A inicios de este año, la noticia de la niña paraguaya de 10 años que llegó al hospital con 20 semanas de embarazo tuvo resonancia mediática en varios países del mundo.
Pero su historia no es un caso aislado. El año pasado, más de 700 niñas de 14 años e incluso menores dieron a luz en la nación sudamericana de siete millones de personas.
En la Casa Rosa María, en Asunción, la cocina está llena de chicas conversadoras que preparan la comida para celebrar el cumpleaños de una nueva residente.
Está por cumplir 13 años y tiene cinco meses de embarazo.
Nueve de ellas viven en esta casa espaciosa, dirigida por la Iglesia católica y diseñada para acoger a las jóvenes madres y a sus bebés.
Se trata de un lugar muy agradable que se enriquece con los sonidos de las risas de las adolescentes, de los niños correteando y de los balbuceos de los bebés.
En la cocina, está una niña vestida con un saco a rayas y jeans. Su nombre es Perla y tiene 12 años. Está meciendo a su bebé de un año, un niño robusto.
Algunas veces (los agresores) no entienden que lo que hicieron es incorrecto. No muestran empatía o sentimientos de culpa"
Perla fue violada por su hermano cuando tenía 10 años y dio a luz cuando tenía 11.
Es una de las 200 niñas que han pasado por la Casa Rosa María, algunas de ellas con tan solo nueve años de edad.
"Cuando son muy jóvenes y son sacadas de la vida familiar ordinaria y traídas acá, puede ser muy duro para ellas", señala Cilsa Vera, quien está a cargo de la institución. "Pero cuidamos de su salud, les damos la ropa y alimentos, y se adaptan muy rápidamente".
"Un gran alivio"
Ese fue el caso de Mercedes. Ahora tiene 17 años y quedó embaraza a los 12, violada por su padrastro. Llegar a la Casa Rosa María fue un gran alivio.
"Cuando vivía en mi casa (en el interior del país), mi vida era terrible", indicó. "Todo fue mucho mejor cuando llegué a Asunción. Ahora quiero estudiar cocina, terminar mi educación e ir a la universidad. Quiero lo mejor para mi hija y no quiero que nunca experimente lo que yo tuve que vivir".
En la Casa Rosa María, a todas las niñas se les motiva a estudiar para que puedan conseguir un empleo y así mantener a sus hijos.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de Paraguay, 704 niñas de 14 años y hasta menores dieron a luz el año pasado, alrededor de dos cada día. La cifra real podría ser más alta, pues la recolección de datos no es fiable, especialmente en comunidades pobres alejadas de la capital.
"Los números están aumentando año a año. Es un problema que está empeorando", señaló Mirtha Rivarola del Fondo de la Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés).
"Es una situación alarmante. Para una niña de 10 años, que se convierte en madre, su trayectoria de vida se va a ver limitada. Estamos perdiendo demasiadas vidas preciosas para el futuro".
En Inglaterra y Gales, con una población de 57 millones de personas, ocho veces más grande que la de Paraguay, hubo 1.378 embarazos de madres de 14 años y menores en 2013.
El aborto es legal en el Reino Unido. La mayoría de esos embarazos fueron interrumpidos. En Paraguay, sin embargo, el aborto es sólo permitido si la vida de la madre está en peligro.
Influencia religiosa
Mainumby es el seudónimo que se usa en documentos oficiales para identificar a la niña de 10 años que copó titulares en la prensa paraguaya e internacional el pasado mes de abril.
Primero se quejó de un dolor de estómago en enero. Su madre la llevó a varias clínicas, pero el dolor continuó.
Tres meses después, a un doctor de un hospital se le ocurrió hacerle una ecografía. El resultado fue un embarazo de 20 semanas.
El supuesto violador, su padrastro, fue detenido mientras los tribunales esperaban por los resultados de la prueba de ADN.
El interés mediático en la historia se intensificó cuando su madre fue arrestada por complicidad en el abuso. Estuvo dos meses en prisión y no se le permitió ver a su hija.
La organización defensora de los derechos humanos Amnistia Internacional promovió una campaña para que a Mainumby se le permitiera abortar y un grupo de expertos en derechos humanos de Naciones Unidas criticó la posición de Paraguay.
Pero las autoridades no se inmutaron.
"Las evaluaciones psicológicas a las que Mainumby fue sometida muestran que es una niña feliz, una niña sin problemas", indicó el ministro de Salud, Antonio Barrios.
"Y la única opción que nos quedaba, dado que la vida de la niña no estaba en peligro, era continuar con el embarazo".
Mainumby dio a luz a una niña. Pero algunos paraguayos piensan que el gobierno jugó con su salud, el embarazo es mucho más arriesgado para una niña o una adolescente que para una adulta.
"Existe una muy fuerte influencia religiosa fundamentalista", dijo Elba Núñez, coordinadora de la red feminista Cladem.
"Al final, ellos necesitan demostrar que una niña de 10 años puede ser madre en Paraguay. El abuso sexual es un problema, pero los embarazos precoces también son un problema y son un tema de derechos humanos".
"La apendicitis con pies pequeños"
Los abortos son una opción disponible pero en la ilegalidad y si la familia de la menor tiene los recursos para pagarlo. Pero no existen estadísticas confiables sobre cuántos se practican y tampoco sobre del número de mujeres que mueren como consecuencia de la mala praxis en dichos procedimientos.
