domingo, 7 de diciembre de 2014

“Quiéranse, mexicanos”

José Mujica, el presidente de Uruguay, recibe un galardón de la Universidad de Guadalajara




José Mujica fue la tarde de este sábado diplomacia pura. El presidente de Uruguay tuvo que autoimponerse una mordaza en su visita a Guadalajara semanas después de haber provocado roces diplomáticos con la cancillería mexicana por unas declaraciones a una revista. “Te ponen la mesa, te atienden, te tratan bien… no voy a salir con un discurso contestatario”, dijo entre risas el mandatario de 79 años en una ceremonia en la que recibió el Corazón de León, una distinción de la Universidad de Guadalajara.
Mujica embelesó a los estudiantes en el auditorio Salvador Allende, nombrado así por el presidente chileno, el último jefe de estado que visitó la sala en el ya lejano diciembre de 1972. El mandatario uruguayo, que se encuentra en el país para participar en la 24 Cumbre Iberoamericana, fue declarado por el presidente de la federación de estudiantes como “el hombre más importante que ha pisado el auditorio”.
Una multitud de jóvenes a la que le fue impedida la entrada al abarrotado auditorio gritó desde la calle consignas contra el Estado mexicano por el secuestro de los 43 estudiantes en Iguala. La bulla terminó cuando Mujica comenzó a hablar. El silencio se apoderó del auditorio y de la marabunta callejera. Los aplausos fueron tímidos porque nadie quería interrumpir el discurso del mandatario, que se alargó por 45 minutos para hablar del amor, la libertad y criticar el capitalismo y la sociedad de consumo. “La felicidad es igual a comprar cacharros nuevos, pero hay que entender que cuando compras algo no lo compras con tu dinero, sino con el tiempo de tu vida que gastaste para tener ese dinero. La vida es la moneda más valiosa que tenemos”.
El Pepe, como le apodan, echó mano de la retórica para evitar caer en las espinosas trampas políticas que ha creado el tema de Ayotzinapa y el cuestionado Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Aprendió la lección del pasado 24 de noviembre, cuando dijo a la revista Foreign Affairs Latinoamérica que el Estado mexicano era “fallido y con poderes públicos totalmente fuera de control”. El uruguayo se desdijo horas después de que la cancillería mexicana mostrara un enérgico rechazo a sus palabras.
“Sé que pasan un mal momento”, se limitó a decir este sábado. Sin embargo, fue astuto al señalar las debilidades en la región latinoamericana. “De las 50 ciudades más inseguras del mundo, 41 están en América Latina. No es casualidad que nuestro continente sea el más injusto. Es una burla a la democracia semejante concentración de la riqueza”, dijo.
El próximo 1 de marzo Tabaré Vázquez asumirá la presidenciadespués de haber ganado en las elecciones del 1 de diciembre. Mujica se convertirá en senador, pero ya ha comenzado un análisis crítico sobre el poder. “Estoy ayudando a que la riqueza se concentre más. Si no llevo inversiones, no hay trabajo. Si no hay trabajo, no hay oportunidades para nadie. ¿Cómo salir de esta trampa?”, reflexionó. “No vine a dar soluciones, vengo a enriquecerles la cabeza. Esto no es sencillo”.
El presidente colocó un país de tres millones de personas bajo los focos internacionales gracias a la legalización de la marihuana. Es también la nación, junto con Chile,menos corrupta de América Latina, según Transparencia Internacional.The Economist nombró a Uruguay país del año en 2013. Con ese currículo, Mujica se atrevió a dar dos ideas para poner en práctica. La primera, dijo, es la necesidad de una política tributaria progresiva. “Que paguen más los que tienen más. Es un principio de humanidad”. La segunda, una nueva política laboral que dignifique a los trabajadores.
Con la oratoria como única aliada, Mujica llamó a acabar con los políticos corruptos, sin tener que llamarlos por sus nombres. Sugirió conformarse con menos para vivir, sin señalar la opulencia que rodea a muchos en México. Y pidió no dejarse llenar de odio y mirar la vida con generosidad. “Vean atrás y recuerden a quienes les dieron patria. Quiéranse, mexicanos. No se puede luchar por algo que no se quiere. Quieran a su pueblo. Es lo que nos queda cuando nos vamos”, dijo.
Tras su discurso, el mandatario ofreció una rueda de prensa en la que aceptó solo cinco preguntas que no le interrogaran sobre la política interior de México. Aun así, se le preguntó qué pensaba sobre la matanza de Iguala. Mujica volvió a capear la situación, rodeado de funcionarios de la cancillería uruguaya que se mordían las uñas. “Yo jefe de estado no debo de dar manija a las contradicciones y a los dolores del pueblo mexicano porque en nada contribuiría en solucionar el problema de fondo. A México solo le digo: ten mi abrazo y mi solidaridad.”
El carismático líder tendrá que seguir siendo diplomático este domingo cuando aparezca en un multitudinario evento en la Feria Internacional del Libro de la ciudad en su día de clausura.

 Guadalajara (México)
nternacional.elpais.com

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