Cada día, se consumen en el mundo dos mil millones de tazas de café. 25 millones de familias dependen de esta cosecha para su subsistencia.
En los últimos 15 años, su consumo se ha incrementado en un 43%, pero investigadores advierten que la variedad más popular -Arábiga- está amenazada.
Aunque hay cerca de 124 especies conocidas, la mayoría de las plantas que se cultivan provienen solo de dos variedades: Arágiba y Robusta.
Robusta comprende cerca del 30% de la producción global de café y se usa principalmente para el café instantáneo.
Como su nombre lo indica, es una planta fuerte. Pero para muchos, su sabor no es comparable al de la Arábiga, que es suave y complejo
Ésta es la que impulsa la industria y representa la mayor parte de los cultivos del mundo, pero la planta es más frágil y solo tolera un rango muy restringido de condiciones ambientales.
Es particularmente sensible a los cambios de temperatura y a las lluvias.
En 2012, una investigación llevada a cabo por un equipo del Jardín Botánico de Londres, Kew Gardens, reveló un panorama sombrío para el café silvestre en Etiopía, de donde es originaria la Arábiga.
Un modelo computarizado predijo el efecto de los cambios ambientales en esta variedad para el resto del siglo: el número de sitios en los que crece podría disminuir en un 85% para 2080y, en el peor de los casos, la reducción podría llegar a ser del 99,7%.
"Si no hacemos nada ahora y en los próximos 20 años, para fines de siglo, la Arábiga silvestre en Etiopía podría extinguirse, en el peor de los escenarios", dice Aaron Davis, líder del proyecto de investigación.
Observaciones directas
La noticia llegó a los titulares en todo el mundo e hizo que la industria reaccionara.
Desde entonces, el equipo de Kew y sus socios en Etiopía han visitado zonas productoras en dicho país para comparar sus predicciones con la realidad en el terreno.
Es importante ver qué está pasando en el terreno, observar qué influencia tiene en la actualidad el cambio climático sobre el café y hablar con los campesinos"
Jenny Williams/RBG Kew
"Es importante ver qué está pasando en el terreno, observar qué influencia tiene en la actualidad el cambio climático sobre el café y hablar con los campesinos", dice.
"Ellos nos pueden decir qué pasó incluso hace varias décadas, con la participación de varias generaciones de campesinos", añade.
El equipo trabaja ahora con el gobierno de Etiopía en una solución. Llevar la producción a un terreno más elevado -donde es más frío- puede ser una opción.
Algunas zonas que actualmente no son apropiadas para su cultivo pueden serlo en el futuro.
Falta de conocimiento
No fue sino hasta finales del siglo XIX que se confirmó que la Arábiga era una planta etíope y no árabe, como sugiere su nombre.
Tadesse Woldermarim Gole, un especialista en café etíope, completó el mapeo de la planta hace apenas algunos años.
Ahora se sabe que la Arábiga silvestre crece solo en el sur del país y en la planicie de Boma en Sudán del Sur.
Las investigaciones del equipo de Kew tienen implicaciones no sólo para los productores a pequeña escala de Etiopía sino también para el resto del mundo.
Todo lo que supone un riesgo para las variedades indígenas de la Arábiga que se cultivan en Etiopía, afecta aún más a las variedades comerciales.
Las condiciones ambientales son importantes, pero también hay otro factor que entra en juego: la genética.
Variedad limitada
"Las especies silvestres tienen una diversidad genética mucho mayor. Todo lo que ocurre en las poblaciones silvestres se amplifica, por lo general, en las variedades comerciales, ya que la diversidad genética es mucho menor", explica Justin Moat, del Jardín Botánico Kew Gardens.
Se estima que los cultivos de café comercial tienen no más del 10% de variedad genética de la Arábiga silvestre. Para ponerlo de una manera simple: son cultivos endogámicos.
Las razones de esta falta de diversidad genética son, en parte, históricas.
Muchas plantaciones fueron establecidas a partir de plantas únicas, enviadas a distintas colonias -se tomó una planta del jardín botánico de Ámsterdam y se la envió a Surinam en 1718, otra fue enviada a Martinica en 1720 y así sucesivamente.
Desde entonces, se han desarrollado muy pocas variedades nuevas.
"A diferencia de muchos otros cultivos, se ha hecho muy poca investigación sobre el café", explica Timothy Schilling, director ejecutivo del Instituto Mundial para la Investigación del Café (WCR, por sus siglas en inglés).
Según Schilling el café es una suerte de "cultivo huérfano".
Es decir, ha sido cultivado en países tropicales que no tienen recursos para invertir en investigación.
"Los países ricos lo compran, lo tuestan y lo beben, pero no han pagado por la agronomía. La industria del café se dio cuenta de que nadie lo está haciendo. Tendremos que ser nosotros los que lo hagamos", dice Schilling.
"Pero hay un gran vacío en nuestro conocimiento. Por ejemplo, no sabíamos que la base genética era tan pequeña".
El problema del sabor
La falta de diversidad puede tener consecuencias desastrosas: hace a las plantas más susceptibles a las enfermedades.
Y el café tiene un enemigo: la roya.
En 2013 hubo una epidemia en América Central. El café que crece allí no tenía resistencia a la enfermedad. La única protección eran las bajas temperaturas de las latitudes más altas.
Por esta razón, Schilling se ha propuesto un plan ambicioso: "recrear la Arábiga con un cultivo mejor".
La Arábiga es un híbrido de dos tipos de café (C eugenioides y C canephora). Esta hibridación ocurrió naturalmente hace cerca de 15.000 años.
Lo que Schilling quiere hacer ahora es recrear el híbrido y mejorarlo.
Schilling aclara que no se trata de ingeniería genética sino de una forma de hibridación antigua, pero con técnicas modernas. Esto puede tomar décadas.
En el corto plazo, el WCR ha comenzado con otro programa de cultivos.
"Necesitamos rescatar todo lo bueno de Robusta y combinarlo con la Arábiga", dice. "Robusta es fuerte y produce mucho, pero tiene un gusto horrible".
Y ésta es una de las razones por las que resulta vital el trabajo del equipo y sus socios -especialmente en Etiopía- para preservar las poblaciones indígenas de Arábiga silvestre.
La esperanza es que esas plantas puedan ayudar a garantizar la supervivencia del café.
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