Las palabras de reconocimiento entre los conservadores derrotados y la alianza ganadora allanan el camino del cambio tras unos comicios con un punto negativo: la fuerte abstención
Comienza el largo camino del cambio en Chile. La socialista Michelle Bachelet prometió grandes transformaciones y a partir del 11 de marzo, cuando preste juramento, deberá abordarlas. Para ello, cuenta con una victoria de una contundencia desconocida en los 23 años de democracia. Su Nueva Mayoría venció con un 62,16% de ventaja sobre el 37,83% de la conservadora Evelyn Matthey. Pero, sobre todo, cuenta con una clase política lo suficientemente madura como para efectuar un traspaso de poderes modélico en América del Sur.
En Chile, el peso de las instituciones democráticas se impone sobre la personalidad de sus líderes. Lo que sucedió ayer tras conocerse los primeros resultados oficiales habría ocurrido de igual manera al margen de quien ganara o perdiese. El presidente conservador, Sebastián Piñera, llamó a la presidenta electa para felicitarla. Los canales de televisión retransmitieron en directo la conversación con la pantalla partida. Bromearon, intercambiaron palabras de agradecimiento, pero lo importante, más que las palabras, fue el gesto. Al rato, la candidata conservadora derrotada, Evelyn Matthey, acudió al hotel donde se encontraba el equipo de campaña de Michelle Bachelet. Se sentaron una frente a la otra y charlaron los minutos suficientes para que un canal de televisión grabara la escena.
Al rato, en su primer discurso como presidenta electa, Bachelet dijo ante miles de seguidores: “Y quiero saludar a Evelyn Matthei”. Algunos comenzaron a abuchear, pero Bachelet pidió: “No, por favor, no”. Y continuó: “Más allá de nuestras diferencias, sé que compartimos el amor por Chile y las ganas de servir a un proyecto en el que creemos. En la diferencia de miradas descansa la riqueza de un país diverso y democrático”.
La presidenta electa ofreció otro un gesto de grandeza como estadista al reconocer la labor de los Gobiernos anteriores, incluidos el del conservador Sebastián Piñera: “Hoy abrimos una nueva etapa, y lo hacemos reconociendo la labor que a cada generación y a cada gobierno democrático le ha correspondido en el desarrollo de Chile. Hemos hecho mucho. Hemos construido un país del que podemos sentirnos orgullosos. (…) Y porque hemos construido todo esto, hoy debemos ponernos un desafío muchísimo más alto. Debemos marcarnos un nuevo destino” .
La presidenta Bachelet deberá atraer hacia la política a ese 58% de chilenos que el domingo no acudió a las urnas
A buen seguro, en los próximos cuatro años arreciarán los ataques entre la Nueva Mayoría de Bachelet y la derecha. Probablemente a Bachelet le costará mantener unida su alianza de democratacristianos, socialistas y comunistas. Pero el domingo era el día en que tenía que reconocer que está heredando “una economía sana, una democracia estable y una ciudadanía empoderada y consciente de sus derechos”. Y así lo hizo. A las nueve de la mañana del día siguiente, el presidente Sebastián Piñera acudió a la casa de Bachelet para desayunar.
Si bien en estas elecciones se han discutido proyectos trascendentales, como el cambio de la Constitución, las diferencias ideológicas no llevaron a la confrontación de otras sociedades más polarizadas. Se mantuvieron las formas entre los políticos y también en la calle.
Para emprender los grandes cambios que necesita Chile, Bachelet necesitará no sólo el apoyo del 62% que le votaron. Tendrá que convencer más de una vez a esa parte del 38% que votó a Matthey. Y sobre todo, deberá atraer hacia la política a ese 58% de chilenos que el domingo no acudió a las urnas.
Eran las primeras elecciones presidenciales desde que en 2012 entró en vigor la ley del voto voluntario. Se sabía que la abstención iba a ser mayor que la del 50,7% que se registró en la primera vuelta del 17 de noviembre. Pero no se esperaba que fuese tan grande. Sólo votaron 5,7 millones de personas en un país de 17,6 millones donde 13,6 millones estaban habilitados para acudir a las urnas. No obstante, con ser una participación más bien pobre (42%), tampoco se podría calificar como catastrófica.
Bachelet dispone de la mayoría suficiente para emprender desde el primer momento algunas de sus principales reformas prometidas. Su Nueva Mayoría obtuvo en las legislativas del 17 de noviembre 68 diputados (sobre un total de 120) y 21 senadores (sobre 38).
En Chile hay mucho camino por recorrer. Pero también hay mucho transitado.
Para el Paìs de Madrid
No hay comentarios.:
Publicar un comentario