Tras la muerte de 11 soldados a manos de las FARC, el presidente de Colombia exhorta a la guerrilla a ponerse "plazos" para llevar a buen puerto los diálogos de paz
ELIZABETH REYES L. Bogotá 18 ABR 2015 - 19:31 CEST
Tres días después de que las FARC asesinaran a 11 militares en Cauca, en el sureste del país, minando la confianza de los colombianos en el proceso de paz, el presidente Juan Manuel Santosendureció su discurso y planteó que hay que ponerle plazos a las negociaciones que ya llevan dos años y cinco meses. “Llegó la hora de acabar la guerra, la paciencia se nos agota, hay que ponerle plazos a este proceso”, dijo el mandatario durante un acto en la casa presidencial, acompañado de la presidenta de Corea, Park Geun-hye, de visita oficial en Colombia.
En un emotivo discurso, horas después de encabezar junto a la cúpula militar un homenaje a los soldados caídos y de asistir a los servicios fúnebres de uno de ellos en Bogotá, Santos dijo sentir “rabia” como la mayoría de los colombianos que claman “no más FARC, no más violencia”, pero aseguró que recibió un mandato para hacer la paz y no la guerra.
“Señores de las FARC: Escuchen el clamor nacional. No se hagan los sordos ante lo que los colombianos les estamos gritando: ¡Llegó la hora de acabar la guerra!”, agregó Santos enviándole un mensaje a los negociadores de esa guerrilla para que demuestren, con hechos, que quieren acabar con el conflicto armado. El anuncio se da cuando los diálogos parecen estancados ya que han pasado diez meses desde que empezó la discusión sobre cómo se reparará a siete millones de víctimas y la justicia a la que se someterían los combatientes después de desmovilizarse, sin que se haya llegado a un acuerdo hasta ahora.
Santos no es el único que ha planteado la necesidad de establecer plazos a la negociación. Varios sectores políticos, incluso aliados y miembros del Gobierno, lo vienen diciendo desde el jueves, tal vez preparando el camino del anuncio presidencial. El primero de ellos fue el vicepresidente Germán Vargas Lleras, quien poco o nada se pronuncia sobre el proceso de La Habana, pero se mostró partidario de que en las próximas rondas de negociaciones “el país pueda conocer que se han fijado unos plazos y unos términos para avanzar en ese proceso”, dijo a medios locales como reacción a la masacre de los soldados.
Las negociaciones están estancadas desde hace 10 meses en el punto que toca a qué hacer judicialmente con los guerrilleros si llega la paz
En la misma dirección también se pronunció el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien pidió “acelerar” el proceso y poner “fechas límites” para llegar pronto a un acuerdo de paz. El giro en el discurso de Santos y sus colaboradores se da justo cuando la oposición, encabezada por el expresidente Álvaro Uribe y el procurador general, Alejandro Ordóñez, arreciaron sus críticas a la negociación.
El viernes por la mañana, el procurador Ordóñez calificó de “error” que el Gobierno hubiera iniciado las conversaciones con la subversión sin ponerle términos y límites. “Fue un error no exigirle a la guerrilla una desmovilización, fue un error con colombianos secuestrados, fue un error iniciar las conversaciones con reclutamiento de niños, fue un error no exigirle a las FARC cesar de manera inmediata sus actos criminales contra la población civil y las fuerzas armadas”, dijo el polémico funcionario que ha fustigado la forma en la que se llevan las negociaciones en La Habana.
Ordoñez además anunció que su despacho iniciará una investigación para establecer si son ciertas las versiones de que no hubo apoyo aéreo a los soldados en el momento en el que fueron emboscados por un grupo de guerrilleros a los que apodan “los pisa suaves”, algo que la cúpula militar y el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, han negado rotundamente.
A pesar de que la presión política sobre la guerrilla aumenta, lo mismo que la indignación nacional, el jueves se conoció una carta del máximo comandante de las FARC, Timoleón Jiménez, aliasTimochenko, quien sin referirse a la muerte de los soldados cuestionó que el Gobierno les quiera imponer condiciones para lograr un acuerdo definitivo. “No creemos que el tiempo de la Mesa sea un obstáculo, ni que seamos nosotros los responsables de su duración”, dijo el jefe guerrillero en su carta divulgada en una página de internet de esa agrupación subversiva. También dijo que los diálogos “no pueden romperse por ningún motivo”.
Esta nueva crisis se da cuando los colombianos de las regiones más afectadas por la violencia empezaban a sentir los beneficios del desescalamiento del conflicto armado, con una guerrilla que decretó desde el 20 de diciembre una tregua unilateral e indefinida, y a la que el Gobierno había respondido con una suspensión de los bombardeos. Pero esto último ha quedado cancelado como rechazo al ataque de las FARC.
Sin embargo, las palabras de Santos y el mismo ataque no han modificado las negociaciones que esta semana siguieron en La Habana. Incluso, ayer llegaron a la isla los militares que hacen parte de una subcomisión técnica a tratar temas, con delegados de las FARC, como la dejación de armas y la desmovilización de los guerrilleros. La guerrilla tampoco se ha pronunciado sobre la advertencia de Santos de establecer plazos a las negociaciones. Este sábado, a la entrada de la sede de los diálogos, el guerrillero conocido con el alias de Rodrigo Granda leyó un comunicado donde pidió que el Estado acabe “con la impunidad de sus propios crímenes”, sin mencionar el ataque a los militares.
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