Viena anuncia que tomará medidas de seguridad en la frontera
LUIS DONCEL / BELÉN DOMÍNGUEZ CEBRIÁN Berlín / Bruselas 29 OCT 2015 - 14:46 CET
Los miles de refugiados que se encaminan cada día al corazón de Europa aumentan la presión sobre los Gobiernos. En una situación interna cada vez más difícil para la canciller Angela Merkel, Alemania achacó este miércoles a Austria “un comportamiento fuera de lugar” por llevar hasta su frontera sin aviso a las personas que buscan asilo. Mientras, el Gobierno austriaco planea introducir barreras para reducir el flujo de llegadas. Tras el anuncio de su ministra del Interior, el canciller austriaco matizó: “No levantaremos ninguna valla como la de Hungría”.
“Hemos observado que, sin ningún aviso y de noche, se lleva a los refugiados a la frontera alemana, donde se les deja sin provisiones. Austria aceptó ayer volver a un proceso ordinario. Espero que esto ocurra inmediatamente”, añadió el político democristiano.La crisis de refugiados ha logrado enconar las relaciones entre los socios europeos. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, acusó al Gobierno de Angela Merkel de invitar a todos los ciudadanos sirios a viajar a su país, y dijo que la crisis era “un problema alemán”. Austria también criticó la política de puertas abiertas. Ahora, es Berlín quien reprocha a Viena su gestión de los miles de personas que cada día llegan a través de la ruta de los Balcanes con la esperanza de obtener la condición de asilado en Alemania. “El comportamiento de Austria en los últimos días está fuera de lugar”, criticó este miércoles el ministro del Interior, Thomas de Maizière.
Los reproches de Berlín llegan cuando el clima entre los dos países ya se había enrarecido. El Gobierno de Baviera —el Estado alemán que hace frontera con Austria, y el que tiene que hacer frente a la mayor afluencia de refugiados— ya había reprochado el martes a sus vecinos la falta de solidaridad. Horst Seehofer, jefe del Gobierno regional, acusó a los austriacos de dañar las relaciones de vecindad, mientras que su ministro del Interior tildó de “irresponsable” y “escandalosa” la actitud del Gobierno austriaco.
Las decisiones conjuntas de Berlín y Viena han jalonado esta crisis de refugiados. Los jefes de Gobierno de ambos países se pusieron de acuerdo el 5 de septiembre para permitir el paso de miles de refugiados que se agolpaban en la estación de trenes de Budapest. Una semana más tarde, Merkel dio un giro radical al instaurar controles en la frontera con Austria, dejando en suspenso el Tratado de Schengen durante tiempo indeterminado. Desde entonces ha pasado mes y medio y la situación está fuera de control.
Miles de personas en ruta hacia el norte
- Alemania ha recibido desde enero a más de 577.000 refugiados, más que ningún otro país de la UE, y prevé acercarse al millón a finales de año. El Estado federado de Baviera, en el sur y fronterizo con Austria, es la principal puerta de entrada al país.
- Unos 200.000 refugiados cruzaron en septiembre la frontera austriaca desde Hungría. Con el cierre de la valla húngara, el flujo de entrada de migrantes se ha desplazado al sur de Austria, por donde el Gobierno afirma que entran diariamente entre 3.000 y 8.000 personas. La mayoría sigue camino hacia Alemania.
- En Eslovenia, unos 14.500 migrantes aguardan para cruzar a Austria. Su ruta hacia el norte de Europa ha variado después de que Hungría cerrara su frontera con Croacia hace diez días. Desde entonces, han entrado en Eslovenia unos 86.500 migrantes.
Merkel trata de defenderse de las acusaciones de su teórico aliado Seehofer, que le ha dado hasta el fin de semana de plazo para buscar una solución para frenar a los miles de refugiados que cada día llegan a Baviera. “No hay un botón que se pueda apretar para cerrar el paso. Tenemos que ir paso a paso”, se defendió el pasado martes la canciller.
Mientras llegaban las críticas de Berlín, en Austria el debate sobre cómo controlar los flujos de refugiados desembocaba en polémica después de que la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner, pasara de hablar de algún tipo de “barrera técnica” a anunciar que el país levantará una “valla” en puntos de la frontera con Eslovenia.
“Se trata de asegurar que las entradas al país sean ordenadas y coordinadas, no es cerrar la frontera”, añadió la ministra. El canciller austriaco, Werner Faymann, matizaba poco después esas palabras para destacar que el Gobierno “no vallará Austria” como lo ha hecho Hungría, aunque se tomarán medidas de seguridad que no concretó para “para mejorar el control” de la frontera.
Croacia pide ayuda
El Gobierno alemán aprovechó para insistir en que la crisis de refugiados no se va a solucionar con el levantamiento de muros y Bruselas anunció que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hablaría con Faymann sobre el asunto. Según fuentes de la Comisión, ambos coincidieron en una conversación telefónica ayer mismo en que “no hay lugar para las vallas en Europa”.
Los problemas se intensifican también en Croacia, que ha solicitado a Frontex —la agencia de vigilancia de fronteras exteriores comunitaria— una misión de control en su límite este, aunque con un matiz; en el lado serbio. Es decir, en un tercer país ajeno a la UE. Se trataría de un plan conjunto similar al que la Comisión planteó a Grecia y Turquía para patrullar las aguas del Egeo y frenar la entrada de refugiados en la UE. En este caso, explican desde Frontex, se establecerían “acuerdos de trabajo” entre Croacia y Serbia para permitir la asistencia de Frontex en el control migratorio.
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