Acompáñanos en "Salsa y de la buena" esta noche en donde compartiremos 2 horas de salsa. Escúchanos a partir de las 21:30 hrs. de Uruguay, Argentina y Chile; 20:30 hrs. de USA este, Puerto Rico y Rep. Dominicana; 19:30 hrs. Ecuador, Colombia,18:30 hrs. México, El Salvador.
La Fiscalía brasileña ha imputado a João Santana, el publicista que ideó las campañas electorales del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y de la actual mandataria, Dilma Rousseff, ambos del Partido de los Trabajadores (PT), por corrupción dentro del caso Petrobras. En la misma denuncia, hecha pública este jueves, los investigadores acusan también de corrupción a otro hombre histórico del PT, el extesorero João Vaccari Neto.
Los investigadores de la operación Lava Jato (Lavacoches), la mayor investigación sobre corrupción de la historia de Brasil, acusan a João Santana y su esposa y socia, Mónica Moura, de recibir dinero desviado de la petrolera estatal Petrobras a través de una red de empresas en el exterior. Parte de esos fondos, según la Policía Federal brasileña, venían de la constructora Odebrecht, envuelta en la trama corrupta que desangró millones a la estatal Petrobras. En marzo, los investigadores desvelaron que la compañía contaba con un departamento específicamente dedicado a sobornos, responsable de pagar a cambio de conseguir ventajas en contratos, y que contaba hasta con un sistema electrónico propio. Este jueves han dado una cifra aproximada de cuánto dinero dedicó la empresa a estos pagos irregulares: al menos 66 millones de reales para unas 25 o 30 personas.
Santana supuestamente recibió unos tres millones de dólares de origen fraudulento entre 2012 y 2013. La Policía Federal también ha encontrado documentos en Odebrecht que registran el pago de 22,5 millones de reales (aproximadamente 6 millones de dólares) a alguien llamado Feira. Detrás del apodo, sospechan, se encontraban João Santana y Mónica Moura. Él y su esposa, , considerados gurús del márketing político, participaron en campañas electorales de Lula da Silva (en su reelección de 2006) y de la presidenta Dilma Rousseff (2010 y 2014), Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, y el presidente de Angola, José Eduardo Santos. En febrero fueron detenidos.
La Fiscalía ha imputado por corrupción este jueves a otras 14 personas, además de Santana, Moura y Vaccari Neto. Entre ellos, el empresario Marcelo Odebrecht y otros ejecutivos de la constructora (una de las mayores empresas de Brasil) y exdirectivos de Petrobras. Zwi Skornicki, un ingeniero que representaba al astillero asiático Keppel en Brasil, también ha sido detenido acusado de ser uno de funcionar como un intermediario que pagaba sobornos de Petrobras.
Macri sufre su primera derrota parlamentaria mientras se prepara una gran movilización sindical
Nada es permanente en Argentina. Ni siquiera duradero. Y mucho menos en política.Mauricio Macri, como todos sus predecesores en la presidencia, vive en una montaña rusa en la que una semana parece que es el líder más poderoso de América Latina y la siguiente está acorralado por la oposición. Es la dinámica clásica que precisamente este Gobierno quiere romper. Pero no va a ser fácil. “La Argentina es un quilombo si la miran de frente, pero no hay que mirarla de manera convencional”, ironizaba el martes Alfonso Prat-Gay, ministro de Economia, ante un grupo de empresarios españoles.
La oposición argentina ha empezado a rearmarse y a debilitar a Macri en dos frentes: en el Parlamento, con la primera derrota importante del Gobierno, que vio cómo se aprobaba en el Senado una ley que prohíbe los despidos y que el presidente con toda probabilidad se verá obligado a vetar para impedir que prospere. Y también en la calle, donde los sindicatos peronistas han preparado una gran movilización el viernes –de momento no una huelga- que medirá el estado de ánimo de los argentinos. Gobierno y oposición empiezan el juego de poder que en Argentina siempre tiene un final incierto.
Hace un mes, Macri ofreció al mundo la imagen más difícil y deseada: a pesar de estar en minoría, logró que dos tercios de la Cámara de Diputados y tres cuartos del Senado aprobaran el pacto con los fondos buitre que ha puesto fin esta semana a una suspensión de pagos que duró 15 años, la más importante del mundo. “Nos votaron más senadores del Frente para la Victoria [la formación que crearon los Kirchner] que de Cambiemos [la alianza de Macri]” explicaba Prat Gay. Macri ofreció la imagen de que controlaba Argentina. Después llegó la visita de Barack Obama, y el presidente llegó al cénit de su prestigio mundial, apareció con el hombre más poderoso del planeta en todas las televisiones.
A partir de ese momento, Macri ha iniciado una cuesta abajo que arrancó cuando anunció una serie de aumentos de tarifas durísimos, de hasta el 700%, y siguió con su aparición en los papeles de Panamá. La inflación disparada y los ajustes están cambiando el humor de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner hizo su regreso triunfal y la oposición, muy dividida por la guerra de sucesión de la expresidenta, empieza a rearmarse. Y Macri parece de repente mucho más débil que hace un mes.
El presidente sigue teniendo un enorme apoyo internacional y especialmente de algo que para los argentinos, expertos en economía después de decenas de crisis, cuenta mucho: los mercados. El apetito por la deuda argentina –se llegaron a demandar casi 70.000 millones de dólares para una oferta que se quedó en 16.000- es una muestra más del respaldo que Macri encuentra en cuanto sale de sus fronteras. Pero dentro, la oposición ha olido debilidad y empieza a unirse, al menos temporalmente, para tratar de crearle problemas al Gobierno.
Macri y su equipo tratan de trasladar una enorme tranquilidad pero poco a poco los problemas se van acumulando. La votación en el Senado de la ley antidespidos devolvió a Macri a una realidad dura: no tiene ni de lejos el control de las Cámaras. Perdió por 18 votos a 48. Y demostró que realmente solo puede contar con esos 18, los demás son prestados. En Diputados tiene algo más de fuerza, pero también está en minoría. Hasta ahora Macri lo había resuelto con negociaciones y prometiendo dinero y obras a los gobernadores peronistas. Pero todos le han demostrado que siguen ahí.
La ley antidespidos, que dobla el coste de echar a un trabajador y lo hace prácticamente inviable, llega apoyada por ocho sindicatos en un momento en que se discuten las cifras de destrucción de empleo. El Gobierno asegura que todo está más o menos como el año pasado, esto es sin creación de empleo pero también sin destrucción masiva, y los sindicatos peronistas dicen que el empleo se está desplomando. La obra pública está parada porque hay muchas deudas por pagar y la construcción se resiente, mientras una industria muy sensible como la automotriz sufre por Brasil. Argentina se hunde en la recesión y el Gobierno necesita logros cuanto antes.
La movilización del viernes tiene un origen similar y una gran relevancia política. Uno de los mayores logros de Macri hasta ahora había sido controlar a los sindicatos peronistas, a los que invitó a la Casa Rosada nada más tomar posesión. Los calmó con lo mismo que a los gobernadores: promesas de dinero para sus sindicatos y sus poderosas obras sociales. Su alianza con el histórico líder de los camioneros, Hugo Moyano, le daba mucho margen. Pero ahora Moyano encabezará la marcha y entre todos, también pendientes de la reaparición de Cristina Fernández de Kirchner que pesca en las aguas del descontento popular, están empezando a mostrar las uñas o como se dicen en Argentina “marcando la cancha”. Nada hace pensar que Macri no supere esta crisis con algunos rasguños de más y el coste político de tener que vetar una ley, pero hacer previsiones en Argentina es tan arriesgado como inútil. Todos, incluido el presidente, viven día a día en un estado de permanente sobresalto.
El escritor lamenta la "condición de víctima" que el candidato ha "regalado" al país
Si alguien está echando un capote al Gobierno mexicano en estos momentos, ese esDonald Trump y su discurso xenófobo especialmente centrado en México. Ese es el mensaje que el escritor Juan Villoro lanzó este miércoles en Nueva York, en una mesa redonda organizada en el Instituto Cervantes. “El gran aliado simbólico de México es Trump porque le ha regalado al Gobierno la condición de víctima, ahora un país que no cumple la ley puede salir adelante como víctima, en lugar de cómo villano”, reflexionó Villoro.
Desde que empezó la campaña de las primarias estadounidenses, y el fenómeno Trump emergió con toda su fuerza, es difícil toparse con alguna charla que aborde el lugar de México en el mundo que no acabe en los ataques del magnate. Las palabras de Trump son "racistas", recalcó Villoro, pero al mismo tiempo sirven de coartada al Gobierno.
La charla, enmarcada en el festival de literatura internacional PEN, que este año se dedica a México, versó sobre el liderazgo del país en América Latina.
El autor Jorge Volpi apuntó que México “nunca ha sido un líder regional” y que “solo creó una ilusión de liderazgo que no era cierta” en la época en la que se desmarcó del resto de países latinoamericanos al oponerse a Estados Unidos en la relación con Cuba. “Pero tampoco entonces fuimos líderes, porque nadie nos siguió”.
Volpi añadió que la mirada de los mexicanos siempre estuvo dirigida a su vecino del norte, Estados Unidos, y apenas prestó atención al resto de países latinos, lo que añade dificultad a cualquier ilusión de ese liderazgo regional más allá de la fuerza natural de la cultura mexicana.
También Yuri Herrera y Cristina Rivera-Garza expresaron en la mesa redonda sus críticas a alguna de las grandes lacras del país, la violencia contra las mujeres y la sensación de impunidad ante esos crímenes machistas que Naciones Unidas ha puesto recientemente de manifiesto. “Que en el metro del DF haya un vagón para mujeres es una muestra de la derrota cultural del país”, apuntó Herrera.
"No recen por mí todavía", les dijo Prince a sus fans hace unos días.
Fue durante su regreso a los escenarios tras una enfermedad que lo había llevado a cancelar dos de sus conciertos e incluso a pasar por un hospital de Illinois el fin de semana pasado.
Pese a esas señales de alerta, la noticia de su muerte llegó este jueves como algo inesperado.
Fue una forma de marcharse en línea con la figura de un artista que fue a la vez extravagante, ostentoso y llamativo pero celoso de su vida privada.
Su innovadora música combinó rock, funk y pop, jazz y R&B; ganó 7 premios Grammy, un Oscar a la mejor canción y vendió más de 100 millones de álbums a lo largo de su carrera.
En el día de su muerte, la lista de adjetivos para calificar a este rompedor artista parece infinita.
Versátil y pionero
Nacido en Minneapolis el 7 de junio de 1958, Prince fue un prolífico compositor y artista desde una edad temprana: cuentan que compuso su primera canción cuando tenía 7 años.
Cantante, compositor, guitarrista y arreglista, Prince grabó más de 30 discos.
Entre sus éxitos más destacados están Let's Go Crazy, When Doves Cry, Purple Rain, Little Red Corvette, 1999, Raspberry Beret, Kiss y Controversy.
También compuso canciones que usaron otros artistas como el caso deNothing Compares 2U, que la irlandesa Sinead O’Connor convirtió en gran éxito global en 1990 o Manic Monday, de The Bangles.
Controversias sonadas
Prince demostró un audaz y peculiar estilo, y no estuvo libre de controversias.
Más allá de su original apariencia, sus letras provocadoras -sobre todo para los años 80- y su imagen ambigua, son conocidos sus conflictos con las casas discográficas.
El más sonado le llevó a cambiar su nombre en 1993, cuando por un desencuentro con su antigua compañía discográfica le prohibieron el uso de su nombre Prince para cualquier acción comercial.
Entonces anunció que había que llamarlo como "El arista antes conocido como Prince" y posteriormente cambió ese título por un símbolo de imposible pronunciación que mostraba una suerte de combinación de los signos masculino y femenino.
También se opuso a la "esclavitud" que según él le suponían los contratos discográficos y que le impedían producir su propia música.
En algunas ocasiones regaló sus discos y recientemente había comprado todo su catálogo.
Un espíritu libre
La mayoría de homenajes que se suceden este jueves señalan la individualidad e independencia como rasgos característicos de alguien que fue inspiración para muchos.
Saber esto le habría hecho muy feliz a Prince, ya que cuando en una entrevista le preguntaron en qué categoría incluiría su música, respondió:
"Lo único que puedo pensar, porque no me gustan las categorías, es en la plabra inspiradora".
“El problema no es solo que hay muchos gobernantes ineptos...Ya no creemos en nuestro país de la misma manera que antes… El pueblo tiene que reaccionar y poner más de su parte… México es un país en decadencia”. Con esta declaración de amor por su país y petición a sus compatriotas, empezó Fernando del Paso, en la Biblioteca Nacional, en Madrid, los actos de homenaje por su Premio Cervantes de las Letras, que recibirá este sábado en Alcalá de Henares.
Vestido de muchos azules y detrás de sus infaltables gafas oscuras a juego, Del Paso (Ciudad de México, 1 de abril de 1935) cerró media hora después su intervención con una fotografía como gran patriarca de familia muégano. Así llaman en su país a esos grupos familiares que se mueven a todas partes como pegados por la miel que junta los granos de ese típico dulce del que toma su nombre. Catorce personas en la foto: sentados, el escritor junto a su esposa Socorro, escoltados por las sonrisas de sus cuatro hijos, sus yernos, sus nueras y sus nietos, solo faltó la única bisnieta, aún bebé.
Fernando del Paso es el sexto mexicano en obtener el máximo galardón de las letras en español en sus 40 años, y el suyo es el cuarto en los últimos diez: Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005), José Emilio Pacheco (2009) y Elena Poniatowska (2013).
El autor de José Trigo tiene fe en que pronto pueda volver a abordar literariamente los problemas mexicanos. Hoy se conforma con hablar de ellos. Tras pedir a los periodistas que le preguntaran más despacio, Del Paso habló a su ritmo.
Sobre México: “Me preocupa esa inmensa pobreza después de tantos siglos independientes. Tenemos mentalidad de países colonizados, pero debemos deshacernos de ella…”.
Sobre su discurso: “¿Es pasado mañana, no? Será sencillo. Hay de todo, como en botica… Hablo poquito de política, mucho de literatura…”.
Sobre el idioma: “El español fue impuesto a sangre y fuego. Fue hace muchos años. Ahora es tan nuestro como de cualquiera. Nos pertenece. Tenemos tanto derecho como los españoles a decir que es nuestro idioma porque es lo que hemos mamado de niños. En América hay varias clases de español…”.
Ha muerto Patricio Aylwin Azócar, símbolo del siglo XX chileno y uno de los personajes más relevantes del pasado reciente del país sudamericano, junto al socialista Salvador Allende y al dictador Augusto Pinochet. Primer presidente democrático luego de los 17 años de régimen autoritario y líder de la transición, el abogado democristiano ha fallecido la mañana del martes a los 97 años en su casa de la zona oriente de Santiago. Aunque no sufría ninguna enfermedad y sus funciones vitales no presentaban problemas, su salud había decaído considerablemente hace un mes. Se levantaba poco y dormía buena parte de la jornada, por lo que su familia sabía que había entrado en una etapa precaria. En sus últimos días, sin embargo, no tuvo dolores y permaneció tranquilo, contento y sobre todo acompañado. Hasta el final estuvo pendiente de su esposa, Leonor Oyarzún, también de 97, con la que estuvo casado 67 años
Fue un político paradójico y difícil de encasillar. A comienzos de los años 70 fue enemigo de la izquierda y uno de los principales opositores de los mil días del Gobierno socialista de la Unidad Popular, liderado por Allende. El papel que jugó en el Golpe de Estado de 1973 su partido, la Democracia Cristiana, todavía es materia de discusión en Chile. Durante la dictadura, sin embargo, Aylwin se transformó en uno de los principales enemigos del régimen y fue uno de los dirigentes que posibilitó la peculiar alianza entre el centro y la izquierda que derrotó al dictador mediante un plebiscito. Después del fracaso de Pinochet en las urnas en 1988, cuando Chile todavía era una nación de enemigos, los chilenos le encomendaron la complicada misión de ser el primer presidente democrático. Asumió en marzo de 1990 y, con el dictador todavía al mando de las Fuerzas Armadas, lideró una de las transiciones más complejas y exitosas de América Latina.
Tenía 54 años cuando Allende se quitó la vida en La Moneda, 71 cuando él mismo llegó a la presidencia y 88 cuando Pinochet murió en una clínica de Santiago en 2006. Hijo mayor de una dueña de casa y de un jurista que llegó a ser presidente de la Corte Suprema, nació en la ciudad de Viña del Mar en noviembre de 1918. Tuvo cuatro hermanos, algunos con alta figuración pública: Andrés Aylwin, abogado de derechos humanos en dictadura y exdiputado de la Democracia Cristiana, y Arturo Aylwin, excontralor de la República. Junto a su esposa uvo cinco hijos y 17 nietos, conformando uno de los clanes políticos más importantes del país.
Entre 1990 y 1994, como presidente fue partidario de avanzar en la medida de lo posible. Fue el símbolo de aquellas dos décadas de la democracia de los acuerdos, cuando la política chilena estuvo marcada por los consensos entre sectores distantes. Pero en su Administración también realizó acciones osadas para restablecer una sociedad abierta y superar la pelea excluyente de unos y otros . “No es posible una transición exitosa sin la reconstitución de la verdad. Y por eso, un mes después del inicio de mi Gobierno, anuncié la formación de la Comisión Rettig para investigar las violaciones a los derechos humanos”, señaló en 2012 a EL PAIS, en su última entrevista. Lo hizo pese a los consejos de sus asesores que le recomendaban prudencia y el equipo, luego de nueve meses de trabajo, concluyó que 2.296 personas habían muerto en dictadura. Aylwin pidió perdón en nombre del Estado, con la voz quebrada, en un discurso por televisión que es parte de la memoria colectiva de Chile.
Hace años estaba retirado de la vida pública aunque, pese a su edad, hasta 2015 seguía asistiendo a algunas actividades protocolares en su calidad de expresidente. Respetado por los diferentes sectores ideológicos, desde el silencio parecía instalado en un lugar que trascendía el bien y el mal. Al margen de la coyuntura y de los conflictos del corto plazo, su figura era convocada en tiempos de crisis. En diciembre pasado, sin embargo, una caída en su domicilio lo tuvo ingresado por una contusión craneana. Hasta ese momento, Aylwin seguía llevando la vida normal de un anciano activo, que incluía la reunión habitual en el Club de la Unión de Santiago del llamado grupo de los cardenales, militantes democristianos de su generación con el que comía cada dos jueves. Jamás faltó a un encuentro hasta la fecha del accidente. Desde entonces, su salud se fue deteriorando rápidamente, sobre todo en las últimas semanas. No salía de su casa y su salud de agravó considerablemente en las últimas
Fue un protagonista central de los principales hechos que marcaron la historia reciente de este país. En los 70 conoció de cerca a Allende: “Demostró que no fue buen político. Si lo hubiera sido, no habría pasado lo que le pasó”, indicó a EL PAIS. También tuvo que convivir con Pinochet, que en los 90 puso en peligro varias veces la incipiente democracia. “Sabía hacerse el simpático cuando quería. Era socarrón y diablito, jugaba para su propio lado. Pero no fue un hombre que obstaculizara las políticas del Gobierno que yo encabecé”, señaló en la entrevista de 2012. El democristiano, sin embargo, resumió su visión sobre ambos cuando el 4 de septiembre de 1990 encabezó los funerales de Estado del socialista. “Debo decirlo con franqueza: si se repitieran las mismas circunstancias, volvería a ser decidido opositor, pero los horrores y quebrantos del drama vivido por Chile desde entonces nos han enseñado que esas circunstancias no deben ni pueden repetirse por motivo alguno”, indicó el presidente en aquella jornada.