Memoria del golpe de estado en la ciudad
El 11 de septiembre es una fecha significativa para nuestro país. Es evidente que esta fecha trae al presente lo que sucedió hace cuarenta años, una mañana de septiembre, que cambiaría el rumbo no solo de la nación, sino de las vidas de cada uno de los individuos que viven en Chile hasta la actualidad.
Después de tensos meses del año 1973, de experimentar día a día la polarización política, el 11 de septiembre se produjo el golpe de Estado, liderado por Augusto Pinochet y la que se denominaría Junta de Gobierno, compuesta además por José Toribio Medina, Gustavo Leigh y César Mendoza. Ellos decidieron tomar el poder después de un dramático y significativo bombardeo a La Moneda que quedaría registrado en la memoria de los ciudadanos y ciudadanas por décadas, quizás por siglos. Era el lugar que albergaba al gobierno, elegido por el pueblo, era el edificio que simbolizaba la política de Chile, y su imagen de ser un país con respeto por la institucionalidad, de larga tradición democrática y pacífica. En el palacio de gobierno estaba el presidente Allende y algunos de sus colaboradores. Por una de las puertas del aquel edificio que representaba la institucionalidad y la estabilidad política del país, se quebraban los valores de paz y tolerancia. Algunos lograron salir aun vivos de La Moneda, otros no. Luego, aquella construcción colonial que por tanto tiempo había sido el lugar que albergaba la llegada de distintos gobiernos elegidos democráticamente, comenzaba a ser destruida, en su materialidad y en su campo simbólico.
Además de su duración, esta dictadura no se relaciona solamente con las instituciones, la política o la historia de Chile, sino con el impacto que tuvo y sigue teniendo en los ciudadanos y ciudadanas de este país, por las consecuencias que ella generó en la vida cotidiana de las personas y, por supuesto, por la violación sistemática de los Derechos Humanos en Chile.
La experiencia de la dictadura en Chile no implicó únicamente del cambio de un sistema político por otro, o la suspensión de la vida democrática por 17 años. Este es uno de esos acontecimientos tan significativos, que se hace presente en cada aspecto de la vida ciudadana. Así, esa dictadura no se instala como un episodio más de la sucesión de gobiernos o proyectos políticos, sino que queda inscrita en la memoria colectiva, tanto por los recuerdos de las personas, como por los recuerdos de la ciudad y del país. Finalmente, las ciudades y los espacios donde habitan las personas y las comunidades no son entornos vacíos, sino que llevan en sí mismos parte de la historia de esas sociedades; son el escenario en que ocurren los acontecimientos, pero también, son lugares especiales que contribuyen al proceso de recordar y reconciliar el presente con la memoria histórica.
Esa memoria, inscrita en la ciudad, en las calles, en los edificios, también es parte de las personas, que aun viven en Chile y que fueron testigos de aquel quiebre que marcaría la historia del país. Los testimonios que así construyen una memoria se pueden encontrar en los documentos oficiales de gobierno, en el recuerdo de aquellos que experimentaron la prisión política y que pudieron vivir para contarlo, en el dolor de los familiares de Detenidos Desparecidos. Pero también, cada persona en la actualidad es parte de esa memoria, aun los jóvenes, en tanto acceden al recuerdo de sus cercanos, que vivieron este proceso, desde su cotidianeidad, también interrumpida por el golpe de Estado.
De esta forma, se intenta construir la memoria histórica, desde la ciudad y desde las personas, para responder a la necesidad de conocer, y de encontrar algún modo incorporar esta traumática experiencia a la historia del país.
Vía : http://www.educarchile.cl/
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