha tenido en la mira a gigantes como Google.

"Todos estos países creen que, al ofrecer impuestos bajos o la posibilidad de que compañías globales no los paguen, atraerán más negocios a su territorio. Y la realidad es que no atraen negocio alguno. Más bien son usados para canalizar ganancias y, de paso, pierden recaudación impositiva".

¿En todos lados?

Al parecer, los paraísos fiscales están en casi todos lados. Y el estado de Delaware, en Estados Unidos, es un buen ejemplo de ello.
¿Por qué escandalizarse por las Islas Caimán, que tienen 80.000 compañías registradas, muchas –o la mayoría– "con estanterías vacías", si Delaware registra 945.000 empresas y tan sólo cuenta con una población de 920.000 habitantes?
Delaware
El estado de Delaware, en EE.UU.: un paraíso fiscal en el país de Barack Obama.
Se trata de un paraíso fiscal que actúa bajo las narices de Barack Obama, que es de los mayores críticos de estos centros financieros.
¿Será entonces que los paraísos fiscales continúan existiendo porque hay muchos intereses en juego y los políticos no pueden –o no quieren– hacer nada contra ellos?
¿O hay algo que no entendemos, por ejemplo, que pueden tener un lado bueno?
Jamie Whyte, filósofo y exasesor financiero, ha promovido la idea de que su país, Nueva Zelanda, se convierta en un paraíso fiscal.
Trató de instalar el tema cuando lideró un partido pronegocios en las últimas elecciones generales del país, en 2014, pero su agrupación fracasó estrepitosamente y su carrera política quedó trunca.
"Yo soy un simpatizante de los paraísos fiscales por una cuestión de competencia", asegura.
"Básicamente, aprovechan el hecho de mucha gente en otros países quiere pagar menos impuestos. Así que ofrecen esa posibilidad y las regulaciones se lo permiten. Sin ellos, quién sabe dónde terminaría ese dinero".
Jamie Whyte
Jamie Whyte es uno de los grandes defensores de los paraísos fiscales 2.0.
"Entiendo que a la mayoría de las personas odien los paraísos fiscales porque creen que el dinero debería quedarse en sus países. Pero su existencia no es, por así decirlo, democrática. El hecho de que la gente reclame esos fondos no significa que tenga derecho a ellos", dice Whyte.
En los últimos tiempos, los paraísos fiscales acordaron realizar reformas para evitar ser usados para actividades criminales.
Y con su nuevo rostro se han ganado numerosos defensores en todo el mundo. Como lo es Whyte.
Esto puede significar que eliminarlos por completo podría ser más complicado de lo que se piensa desde el punto de vista político.
Además, hay una cuestión práctica: incluso si logran suprimirse algunos paraísos fiscales, los que queden en pie seguramente acabarán teniendo mayores beneficios e irán volviéndose más atractivos.
Si algo queda claro, eso es que los paraísos fiscales han demostrado una gran capacidad de adaptación ante los cuestionamientos en todo el mundo sobre sobre su existencia.
Y que a los críticos y a los reguladores no les queda otro remedio que seguir ajustando sus estrategias.

El drama de los miles de haitianos forzados a abandonar República Dominicana



Una camioneta blanca avanza con dificultad en una carretera de Laguna Salada, a medio camino entre la ciudad dominicana de Santiago y Dajabón, en la frontera con Haití.

Sillas, mesas, colchones, armarios, ollas, garrafas de agua , un neumático, una bombona de gas, un televisor… un enjambre de objetos apilados de manera caótica pero magistralmente colocados para que nada se caiga triplica la altura del vehículo.
Al volante, un inmigrante haitiano que, por miedo a perderlo todo, ha decidido reunir a su familia y regresar a su país con la casa a cuestas.
Es una imagen que se repite decenas de veces cada día en los numerosos puntos fronterizos que separan ambos países desde que culminase a mediados de junio el registro del plan de regularización de extranjeros al que se han acogido más de 288.000 indocumentados, la mayoría haitianos.

