Una mujer de origen indígena gobernará los barrios más exclusivos de la Ciudad de México
Desde esta azotea se contempla la inmensidad de la Ciudad de México, a pesar de que el día ha amanecido nublado y sopla uno de esos vientos que anticipa la tormenta. Xóchitl Gálvez lleva un sarape con dibujos prehispánicos y un collar de monedas chapadas en oro. "A los indígenas nos gusta el brillo", dice esta ingeniera mexicana que acaba de ser elegida delegada de Miguel Hidalgo, la zona en la que se encuentran las Lomas de Chapultepec y Polanco, los barrios más exclusivos del DF. La mujer que de niña cocinaba gelatinas que después vendía por la calle gobernará ahora el lugar en el que vive uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, y donde se asientan tiendas de lujo como Prada y Gucci.
A los 52 años inicia su segunda etapa en la política. En la primera estuvo al lado de Vicente Fox. El presidente vaquero la reclutó para su equipo después de leer en una revista que había sido seleccionada entre los mejores emprendedores latinoamericanos. Entonces dirigía una fundación que ayudaba a niños con desnutrición en zonas rurales. La transición democrática que vivía el país que acababa de sacar del poder al PRI por primera vez en 70 años se concretaba en apariciones espontáneas como la suya. Se granjeó en ese tiempo fama de honesta y de decir las cosas por su nombre.
Señor presidente, este cabrón se chingó el dinero", dijo a propósito de un gobernador que había metido la mano en la caja.
Después intentó un par de incursiones más en la política sin demasiado éxito. Siempre de la mano del PAN, la derecha mexicana.Xóchitl Gálvez regresó a dirigir su empresa dedicada al desarrollo de edificios inteligentes. Uno de ellos es este en el que estamos charlando, zona de oficinas por el día y de prostitución callejera por la noche. "Odiaba a los políticos. No quería ser uno. Pero estoy enojada por lo que está pasando en México: la corrupción, la inseguridad, el desastre en la que se ha convertido mi barrio con su urbanismo, falta de planeación... cada vez me cuesta más salir de mi casa", se queja.
Pocos pensaban que este año podía ganar en una delegación que parecía propiedad de la izquierda. A un mes de las elecciones iba 18 puntos por debajo en las encuestas. ¿Cómo lo hizo? "El hecho de venir de un pueblo tan pobre (Tepatepec) me hacía tener una buena conexión con la gente humilde y el ser empresaria me conectó muy bien con la zona más pudiente. Esa dualidad funciónó", explica.
La Miguel Hidalgo, con 300.000 habitantes, es un microméxico que refleja la realidad del país. El río San Joaquín es un muro que divide dos mundos. Una zona antigua de pueblos prehispánicos que por su mal desarrollo urbano se ha convertido en un nido de delincuencia, y otro espacio elitista, de ejecutivos, bicicletas ecológicas y cenas de 200 dólares por persona.
—Usted tuvo que hacer campaña en esas dos realidades. ¿Qué se encontró en la zona pobre?
—Un enorme contraste. Estoy convencida de que la violencia que hay ahí se da por la exclusión, no por la pobreza. Hay droga, hacinamiento e inseguridad. La gente vive con miedo. Hay un problema estructural del delito. Tenemos una de las colonias más violentas del DF.
—¿Cuál es su remedio?
—Tratar de sacar a las jóvenes de ese destino fatal y romper ese ciclo. Yo soy un ejemplo.
Gálvez fue una buena estudiante. Tanto que su madre le pidió al profesor de primaria que cambiara sus notas por las de su hermano, que había suspendido. Era mejor que el hombre progresara y la mujer se quedara en casa atendiendo las labores del hogar. En ese contexto machista del México de provincias se abrió paso como pudo, hasta llegar al DF y emprender el vuelo.
Una de sus hermanas optó por otro camino. Se encuentra recluida en la prisión de Santa Martha Acatitla acusada de secuestro. Algunas de sus votantes de las zonas más desfavorecidas la han reconocido en la fila durante el día de visita. "Hago la cola, llevo mi comida, paso los controles. Será un juez el que decida si mi hermana es culpable. Acataré el sentido de la sentencia", comenta sobre este tema espinoso con el que intentaron embadurnarle durante la campaña.
Acostumbrada a tratar con delincuentes comunes en prisión, su nuevo cargo le acerca a los de traje y corbata. La especulación inmobiliaria y los sobornos para la obtención de licencias de discotecas y restaurantes ha sido una constante en los últimos años en Polanco. "Conmigo se van a terminar las mordidas, que ni lo intenten", dice como un nuevo sheriff que llega al pueblo.
Acabado su periplo en la gran urbe, asegura que volverá a su pueblo de clima desértico, caluroso por el día, frío por la noche. En ese ambiente gélido mantenía las gelatinas sin necesidad de refrigeración. No había luz eléctrica.
http://internacional.elpais.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario