El intelectual dice que la líder argentina "es tan inteligente que cree no necesitar asesores"
CARLOS E. CUÉ / ALEJANDRO REBOSSIO Buenos Aires
El filósfo José Pablo Feinmann (Buenos Aires, 1943) ha escrito unos 40 libros y ha sido guionista de 14 películas. Es uno de los intelectuales de referencia del kirchnerismo. En los últimos días encendió una polémica cuando declaró que la futura gobernadora de la provincia de Buenos Aires, la liberal María Eugenia Vidal, "puede gobernar brillantemente o puede ser víctima de ese trabajo y terminar en una trata de blancas”. Vidal lo calificó de “machista”. Feinmann dice que fue una “humorada” y que la polémica desatada "es una ridiculez de la campaña”.
Pregunta. ¿Llega un cambio a Argentina?
Respuesta. ¿Qué cambio va a haber? En algún tiempo se habló de reforma o revolución. La revolución está descartada, es imposible voltear el sistema de producción capitalista en el mundo. Vivimos los tiempos de la reforma, o sea que las dos caras que se presentan en Argentina son dos caras del capitalismo, una de las cuales se presenta como una cara del capitalismo humanitario, distribucionista y latinoamericanista. Esa sería la fórmula de Scioli, apoyada por la gran figura de Zannini, peronista de izquierda. Ustedes saben que peronistas hay de todos los colores, por eso se confunden tanto los europeos, que son tan inteligentes que no tienen ningún problema. El peronismo es pragmatismo salvaje en constante desarrollo, donde todos pactan con todos, cualquiera puede ser un día una cosa y al día siguiente otra. Macri inauguró un monumento a Perón. Quiere seducir a la derecha peronista y carga en sus filas a los tipos pesados del sindicalismo argentino.
P. ¿Quiere decir que en el fondo Scioli y Macri no son tan distintos?
R. Sí, pero también se está jugando un modelo económico de intervención del Estado en el mercado, y al mercado eso le molesta; y otro de neutralización del Estado y liberación total del mercado, que favorece a los grupos monopólicos. Si quedan tres monopolios de información y la noche anterior dicen “¿qué anunciamos para mañana?”, salen tres tapas (portadas) similares. Hay una misma conformación política del receptor y esto ha influido mucho en la primera vuelta.
P. ¿Por qué ese receptor que hace cuatro años dio al kirchnerismo el 54% ahora le dio el 37%?
R. Hay un desgaste natural en 12 años. Hay muchos que no toleran a Cristina, ni su modo de hablar, ni su modo de acomodar el micrófono, la ropa, o si se puso botox o no. El Gobierno no pudo desmontar el poder mediático hegemónico. El kirchnerismo va a tener que revisar muchas cosas si pierde. Si hay alguna falla está en la inteligencia de Cristina Kirchner, que es tan inteligente que considera que no necesita ni asesoramiento ni formar cuadros. Yo no tomé ni un café con Cristina en sus ocho años de gobierno. Sí lo asesoré a Néstor en los dos primeros años. Después nos separamos, tuvimos puntos de vista distintos, no tan graves. Pero Cristina es brillante. Pocas veces se dijeron en los foros internacionales desde Sudamérica las cosas que dijo Cristina Kirchner. Denunció el modus operandi de los consorcios financieros internacionales. Pero tiene el peligro de la brillantez.
P. ¿Por eso mucha gente se cansó de ella?
R. Cansó la inteligencia de una presidenta que te habla por cadena nacional casi todos los días y te demuestra que tiene una gran inteligencia, mientras vos asistís a ese espectáculo, impotente y pensando: “¡Qué bocho (cabeza) tiene esta mina (mujer), ya me tiene harto!”. Algo de eso jugó y además su imposibilidad de formar cuadros políticos.
P. De hecho, se quedó sin sucesor.
R. ¿Cómo en 12 años no formás un sucesor? Ese es un gran error político. ¿Pero qué gran líder político creó un sucesor?
P. ¿Cuáles han sido sus puntos de desencuentro con el kirchnerismo?
R. Era marzo de 2003 y le dije a Kirchner que había que convocar al centroizquierda peronista y hacer un nuevo partido. A él le interesaba muchísimo eso. Un partido de cuadros, fuertemente ideológico, no como la mermelada peronista que hizo Perón. Cuando las cosas se pusieron duras, Perón eligió la derecha. Eso decía Néstor, eran las 5 de la mañana y no sé quién del equipo le dijo: “Néstor, tenés que tomar un avión a Ecuador a las 6”. Y dijo: “No, a mí esto me gusta”, y se fue sin dormir.
P. Y usted se fue diferenciando de Kirchner…
R. Hay una obra de Sartre que se llama Las manos sucias, en la plantea que el político le dice al intelectual: "¡Vos te mantenés puro, pero yo soy un político, tengo que meter las manos en la mierda hasta los codos". En un artículo le digo a Kirchner: "Es necesario que el intelectual se mantenga afuera para que le avise al político: 'Mirá, te estás hundiendo mucho en la mierda".
P. ¿Y cómo ve el presente?
R. Macri, ya lo dijo (su asesor) Prat-Gay, va a cometer el error de dejar el dólar el libre, lo que va a implicar una devaluación salvaje. Y si el dólar se va (de 9,65) a 60 pesos, el salario se muere, y esto es lo que no entienden muchos que votan por el macrismo. Macri va a conservar los modales democráticos, pero en la economía aplicará el neoliberalismo, que ante todo quiere arreglar la macroeconomía y después aparece la teoría del derrame, pero el derrame no se produce nunca porque nunca se arregla la macroeconomía.
P. ¿Qué quedará del kirchnerismo?
R. Quedará lo que siempre queda del peronismo: es el partido de los pobres. El kirchnerismo hizo mucho, como vivienda, reducción de la pobreza, aumento de la tasa de trabajo…
P. Pero no consiguió resolver la pobreza, está en el 21%.
R. Cuando quiso sacarle un 3% al campo, casi tumban al Gobierno. El populismo define a qué sector quiere ayudar, pero no a qué sector quiere expropiar. Pero la figura de Cristina se va a ir agrandando. Eso es inevitable si Macri devalúa mucho, hace un ajuste muy fuerte. Quizá Macri tiene alguien inteligente que le dice que no lleve el dólar a 60 pesos porque va a mandar a la pobreza a 5 millones de habitantes.
P. ¿Puede suceder eso?
R. Me sorprendería, pero ojalá. Hace poco fui al Colón y una musicóloga me empujó y me dijo un montón de disparates agresivos. Curiosamente, en la entrada, Darío Lopérfido (director del teatro, que depende de Macri) vino y me dijo: “Feinmann, ¿cómo te va? ¡Qué gusto tenerte! Sé que sacaste un libro sobre Gershwin, ¿no querés presentarlo en el Colón?”. Ese país quiero yo.
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