Los otros, los que no consigan reunir los requisitos para quedarse legalmente, viven bajo la amenaza de ser deportados que está dejando medio vacías algunas de las numerosas comunidades de inmigrantes haitianos en el país.
"Nos estamos yendo porque siempre vemos por la televisión que la cosa va a estar caliente y yo, con mi familia, no puedo dejar a mi hija aquí botada. Yo me voy", le dice Rafael a BBC Mundo nada más sellar el papel que le certifica como inmigrante retornado en el puesto fronterizo de Ouanaminthe (Haití).
Tras pasar más de 4 años trabajando en campos de caña de azúcar y en la construcción en la localidad dominicana de Villa los Almácigos, este joven de 22 años ha decidido regresar junto con su mujer Joselyn, de 20, y su hija Janeire, de sólo 7 meses.

Vivir bajo la sombra de la deportación

Acaba de cruzar la frontera sobre el río Dajabón (río Masacre en Haití), que separa ambos países, y apostado delante de la moto con remolque que alquiló para trasladar sus pertenencias, Rafael sabe que el futuro que le espera en su país, el más pobre del continente, es incierto.
El futuro que les espera a los inmigrantes haitianos retornados como Joselyn y su hija Janeire en el país más pobre de América Latina es incierto.
"Vamos a ver qué sale por allá para ponernos a trabajar. No sé todavía qué va a resolver uno allá", lamenta el joven que presume de haber tenido una buena relación con sus vecinos dominicanos.
Los oficiales de inmigración haitianos que le han puesto el sello en sus documentos no pueden ocultar su enfado por la situación de sus compatriotas en República Dominicana mientras hablan con Jean Mari Josef, un haitiano de 52 años que asegura que fue deportado pese a tener una visa de trabajo.
Aunque las autoridades dominicanas dicen mantener el periodo de gracia previo a las temidas deportaciones de quienes no han conseguido regularizar su situación, este trabajador asegura que lo detuvieron y lo expulsaron a Haití cuando salía de su trabajo en un complejo hotelero en Puerto Plata.

Pese a que las deportaciones masivas aún no han empezado, este trabajador haitiano asegura haber sido expulsado.
"Voy a subir a un motor (carro) y hay tres hombres que me llaman y me dicen: ven acá, moreno, dame tu cédula, y le dije: yo no tengo cédula pero tengo mi pasaporte y también yo voy a tener residencia. Y me deportan con doce personas", afirma.
Indignado por que dice que los funcionarios que lo detuvieron no le dieron la oportunidad de ir a buscar sus documentos, Josef está dispuesto a tirar la toalla tras 17 años viviendo en el país donde tiene dos hijos, ambos con carrera universitaria.
"Voy a volver para vender lo que yo tengo, me dan mi liquidación. ¡Yo salgo de ese país y vengo para mi país ya! No puedo hacer nada porque no voy a coger vergüenza de acá para allá", le dice a BBC Mundo, refiriéndose a cómo se sintió cuando fue expulsado.

Entre el miedo y la indignación

En el municipio dominicano de Guayubín, a 69 kilómetros de la frontera por donde expulsaron a Josef, otro inmigrante haitiano, Lance Neville, comparte ese sentimiento de hastío.
A Lance Neville, una organización lo está ayudando a conseguir los papeles para regularizar su situación, pero asegura que no tiene miedo de una posible deportación.
Sentado a la sombra de un árbol mientras deshace las pequeñas trenzas que lleva su esposa, Neville afirma que está tratando de reunir los papeles para conseguir regularizar su situación, pero que si tuviera que irse lo haría "sin problemas y tranquilo".
"¿Tú ves cómo estoy ahora"?, pregunta el hombre apuntando al suelo de tierra de la comunidad de Ranchadero donde reside, un empobrecido conjunto de casas de latón y madera construidas de manera rudimentaria donde vive con un centenar de sus compatriotas.

