domingo, 17 de mayo de 2015

Víctimas del expolio artístico nazi recuperan sus tesoros

Devuelto a sus dueños, la familia Rosenberg, el ‘matisse’ que escondió Cornelius Gurlitt



Imagen tomada hace un año de 'Mujer sentada sobre una butaca', de Matisse, recuperada por los Rosenberg.


Nada más terminar la Segunda Guerra Mundial, Paul Rosenberg volvió a París. El famoso marchante judío, amigo y descubridor de genios como Picasso o Braque, pisaba de nuevo el país que había tenido que abandonar durante la ocupación alemana. Quería recuperar las joyas que había dejado atrás, entre las que destacaba la Mujer sentada sobre una butaca pintada por Henri Matisse en 1924. Pero sus pesquisas no tuvieron éxito. Han tenido que pasar más de 70 años para que esta obra, también conocida como La blusa rumana, figura con abanico,vuelva a las manos de sus legítimos propietarios. La mujer que ha esperado sentada plácidamente con su abanico tanto tiempo abandonará en los próximos días el almacén de Múnich en el que ahora está oculta para reintegrarse en la colección de los Rosenberg.
“Paul Rosenberg escribió al propio Matisse para interesarse por el cuadro. Más tarde continuarían la búsqueda su hermano, su hijo y su nieto. Pero finalmente volverá a sus propietarios gracias a los periodistas que revelaron la colección que Cornelius Gurlitt tenía en su piso”, explicaba ayer en una sala privada de un elegante hotel de Múnich Christopher Marinello, representante legal de la familia Rosenberg. Marinello tomará posesión hoy del cuadro, cuyo valor podría rondar los 20 millones de dólares. “No voy a hablar de dinero. Esta pintura tiene un significado muy importante para la familia. Es una forma de recuperar una pequeña parte de todo lo que perdieron”, añade.
La devolución de Mujer sentada sobre una butaca marca un antes y un después para dos familias. Para los herederos de Rosenberg —entre los que está Anne Sinclair, periodista francesa y exmujer de Dominique Strauss-Kahn—, porque al final logran la pieza por la que tanto tiempo habían luchado. Y es importante también para los herederos de Cornelius Gurlitt, porque esta es la primera devolución del fantástico legado de más de 1.200 obras que unos funcionarios de Aduanas encontraron un día de 2011 en un piso de 100 metros del barrio muniqués de Schwabing.
El escándalo mayúsculo estallaría dos años más tarde, cuando la revista alemana Focus destapó el descubrimiento. Las obras de arte procedían del padre de Cornelius, el marchante de arte Hildebrand Gurlitt, que se valió de sus vínculos con el régimen de Adolf Hitler para comerciar con las obras que los nazis consideraban degeneradas. Por el camino se quedó con una valiosísima colección que incluía nombres como Picasso, Chagall, Monet o Pissarro.
El representante de los Rosenberg no oculta su satisfacción. Pero tampoco su inquietud ante las obras que fueron expoliadas por el régimen nacionalsocialista y que aún no han sido recuperadas. La familia tiene identificadas unas 60 piezas en países como Austria, EE UU, Suiza o Reino Unido. “Hay más cornelius gurlitts que no han salido a la luz. Tenemos constancia de otros poseedores de arte saqueado que no han querido colaborar. Con su actitud, lo único que logran es arrastrar el problema hasta sus hijos”, asegura. ¿Habrá pronto noticias de nuevas devoluciones? “Lo único que puedo decir es que estamos cerca de identificar algunos de estos casos”, añade el representante con un toque algo enigmático.
Marinello no da tampoco pistas sobre el destino del cuadro, que tras pasar a manos alemanas llegó a estar en la colección privada del líder nazi Herman Göring. El matisse, que fue hallado una caja para tomates en la cocina de Cornelius Gurlitt, está sorprendentemente bien conservado. “Habrá que limpiarlo para que los colores vuelvan a brillar y los morados, azules y rojos de la blusa tengan la fuerza que les dio Matisse. Pero está en buen estado”, señala el abogado de los propietarios.
La Mujer sentada no es la única obra que saldrá próximamente de la colección Gurlitt, que antes de morir en mayo del año pasado legó la parte de su colección que un comité de expertos considere legítima al Museo de Arte de Berna. Otra de las grandes joyas que atesoró Gurlitt, Dos jinetes en la playa, pintada por Max Liebermann en 1901, será también devuelta, en este caso a la familia del coleccionista judío David Friedmann. Y el Gobierno alemán anunció el mes pasado que se había identificado una tercera obra para su devolución: El Sena visto desde el Pont-Neuf, al fondo del Louvre, de Camille Pissarro.
Tras el estallido del escándalo, Gurlitt concedió una entrevista a la revista Der Spiegel en la que describía a su padre como un héroe que había protegido su colección “contra el fuego de los nazis, contra las bombas durante la guerra, contra los rusos, contra los americanos...”. ¿Cómo encajaron los Rosenberg esta versión de la historia? “Gurlitt reaccionó como cualquier hijo que defiende a su padre. Él se vio a sí mismo como el guardián de las pinturas. Pero al final de su vida reaccionó y accedió a entregar el cuadro de Matisse como nosotros exigíamos, sin ningún tipo de condiciones”, responde el representante.

 Múnich //http://cultura.elpais.com/

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