Los cuerpo de rescate han rescatado 10 cadáveres, calculan 50 desaparecidos y 100 casas destruidas
Un peñasco de aproximadamente 115 metros de largo, el tamaño de una cancha de fútbol, sepultó la aldea El Cambray II de Santa Catarina Pinula, a 15 kilómetros de la capital guatemalteca. El hecho, de acuerdo a las autoridades municipales, ocurrió al filo de la media noche del jueves.
En el primer recuento provisional del número de víctimas, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, Conred, da cuenta de 10 personas muertas, cuyos cuerpos han sido rescatados de los escombros de las que fueran sus viviendas. Familiares reportan que 50 están desaparecidos y por lo menos 100 viviendas fueron destruidas.
Una tragedia prevista y anunciada, declaró Alejandro Maldonado, secretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred). “Desde 2008 esa zona fue declarada ‘de alto riesgo’, dijo, para añadir que la última advertencia a las autoridades municipales se hizo en noviembre de 2014. “La zona de la tragedia está marcada en rojo en ese informe”.
Al respecto, el presidente de Guatemala, Alejando Maldonado Aguirre, recordó que es la pobreza la que obliga a la población a permanecer en zonas declaradas inhabitables, aún a riesgo de la propia vida. Ante ello, dijo que el Estado, pedirá ayuda a la cooperación internacional y a la iniciativa privada para encontrar lugares más seguros a dónde puedan trasladarse los sobrevivientes. “El Estado reaccionará con esa ayuda”, dijo el mandatario.
Es poco probable que alguna vez se conozca con exactitud el número de víctimas que dejó este deslave, porque no hay un censo reciente de los habitantes del lugar. Según el último recuento, 100 viviendas están en escombros. Pero en los alrededores de la aldea había muchas covachas donde vivían los más pobres.
Al nada más ocurrir el derrumbe, los sobrevivientes empezaron a cavar con azadones, palos y hasta con las manos, en el lugar de sus viviendas sepultadas bajo toneladas de barro y piedras, en busca de sus seres queridos, sin importarles el riesgo al que se exponían.
Con las primeras luces del viernes, socorristas ayudados por los vecinos tratan de rescatar a posibles sobrevivientes, cuyas expectativas de vida se reducen con el transcurso de las horas. El Ejército ha desplazado al cuerpo de ingenieros con maquinaria pesada para agilizar las tareas de descombro. El portavoz de la institución armada, coronel Hugo Rodríguez, dijo a Emisoras Unidas que 250 militares, expertos en la atención en caso de tragedias naturales, se encuentran en el lugar.
Mientras tanto, la Policía ha establecido tres anillos de seguridad en derredor de la aldea, con el propósito de evitar las aglomeraciones de curiosos que obstaculizan la labor de los socorristas, mantener a los familiares alejados del peligro de nuevos deslaves y para evitar que los aprovechados de siempre puedan incurrir en actos de rapiña.
La situación en el lugar se complica porque las toneladas de tierra caídas en el lugar han tapado el cauce de un río próximo a la población, lo que está formando una laguneta que podría dar lugar a nuevos derrumbes, en terrenos ya saturados por las intensas lluvias que castigaron Guatemala desde el fin de semana.
De acuerdo a un informe de la ONU, Guatemala está considerada entre los cinco países más vulnerables del mundo y el primero de América Latina frente los desastres naturales. Su ubicación geográfica, sobre tres placas tectónicas –Caribe, Cocos y de Norteamérica–, en la ruta de los huracanas de ambos océanos y una cadena de volcanes, sumado a una deforestación incontrolada, la coloca en esa situación.
El sistema hospitalario ha sido declarado en emergencia, mientras las ambulancias tienen graves problemas para salir del lugar, ante el colapso de tránsito que se registra en la zona. Los sobrevivientes presentan lesiones propias de una tragedia de esa naturaleza, como fracturas en sus extremidades y costillas.
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