Más de 280.000 indocumentados se han acogido al plan de regularización de extranjeros.
"Cualquiera que me diga: ¡Vámonos para Haití ahora!... Yo me voy", exclama el inmigrante que asegura que llegó con la idea de trabajar unos meses en el país para ganar unos pesos, pero que su estancia ya se extiende por más de una década.
Como la mayoría de sus vecinos, Neville se busca la vida trabajando en los campos de guineo (banano) y yuca, en la construcción, o en lo que surja, donde gana lo justo para sobrevivir y mantener a su mujer y sus cinco hijos –cuatro de los cuales estudian en Haití-.
"Alguna vez no puedes comer bien para que los hijos vayan a la escuela y no pasen hambre", lamenta el inmigrante.
Precisamente los altos costos es uno de los principales problemas con el que se han encontrado muchos inmigrantes haitianos a la hora de registrarse en el plan de regularización.

Amenazas

A Neville lo está ayudando una organización de trabajadores a reunir los papeles, pero con los 250 pesos dominicanos que gana al día (unos US$5,5), no podría pagar los hasta 15.000 pesos (US$ 333) que pide un abogado para hacer los trámites.
Casas de haitianos en Ranchadero.
En esta hilera de casas en la comunidad de Ranchadero vivían 11 familias por 500 pesos dominicanos al mes (unos US$11). Ahora sólo quedan cinco. El resto se fueron por temor a las deportaciones.
Pero no todos sus vecinos están tan tranquilos.
De hecho, en su comunidad, muchas casas se han quedado vacías después de que las familias huyeran por miedo a las deportaciones forzosas.
"La mayoría ¿tú sabes por qué se fueron?", explica Jackson Lorrain, el líder sindical que ayuda a Neville a reunir los papeles de los vecinos.
"Porque (algunos policías) llegan a la puerta de donde viven los migrantes y les dicen ¡ay!, ¿cuándo ustedes se van? Entonces contestan que ya pronto va a comenzar la deportación y que los van a devolver a todos. Los amenazan. Por eso la gente se está yendo de sus comunidades. No porque se quiera ir voluntariamente", apunta.
Prefieren volver a su país con sus pertenencias y sus familias antes de que un oficial de migración los detenga en medio de la calle y los expulse.
El ministro del Interior dominicano, José Ramón Fadul, aseguró que se dieron instrucciones a la policía y las Fuerzas Armadas "para el trato a las personas y que no haya atropellos" a partir del 1 de agosto, la última fecha dada de cuando podrían comenzar las deportaciones.
Pero la posibilidad de que se produzcan agresiones u otras violaciones de derechos humanos en las eventuales expulsiones y un vacío de la ley que hace que algunos inmigrantes se queden en situación prácticamente de apátridas, hizo saltar las alarmas en los despachos de los organismos internacionales y las ONGs.