Llaman el aborto 'la apendicitis con pies pequeños'. La chica no viene a la escuela por unas dos semanas y todos los niños saben que ella tiene apendicitis con pies pequeños"
Núñez habló con niñas en Concepción, al norte de Asunción, quienes conocen casos con finales trágicos.
"Las pobres niñas dicen: 'Sí, aquí pasa eso… A la niñas les da fiebre, jadean para respirar y se mueren", señaló.
Las niñas en mejores circunstancias económicas saben exactamente qué clínicas practican los abortos y cuánto cuesta el procedimiento.
"Llaman el aborto 'la apendicitis con pies pequeños'. La chica no viene a la escuela por unas dos semanas y todos los niños saben que ella tiene apendicitis con pies pequeños".
Con frecuencia, detrás de las historias de embarazos precoces hay historias de violencia sexual. Cada año, la fiscalía general recibe alrededor de 600 casos de abuso sexual contra menores de 14 años. Los agresores frecuentemente escapan sin castigo.
"Lo que vemos no muestra el cuadro completo de los abusos en Paraguay", indicó la fiscal especialista en el área, Teresa Martínez Acosta.
"Hay impunidad. Conseguimos que se condene solo el 30% de los casos. Todas las sentencias son cortas. Usualmente después de tres o cinco años, los perpetradores pueden caminar libres y seguir con los abusos".
Sin embargo, aclara que se ha registrado un cambio positivo.
"Ahora estamos recibiendo más denuncias. Hasta hace pocos años, nadie reportaría algo así, pero ahora los vecinos y los maestros están empezando a dar información".
Esa voluntad de denunciar los abusos también se ha registrado a través del teléfono de ayuda nacional que busca atender casos de maltrato infantil. En el mes posterior a que la historia de Mainumby llegara a los medios de comunicación, el número de llamadas pasó de 750 a más de 950.
Muchas personas que ofrecen información prefieren mantenerse en anonimato, algo que parece ser una herencia de los años del régimen militar, cuando miles de personas fueron detenidas y torturadas. Estar a salvo significaba mantener la cabeza abajo.
En el pasado, esto significaba que muchos casos no llegaban a los tribunales, pero ahora las transcripciones de esas conversaciones telefónicas están siendo aceptadas como evidencia.
Sin empatía
Con años de experiencia en el trabajo social, la coordinadora de la línea telefónica de ayuda, Licia Martínez, todavía se sorprende por algunos de los casos que son reportados y por la actitud de los agresores.
"Algunas veces no entienden que lo que hicieron es incorrecto. No muestran empatía o sentimientos de culpa. No ven que eso los puede llevar a la cárcel. Tampoco ven que le están haciendo daño a otro ser humano. Raya con el comportamiento de un sociópata", indica Martínez.
En Paraguay, hay poco apoyo estatal a las madres jóvenes. La mayor parte de la ayuda proviene de la Iglesia católica y de organizaciones de caridad.
En el centro de familia Mil Solidarios, en Bañado Sur, que es dirigido por la Iglesia, una docena de madres adolescentes atienden a una clase en la tarde. Acuden con sus bebes.
Algunas de las chicas tienen pareja, otras son madres solteras.
A cambio de venir a la clase dos veces a la semana y de asistir a lecciones nocturnas para terminar su educación secundaria, las jóvenes reciben una pequeña subvención.
"Estamos intentando hacerles ver que tienen un futuro", afirma Soraya Bello, la coordinadora.
Bañado Sur es uno de los vecindarios más pobres y más poblados de Asunción. Fue construido sobre el pantano, entre la orilla del río Paraguay y el borde de la ciudad, cerca de un gran basurero. No tiene rutas pavimentadas y las inundaciones son comunes en el área.
"Las jóvenes aquí no salen, no se divierten. La infancia es muy corta", señaló Bello.
"Hay escasez de oportunidades y educación. Y si ambos padres están trabajando, la hija mayor asumirá el rol de la madre para cuidar a sus hermanos y hermanas. Después de eso, no pasa mucho tiempo para que ella quede encinta".
"No es la culpa del bebé"
En uno de los salones de clases, María está escribiendo los comentarios y evaluaciones de la sesión de la tarde en una hoja de papel grande.
"La gente dice muchas cosas sobre nosotros porque somos de Bañado Sur: que somos criminales y que somos sucios por las condiciones en las que vivimos", dice María.
"Dicen: '¿Cómo puedes tener un hijo? ¿En qué estás pensando? Eres una loca'. E incluso en el hospital nos critican. ¿Y ahora qué vamos a hacer? No es culpa del bebé. Y no hay nada que hacer una vez estás embarazada".
En Casa Rosa María, esos comentarios son familiares para la residente más nueva del hogar. Está parada, con sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Tiene cinco meses de embarazo.
Mientras que las otras jóvenes se preparan para la fiesta de cumpleaños, ella prefiere guardar silencio, no sonríe.
Cuando las otras compañeras cantan el "cumpleaños feliz", su rostro refleja desconcierto y desesperación.
¿Cuántas niñas habrían escogido pasar su décimo tercer cumpleaños allí y de esa manera?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario