Recordando a Chavela....hoy se celebra un nuevo aniversario de su nacimiento.
La artista mexicana se conmovió junto a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora mirando las fotos y conociendo las historias de sus hijos desaparecidos durante la última dictadura.
Por Victoria Ginzberg
Chavela Vargas entró sonriendo y abriendo los brazos. Con anteojos negros, camisa naranja pálido y un pañuelo en el cuello, fue recibida entre aplausos por Taty Almeida en representación de todas las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “Siento que hablamos el mismo idioma, del dolor, del sufrimiento del ser humano. Las entiendo, las respeto, las amo. Son muy bellas y hermosas, las flores que adornan el universo, que vivirán siempre”, fue lo primero que dijo la cantante dentro de la Casa de las Madres, que visitó ayer.
Chavela llegó a la Casa de las Madres después de plantear expresamente a sus anfitriones en Buenos Aires sus deseos de conocer a las mujeres que se organizaron durante la última dictadura a partir de la desaparición de sus hijos. El martes por la noche, Almeida recibió el llamado de Dante Gullo para arreglar el encuentro que se concretó ayer, después del almuerzo por televisión de la cantante con Mirtha Legrand.
Chavela no se sacó los anteojos negros, pero eso no impidió que su cara reflejara la emoción que le transmitían las Madres y su Casa. Sólo se levantó los lentes para mirar mejor las fotos de los desaparecidos que están exhibidas en una de las paredes. “Todos jóvenes, todos alegres, todos lindos”, dijo.
Las mujeres –Chavela y las Madres Margarita Gropper, Aída Sartí, Enriqueta Maroni, Haydeé Gastelú y Almeida– se sentaron alrededor de una mesa con masitas y café. Aunque la mexicana (nació en Costa Rica, pero su patria de adopción desde hace sesenta años es México) aceptó “una sidrita” que le ofrecieron. Todas brindaron “por la vida”.
“Nuestro símbolo es el pañuelo, es el símbolo de nuestros treinta mil detenidos desaparecidos. Este es para vos, es un honor que lo tengas”, le dijo Taty a Chavela al entregarle un pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. En ese momento, y casi por única vez, pareció que la invitada se había quedado sin palabras. “Hay veces que no se puede decir nada. Yo soy muy habladora, pero ahorita no. No me sale nada. Sé entender el dolor porque lo he vivido, pero las palabras sobran. Las amo”, señaló con su voz áspera y voluminosa. Chavela también habló de su propia madre, más bien de su ausencia. “Yo no viví con ella, es un poco la falta de madre. No conocí la ternura de madre, pero las entiendo y por eso quería conocerlas”, aseguró. Después, cuando se retiró la mayoría de los medios, Chavela prefirió escuchar lo que le relataban las mujeres. Estaba acompañada por la bailarina española Sara Baras, quien se emocionó más que nadie durante el encuentro.
Las Madres le contaron un poco de su historia, de las Abuelas de Plaza de Mayo –que existen debido a que hubo chicos que fueron apropiados y que aún desconocen su identidad–, de las víctimas del gatillo fácil y hasta del actual debate sobre seguridad.
“Son mujeres que les dan un ejemplo a todas las mujeres del mundo. Verdaderamente es la bandera más hermosa que he conocido. En cada una hay esperanza, un perfume y una mirada serena de resignación, pero por dentro no”, comentó Chavela. “No, resignación no”, la corrigieron casi a coro. “Sí, claro, no es la palabra”, se rectificó.
–¿Es creyente? –le preguntó Maroni.
–Soy creyente.
–¿Cristiana?
–No, cristiana no, creyente. Creo en cosas –contestó Chavela, quien fue nombrada chamana. La cantante se despidió con un abrazo a cada una. Las Madres aseguraron que habían sentido “la presencia de una hermana”.
Chavela llegó a la Casa de las Madres después de plantear expresamente a sus anfitriones en Buenos Aires sus deseos de conocer a las mujeres que se organizaron durante la última dictadura a partir de la desaparición de sus hijos. El martes por la noche, Almeida recibió el llamado de Dante Gullo para arreglar el encuentro que se concretó ayer, después del almuerzo por televisión de la cantante con Mirtha Legrand.
Chavela no se sacó los anteojos negros, pero eso no impidió que su cara reflejara la emoción que le transmitían las Madres y su Casa. Sólo se levantó los lentes para mirar mejor las fotos de los desaparecidos que están exhibidas en una de las paredes. “Todos jóvenes, todos alegres, todos lindos”, dijo.
Las mujeres –Chavela y las Madres Margarita Gropper, Aída Sartí, Enriqueta Maroni, Haydeé Gastelú y Almeida– se sentaron alrededor de una mesa con masitas y café. Aunque la mexicana (nació en Costa Rica, pero su patria de adopción desde hace sesenta años es México) aceptó “una sidrita” que le ofrecieron. Todas brindaron “por la vida”.
“Nuestro símbolo es el pañuelo, es el símbolo de nuestros treinta mil detenidos desaparecidos. Este es para vos, es un honor que lo tengas”, le dijo Taty a Chavela al entregarle un pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. En ese momento, y casi por única vez, pareció que la invitada se había quedado sin palabras. “Hay veces que no se puede decir nada. Yo soy muy habladora, pero ahorita no. No me sale nada. Sé entender el dolor porque lo he vivido, pero las palabras sobran. Las amo”, señaló con su voz áspera y voluminosa. Chavela también habló de su propia madre, más bien de su ausencia. “Yo no viví con ella, es un poco la falta de madre. No conocí la ternura de madre, pero las entiendo y por eso quería conocerlas”, aseguró. Después, cuando se retiró la mayoría de los medios, Chavela prefirió escuchar lo que le relataban las mujeres. Estaba acompañada por la bailarina española Sara Baras, quien se emocionó más que nadie durante el encuentro.
Las Madres le contaron un poco de su historia, de las Abuelas de Plaza de Mayo –que existen debido a que hubo chicos que fueron apropiados y que aún desconocen su identidad–, de las víctimas del gatillo fácil y hasta del actual debate sobre seguridad.
“Son mujeres que les dan un ejemplo a todas las mujeres del mundo. Verdaderamente es la bandera más hermosa que he conocido. En cada una hay esperanza, un perfume y una mirada serena de resignación, pero por dentro no”, comentó Chavela. “No, resignación no”, la corrigieron casi a coro. “Sí, claro, no es la palabra”, se rectificó.
–¿Es creyente? –le preguntó Maroni.
–Soy creyente.
–¿Cristiana?
–No, cristiana no, creyente. Creo en cosas –contestó Chavela, quien fue nombrada chamana. La cantante se despidió con un abrazo a cada una. Las Madres aseguraron que habían sentido “la presencia de una hermana”.
Artículo publicado en http://www.pagina12.com.ar/
Abril 2004
No hay comentarios.:
Publicar un comentario