Este lunes, a las 8:30 am hora local, en Ciudad de Guatemala se dará comienzo a otro "juicio del siglo". El acusado, el exmandatario Efraín Ríos Montt. El cargo: genocidio.
Los lectores no deben sorprenderse si creen que ya leyeron esta noticia, porque así es: se trata de la repetición, punto por punto, del juicio que se realizó hace dos años en Guatemala.
Un juicio que también empezó en enero, duró tres meses, dividió a la opinión pública guatemalteca, tuvo enorme resonancia internacional y finalizó con un fallo inédito: la condena contra Ríos Montt por genocidio.
Inédito porque era la primera vez en la historia que se hallaba culpable de genocidio a un exmandatario. Fue condenado a 80 años de prisión.
Sin embargo, poco después de la sentencia, el 21 de mayo de 2013, la Corte de Constitucionalidad –máxima instancia de justicia guatemalteca– anuló el fallo por "errores de procedimiento" y ordenó que se realizara de nuevo el juicio.
Los cargos
Durante el proceso judicial se escucharán las acusaciones que la mayoría de los guatemaltecos conoce hasta el dedillo.
En ellas se indica que durante los 17 meses que Efraín Ríos Montt ocupó la presidencia de facto en Guatemala (de marzo de 1982 hasta agosto de 1983, cuando fue derrocado), se presentaron algunos de los peores abusos contra la población en medio de la guerra civil que azotó al país durante décadas.
Efectivamente: la guerra civil guatemalteca fue una de las más largas y sangrientas de Centroamérica. Se desarrolló entre 1960 y 1996 y se considera que en ella murieron o desaparecieron alrededor de 200.000 personas.
Según un informe de Naciones Unidas publicado en 1999, el 90% de los crímenes fueron cometidos por fuerzas estatales o por grupos afines a ellas.
Los querellantes dicen que en el año y medio que Ríos Montt estuvo en el poder, al menos 15 matanzas fueron cometidas por el ejército en comunidades indígenas –en especial la Ixtil– en las cuales murieron 1.771 personas y 29.000 familias resultaron desplazadas.
Añaden que era una estrategia deliberada para exterminar a quienes veían como base simpatizante de las guerrillas.
Junto al exgeneral, de 88 años, también será juzgado de nuevo su ex jefe de inteligencia militar, José Mauricio Rodríguez, quien resultó absuelto en el juicio inicial.
Genocidio
Como era de esperarse, ese primer juicio reabrió heridas del pasado.
Incluso, algunos antiguos guerrilleros –como Gustavo Porras, exdirigente del Ejército Guerrillero de los Pobres y uno de los arquitectos del Proceso de Paz de 1996– creen que no se puede calificar de "genocidio" lo ocurrido durante la guerra civil.
"En estos 16 años desde la firma de la paz se había logrado un cierto ambiente de armonía. Eso se ha venido abajo con esta radicalización absurda", dijo entonces a BBC Mundo.
Esto, por supuesto, no es lo que cree la parte acusadora, de la que forma parte el abogado Edwin Canil, quien, cuando tenía 6 años, vio cómo toda su familia –de la etnia Ixtil– era asesinada por el ejército.
Luego de ver centenares de folios con pruebas y de escuchar decenas de testimonios, a Canil no le queda ninguna duda de que hubo genocidio.
"Hay documentos que muestran que, para el Estado, los indígenas eran peligrosos".
Es de esperarse que toda esta discusión se vuelva a agitar durante el tiempo que dure el nuevo proceso.
Demora
Por lo pronto, esta nueva etapa se anuncia igual de accidentada que la anterior.
Para empezar, se duda que Ríos Montt vaya a comparecer este lunes ante el Tribunal B de Mayor Riesgo, encargado del caso.
Sus abogados presentaron un certificado médico que indica que no puede desplazarse por problemas de salud.
Además la defensa también pidió que se separe del tribunal a la jueza Irma Janeth Vélez, señalando que en una tesis académica elaborada hace varios años emitió una opinión sobre el tema de un supuesto genocidio en el país.
Según la parte acusadora, se trata de "tácticas dilatorias" que puedan lograr que el debate se posponga entre 48 y 72 horas.
Como sea, esta semana comenzará en Guatemala un juicio que promete poner de nuevo en vilo a su sociedad, reabrir algunas heridas y quizás cerrar otras.
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