El documento final salva la cara a la reunión de Lima pero no convence
El presidente de la COP20, Manuel Pulgar, anuncia el acuerdo. / C. BOURONCLE (AFP)
La Cumbre del clima resolvió en una hora lo que se había atascado dos semanas. La sensación es que después de alargar un día extra la reunión se alcanzó un acuerdo la madrugada del domingo porque no había más remedio. El texto final fue el último intento de la presidencia de la 20ª Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de sacar de la parálisis las negociaciones. Y dio resultado. El documento venció las últimas resistencias y logró salvar la cara de una cita a la que se llegó con las expectativas muy altas y que estaba obligada a no fracasar.
Los países fijaron los requisitos para que todos presenten sus compromisos individuales para luchar contra el calentamiento global ante la ONU antes del 1 de octubre del próximo año. Ese es el camino abierto hacia la cumbre que todo el mundo tiene en mente: París 2015. En Francia se tiene que firmar un nuevo pacto global para sustituir al ya obsoleto Protocolo de Kioto. La presión sobre París es enorme, los científicos han hablado claro y aseguran que si no se empieza a trabajar desde ya en la reducción de emisiones contaminantes el calentamiento global puede crear efectos devastadores en todo el planeta.
Las negociaciones chocaron una y otra vez en las diferencias entre los países más y menos desarrollados
Con París en la mira de todos, los avances de esta cita de Lima son relativos. Se llegó a Perú con la idea de que de aquí saldría un borrador del futuro acuerdo. Eso se ha conseguido solo a medias. Existe un texto que compila todas las aspiraciones de los 196 países, pero aún es inmanejable. Las partes están obligadas a seguir trabajando en ello el próximo año para llegar a Francia con algo más concreto. El verdadero escollo de los delegados de los países estos días fue definir cómo y cuándo se tendrán que presentar los compromisos que deberá asumir cada país para contribuir a la lucha común.
El objetivo a largo plazo es evitar que la temperatura del planeta suba más de dos grados, barrera fijada por la ciencia para impedir consecuencias catastróficas. Eso implica trabajar en varios frentes. Hay que frenar la deforestación, aumentar el desarrollo de energías limpias o reducir el uso de combustibles fósiles, pero más allá de las acciones concretas el calentamiento global se ha convertido ya en un tema económico que divide y enfrenta a los países ricos y a los pobres.
Los países en vías de desarrollo, más vulnerables a los efectos del cambio climático, no están dispuestos a avanzar en la lucha común si los más ricos y con mayor responsabilidad en la contaminación no se comprometen a entregarles ayudas para enfrentar al calentamiento global. Ese fue uno de los puntos que impidió el acuerdo hasta que el texto final incluyó la petición a los países desarrollados de aumentar las ayudas.
“Aunque la Unión Europea deseaba un acuerdo más ambicioso en Lima, creemos que estamos en camino para alcanzar un acuerdo global en París”, comentó Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Clima y Energía, informó AFP. La delegación española en la cumbre de Lima, encabezada por la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, celebró un acuerdo que confirma que se puede lograr un pacto global, según Europa Press. A su regreso a Madrid, Tejerina declaró: “La Cumbre recién concluida en Lima ha sido compleja, y para llegar a este texto final se ha requerido de mucho esfuerzo de todas las partes, por lo que este acuerdo alcanzado es la clara evidencia de la voluntad de todos los países para frenar el cambio climático”.
Para las organizaciones ambientales lo conseguido no es suficiente. "Las negociaciones climáticas fracasaron en dar resultados (...) Los gobiernos fallaron rotundamente en alcanzar un acuerdo sobre planes específicos para reducir las emisiones antes del 2020, con el cual se sentarían las bases para terminar la era de los combustibles fósiles y se aceleraría el paso hacia las energías renovables y una mayor eficiencia energética", asegura Samantha Smith, líder de la Iniciativa Global de Clima y Energía de WWF. “Las decisiones tomadas en Lima no excluyen la posibilidad de un acuerdo en París, pero hacen poco para mejorar las probabilidades de éxito”, valora Oxfam.
El camino a París puede ser de todo menos fácil. El aire de optimismo que había dejado este año en materia ambiental por el anuncio de EE UU y China de reducir emisiones se ha esfumado en 13 días en Perú. La profunda brecha que separa a los países del mundo se impone a la certeza de que hay que hacer algo para salvar el planeta. A los optimistas solo les queda agarrarse a que Lima no es París.
INÉS SANTAEULALIA Lima
http://internacional.elpais.com/
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