domingo, 22 de diciembre de 2013

Caligrafiti: el arte de hacer grafiti de manuscritos medievales

Flavia Di Consiglio
BBC



En una tarde húmeda de Durham, en el norte de Inglaterra, un trazo de oro ilumina el gris. Una especie de pancarta de 13 metros de altura hecha con pintura de colores brillantes yacía sobre el suelo de una tienda comercial que permanece vacía: era el estudio temporario de Niels Meulman.
La pieza se veía impresionante y estaba esperando a ser trasladada a Newcastle-upon-Tyne, para ser instalada en el Castillo Keep, una fortaleza fundada en el año 1168 por Enrique II. Es un tributo moderno al prólogo del Evangelio según San Juan que dice que "en el principio era la Palabra".
"Es gracioso, porque en el principio para mí también hubo una palabra y la palabra fue shoe", dice el artista, en alusión a su apodo artístico: se hace llamar Shoe (zapato, en inglés).
Lleva el apodo desde los 11 años, cuando hizo un dibujo de un zapato pero, como nadie pudo entender qué había dibujado, le tocó escribir la palabra debajo para dejarlo en claro.
A primera vista, la vida de un artista del grafiti que creció en Amsterdam, Holanda, en la década de 1980 parece no tener nada en común con la de un escriba encargado de copiar textos religiosos en la Inglaterra medieval.
Pero no todo es lo que parece, dice Shoe.
"Hay una similitud entre el que escribe grafitis y el que escribía a mano y cuidadosamente aquellos textos, tiene que ver con dedicarse a jugar con las letras y las palabras. Ambos vemos las palabras como imágenes", compara el artista.
Con copias de las páginas iluminadas de The Lindisfarne Gospels (Evangelios Lindisfarne), un manuscrito de 1.300 años de antigüedad, Shoe señala el delicado pero intricado dibujo: la manera en que las letras se funden unas con otras, formando palabras y dibujos a la vez.
Al principio puede parecer extraño, "porque en la escuela enseñan que los dibujos y las palabras son cosas diferentes", considera el artista holandés.
Pero cuando se dibuja o se pinta una palabra, ésta se convierte en una imagen, "en una unidad abstracta", agrega Meulman.

De la oscuridad a la luz

Esa es la idea fundamental detrás de lo que Shoe llama caligrafiti: una forma de arte que concibió en 2007 y que, como lo indica su nombre, es una fusión entre la caligrafía y el grafiti.
Con ese estilo de caligrafiti, el artista realizó cinco piezas de gran tamaño, inspiradas en los Evangelios Lindisfarne, que hicieron parte de una muestra itinerante para celebrar el regreso del afamado libro a la que se considera su tierra de origen, hace unos meses.
Shoe le dice a la BBC que siente una conexión con los monjes anónimos que trabajaron durante años en iluminar (como se llama a la labor de ilustrar o decorar con oro y plata) ese manuscrito, un ejemplo destacado del arte religioso inglés.
Recuerda cuando leyó el antiguo poema monástico galés Pangur Bán, que se cree fue compuesto por un monje irlandés que realizaba una copia de las epístolas de San Pablo.
El poema traza un paralelo entre un gato que atrapa a un ratón y el monje que persigue palabras "toda la noche sin parar": una metáfora que Shoe sintió cercana desde el día en que la leyó.
El resultado fue una pieza de arte inspirada por la frase "Turning Darkness into Light" ("Convirtiendo la oscuridad en luz"), que parafrasea el último verso delPangur Bán (for mumud céin am messe, en galés).

El grafiti como causa (desconocida)

Shoe también siente que, como los monjes que pasaban horas trabajando en manuscritos para difundir la palabra de Dios, también los grafiteros están dedicados a una causa.
"Para la gente es difícil entender cómo un artista de grafiti se pasa la noche a la intemperie pintando y se arriesga a que lo agarre la policía y ni siquiera le pagan por hacerlo", dice el hombre.
"¿Por qué lo hacen? Porque están dedicados a una causa. ¿Y cuál es nuestra causa? No sabemos... Es un sentimiento, es una cosa interna. En el pasado, con los manuscritos, la causa era Dios. Ahora, en distintos grupos las causas pueden ser también distintas", apunta.
Meulman también cree que hay otra similitud y es el carácter errante de ambas comunidades de creadores.
"Los artistas del grafiti viajamos mucho y, allá donde vamos, conocemos a otros grafiteros o artistas y nos quedamos con ellos. Lo mismo hacían los monjes: si uno iba de Roma a Irlanda, necesitaba con quien quedarse".
Eso tiene un impacto directo en la producción, sea de grafitis o de ilustraciones para un manuscrito: "Uno intercambia estilos (con aquellos que te albergan en los viajes). Y así es probablemente como los estilos de estas artes han evolucionado".

Mirada secular

El creativo confiesa que no sabía de la existencia de los Evangelios Lindisfarne hasta que le comisionaron el trabajo: Y cuenta que se acercó a la obra desde una perspectiva no religiosa.
Además de ser un tributo a Dios, Shoe vio en los textos una celebración de la naturaleza y de la belleza de los contrastes entre la noche y el día, entre el bien y el mal: asuntos de los que un hombre medieval seguro estuvo bien interiorizado.
El grafitero hizo cinco interpretaciones de los escritos, financiadas por el Consejo de las Artes de Reino Unido, que también son un tributo a Eadfrith, el monje al que se le adjudica la autoría de los Evangelios Lindisfarne.
Meulman ve a Eadfrith como un precursor de toda una generación de artistas que crean con las palabras pintadas. Dice que le encantaría organizar una exhibición sobre la palabra pintada en sí, que congregaría a artistas con intereses parecidos a los suyos.
"Lástima -apunta el holandés- que Eadfrith no podrá estar ahí".

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