Residentes después de medio siglo

El plan que levanta las susceptibilidades a nivel internacional y en República Dominicana (que defiende su derecho a decidir sus propias políticas migratorias), para sus principales destinatarios –los haitianos, que son el 87% de los inmigrantes en el país- tiene muchos sentimientos y significados.
Este lugar donde el gobierno dominicano da los carnets de residencia será también centro de detención cuando comiencen las deportaciones.
Como la justicia que le evoca a Osmán Noel, un haitiano menudo con una incipiente barba blanca que tras medio siglo exacto en República Dominicana -la mayoría de esos 600 meses picando caña de azúcar- por fin tiene un carnet que lo reconoce como residente legal en el país.
Con una camisa blanca impoluta y un sombrero marfil que contrastan con su piel oscura, Noel viajó desde el batey (finca) en el que vive en la provincia oriental del Seibo a Haina, ciudad aledaña a Santo Domingo, para recoger su tarjeta de residencia.
Muy elegante, como el resto de los cerca de 60 trabajadores de la caña jubilados con los que compartió un autobús verde algo destartalado, no puede ocultar su satisfacción:
Autobús lleno de trabajadores d ela caña haitianos
Muchos trabajadores de la caña jubilados de los bateyes del este se han visto beneficiados por el plan de regularización.
"Este carnet es un derecho que me da el país y algo que dejaré a mis tres hijos", le dice Noel a BBC Mundo delante de la puerta del "Centro de acogida vacacional Haina", al lado del mar Caribe, y que, paradójicamente, se convertirá en una especie de centro de detención cuando comiencen las deportaciones.
Pero para quien Osman tiene palabras de agradecimiento es para Epifania Saint Charles, una joven dominicana de origen haitiano que trabaja en una organización que ayudó a los cañeros de los bateyes del Seibo a legalizar su situación y les costeó los trámites.
Para ella, la entrega de los carnets a los trabajadores de la caña jubilados –un sector ampliamente beneficiado por el plan de regularización- también es un acto de justicia.
"Son personas que tienen entre 40 y 60 años viviendo en el país. Yo nací y crecí en el batey y me encontré con ellos", afirma en declaraciones a BBC Mundo. "Esas personas han echado toda la vida aquí, ya son de aquí. ¿Pa dónde van esos viejitos, pa dónde los van a llevar? Tienen familia, hijos… No es necesario que los deporten ".
Sin embargo, Saint Charles reconoce que el plan deja fuera a mucha gente –se estima que al menos 180.000 personas-, como los hijos de inmigrantes haitianos que nacieron después del año 2000 y que no pudieron registrarse por no poder demostrar la estadía legal de sus padres.
La OEA advirtó en un informe emitido esta misma semana y que fue fuertemente criticado por República Dominicana que esas personas corren el riesgo de quedar apátridas, de "no contar con ninguna nacionalidad conocida".
Haitiana en protesta en Santo Domingo
Los inmigrantes lamentan el alto costo de los trámites y la dificultad para conseguir algunos papeles para su regularización.

La Bolsa de Atenas reabrirá el próximo lunes, tras más de un mes cerrada.

Sin embargo, retomará su actividad con fuertes limitaciones para los inversores nacionales



La Bolsa de Atenas reabrirá el próximo lunes tras más de un mes cerrada a consecuencia de los controles de capital, pero retomará su actividad con fuertes limitaciones para los inversores nacionales.
El ministro griego de Finanzas, Euclides Tsakalotos, firmó este viernes el correspondiente decreto que será publicado en las próximas horas, informaron los medios locales.
El Banco Central Europeo (BCE) había dado hace algunos días luz verde a la reapertura de la Bolsa de Atenas, que se ha ido retrasando debido a problemas técnicos.
El problema principal era que había que adaptar los sistemas informáticos de los bancos a las limitaciones en las operaciones impuestas por los controles de capitales.
Mientras duren las restricciones a las transacciones bancarias, los inversores nacionales estarán sujetos a numerosas limitaciones, lo que hace temer a algunos corredores que puedan producirse fuertes caídas de las acciones.

Limitaciones para los nacionales

Según el plan previsto, los extranjeros podrán proceder a la compra y venta sin ningún límite.
Los nacionales, en cambio, tendrán solo derecho a comprar acciones con dinero transferido de cuentas bancarias desde el extranjero o de reservas en efectivo, pero no podrán recurrir a sus depósitos bancarios para este tipo de operaciones.
La Bolsa de Atenas cerró el 29 de junio, el mismo día que los bancos griegos, tras el rechazo del BCE a elevar el techo de préstamos a través del mecanismo de liquidez de emergencia conocido como ELA, en respuesta a la ruptura de las negociaciones entre Grecia y sus acreedores y la convocatoria de un referendo para el 5 de julio.
Los bancos abrieron el pasado 20 de julio, tras tres semanas de cierre, y funcionan con restricciones en lo que concierne a la retirada de dinero y a las transacciones bancarias al extranjero
http://www.abc.es/economia/20150731

32 AÑOS SIN AKIRA KUROSAWA

                                      Fotografía fuente Revista Yume: https://revistayume.com/ “Puede que sólo puedas escribir una página po...