De izquierda a derecha, Larissa, Walter, Rommel y Amber.
Larissa, Amber y Rommel no se conocían hasta que hace unos días BBC Mundo los sentó a conversar en un restaurante de la ciudad de Los Ángeles.
Además de haberse criado los tres en el sur de California, estos jóvenes menores de 30 años tienen algo en común de lo que se sienten muy orgullosos: se identifican como Blaxicans.
¿Y quiénes son los Blaxicans? Como se puede deducir de la propia palabra (una contracción de negro, black, y Mexican, en inglés), son aquellos nacidos de uniones de padres o madres afroestadounidenses y padres o madres mexicanos.
"La experiencia de los Blaxicans es muy particular de la ciudad de Los Ángeles", explica Walter Thompson-Hernández, investigador de la Universidad del Sur de California (USC, por sus siglas en inglés) y amigo común de los tres jóvenes.
"En esta ciudad más del 80% de los hispanos son de origen mexicano; estos están en contacto con los afroestadounidenses, ya que a menudo viven en áreas colindantes o incluso en los mismos barrios".
"Por eso aquí hay más Blaxicans que en ningún otro lugar", explica Thompson Hernández.
Es difícil saber cuántos Blaxicans -un término coloquial no reconocido oficialmente- hay en California, ya que las estadísticas los suelen incluir en el grupo de los llamados afrolatinos, aquellos ciudadanos de origen latinoamericano con ascendencia africana y de los que se calcula en el condado de Los Ángeles hay unos 25.000.
Se trata de una cifra muy pequeña si se considera que casi un millón de hispanos se identificaron como negros en el censo de 2010, la mayoría de los cuales viven en la costa este del país -en ciudades como Nueva York o Miami- y provienen principalmente de Puerto Rico, Cuba o República Dominicana.
Pero si bien los afrolatinos del Caribe no suelen distinguir entre su raza y su origen étnico, en el caso de los Blaxicans la cosa es más complicada.
"Zona intermedia"
Los Blaxicans por un lado pertenecen a la comunidad afroestadounidense, que históricamente ha tenido poco contacto con los hispanos, y por el otro a la mexicana, en cuya composición racial los negros prácticamente no tienen representación.
Según Walter Thompson Hernández, "en Los Ángeles a la gente le cuesta entender que alguien sea negro y pueda hablar español, algo que no sucede en otras partes del país donde hay comunidades afrolatinas más grandes".
"En esta ciudad se separan las experiencias raciales. Así que si eres mexicano, la gente no sólo espera que tengas un aspecto determinado, sino que también hables de una manera determinada".
"Por eso nosotros los Blaxicans estamos en una zona intermedia, en la que no somos lo suficientemente afroestadounidenses para nuestros amigos negros ni lo suficientemente mexicanos para nuestros amigos latinos", señala el investigador de la USC.
Conversando con Thompson-Hernández y sus tres amigos, uno se da cuenta de que, debido a su identidad dual, poseen la riqueza cultural de las dos comunidades a las que pertenecen, al tiempo que deben hacer frente doblemente a los prejuicios y al racismo que estas experimentan.
Los cuatro han aprendido a sentirse orgullosos de su origen multirracial y consideran que los Blaxicans pueden ayudar a tender puente entre latinos y afroestadounidenses, a los que unen problemáticas similares.
Larissa, 27 años
Larissa, quien es hija de un padre negro de Virginia y una madre mexicana de Guadalajara, cuenta que creció "en un suburbio mayoritariamente blanco" y fue a una escuela "en la que la mayoría de alumnos también eran blancos".
Se crió con más influencias mexicanas, ya que la familia de su padre no vivía en California, por lo que asegura que tuvo que "aprender a ser negra" cuando se hizo mayor.
"Cuando salí de la vida de suburbio fue cuando empecé a entrar en contacto con mi lado afroestadounidense".
A Larissa le gusta definirse como Blaxican porque cree que "es importante" que se reconozca su doble identidad.
"A menudo te ves obligado a justificar quien eres y definirme como Blaxican me permite explicarle a la gente que soy más que una sola raza".
Rommel, 29 años
El padre de Rommel es negro y proviene de Texas y su madre, de origen mexicano, se crió en Colorado.
"Hay muchas situaciones en las que me doy cuenta de lo separado culturalmente que estoy de ambos lados", reconoce.
"A menudo, la gente por mi aspecto espera que hable o me comporte de una manera determinada y luego cuando me conocen se sorprenden".
Rommel explica que, por su color de piel, ha tenido que vivir las mismas problemáticas que muchos jóvenes afroestadounidenses, como el hacer frente al "racismo" de los cuerpos policiales.
"Una vez me acusaron de haber robado mi propio auto. Aparqué en mi casa y aparecieron dos policías con pistolas. Mi padre salió a decirles que yo era su hijo y que vivía ahí y, apuntando con las pistolas, le gritaron que volviera adentro".
Es por experiencias como esta que Rommel dice sentirse identificado con la comunidad afroestadounidense, aunque también comparte las preocupaciones de los hispanos, ya que tiene algún familiar indocumentado.
Amber, 29 años
La madre de Amber llegó a EE.UU. siendo una adolescente desde el estado mexicano de Nayarit y conoció a su padre, un afroestadounidense, cuando ambos trabajaban en el aeropuerto de Los Ángeles.
En su caso, creció en un barrio mixto, en el que había tanto hispanos como afroestadounidenses, por lo que pudo experimentar ambas culturas, lo que considera "una bendición", dividiendo su tiempo "entre mis amigos negros y mis amigos hispanos".
"Los hispanos comentaban en broma 'mira la latina que quiere ser negra' y discutíamos porque me decían que no soy negra. Así que tuve que reclamar la herencia negra que mucha gente no veía en mí porque mi piel es clara".
"Creo que somos la encarnación de dos culturas y demostramos que ambas pueden llevarse bien y entenderse. Las diferencias pueden unir y por eso estoy orgullosa de ser Blaxican", asegura Amber.
Walter, 29 años
Walter es hijo de madre mexicana y padre afroestadounidense. Creció en un barrio mayoritariamente hispano y no entró en contacto con la comunidad negra hasta que se hizo mayor.
"Ser Blaxican puede llegar a ser extenuante, porque al ser negro y mexicano siempre tienes que estar alerta", señala el joven investigador de la USC.
"Te encuentras con que parte de tu familia está siendo deportada a México y la otra corre el peligro de ser víctima de los abusos policiales", opina Walter, quien cree que entre los mexicanos existe más racismo hacia los negros que a la inversa.
"La experiencia de los Blaxicans nos da la oportunidad de construir un puente entre afroestadounidenses y mexicanos, dos comunidades que a menudo no se entienden lo suficiente".
Walter destaca que EE.UU. es cada vez es más multirracial.
"Los efectos políticos, económicos y culturales de que cada vez haya más gente de raza mixta se van a dejar notar y los Blaxicans somos un ejemplo de ello".
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