El presidente notifica al Congreso su decisión, que entrará en vigor en 45 días
Salir de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo era una demanda clave de Cuba
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha notificado este martes al Congreso su intención de sacar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, un paso clave -y largamente esperado- en el proceso de normalización de relaciones con la isla iniciado el 17 de diciembre.
La decisión tiene lugar tres días después de la histórica reunión de Obama con el presidente cubano, Raúl Castro, en Panamá, durante la Cumbre de las Américas. La cita, el primer encuentro formal entre un presidente estadounidense y uno cubano en más de medio siglo, escenificó un cambio radical de política bilateral apuntalado ahora con la decisión de Obama.
Cuba ingresó en la lista negra elaborada por el Departamento de Estado en 1982 por lo que Washington consideraba un apoyo probado a grupos armados marxistas en América Latina, así como a elementos de ETA y de las FARC a los que proporcionaba refugio en su territorio. Desde el comienzo, La Habana condenó como “injustificable” su presencia en un informe que implica la imposición de sanciones económicas y políticas a los señalados.
En el caso cubano, debido al embargo que pesa sobre la isla -y que solo puede derogar, en última instancia, el Congreso norteamericano- la salida de la isla tendrá pocos efectos prácticos en materia de eliminación de sanciones. Pero sí podría ayudar, entre otros, a que la Sección de Intereses cubana en Washington encuentre por fin un banco que lleve sus operaciones bancarias, algo que no ha logrado desde que hace más de un año la institución con la que trabajaba dejó de realizar estas transacciones. Para La Habana además, no figurar en esa lista era una cuestión de prestigio político
Según la notificación de Obama al Congreso, el presidente estadounidense “certifica” ahora que el Gobierno cubano, en los últimos seis meses, “no ha proporcionado ningún apoyo al terrorismo internacional y que, además, “ha proporcionado garantías de que no apoyará actos de terrorismo internacional en el futuro”.
Esos eran los dos requisitos que exige la ley para sacar a Cuba de la denostada lista, un proceso que entrará en vigor 45 días después de la notificación de este martes. Entretanto, el Congreso puede intentar revocar la decisión mediante una resolución conjunta. Pero para que Obama no vete a su vez esa resolución, necesitaría unas mayorías contundentes más que difíciles de conseguir en este caso, ya que hay un buen número de legisladores, tanto demócratas como republicanos, que apoyan la normalización de relaciones con Cuba, una larga demanda de toda América Latina.
Lo único que faltaba era el visto bueno presidencial. El secretario de Estado, John Kerry, que había sido encargado de la revisión del caso cubano el mismo día en que Obama y Castro anunciaron la normalización de relaciones en diciembre, ya le había informado al mandatario la semana pasada de su recomendación de sacar a Cuba de la lista negra de terrorismo. De hecho, se esperaba que Obama anunciara su decisión en algún momento en Panamá, aprovechando el impulso que supuso la primera cita bilateral que se llevó toda la atención de la primera Cumbre de las Américas a la que había sido invitado el Gobierno de la isla.
La salida de Cuba de la lista negra donde también figuran Irán, Sudán y Siria se daba prácticamente por descontada, en vista de que el Departamento de Estado hacía tiempo que había reconocido entre otros la cooperación de La Habana con Madrid y Bogotá. Cuba alberga de hecho las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC.
“Seguiremos teniendo diferencias con el Gobierno cubano, pero nuestras inquietudes respecto a un amplio espectro de políticas y acciones cubanas no forman parte de los criterios relevantes para mantener a Cuba en la lista” negra, dijo el portavoz de Obama, Josh Earnest, en un comunicado.
“Las circunstancias han cambiado desde 1982, cuando Cuba fue incluida por sus esfuerzos por promover una revolución armada por fuerzas en América Latina”, recordó por su parte Kerry. “Nuestro hemisferio, y el mundo, es muy diferente de como era hace 33 años”, agregó en una declaración.
El siguiente paso en el proceso de normalización debería ser la reapertura de sendas embajadas tanto en Washington como en La Habana, otro de los procesos que parecen resistirse, sin que ninguna de las partes explique el porqué de la tardanza. Ambos gobiernos han advertido además de que la salida de Cuba de la lista negra ahora anunciada y la reapertura de las embajadas son la parte relativamente más fácil de un proceso de normalización de relaciones que será largo y difícil.
SILVIA AYUSO Washington//http://internacional.elpais.com/
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