lunes, 9 de noviembre de 2015

La oposición siria pide proteger a los refugiados ante la llegada del invierno


Los bombardeos rusos provocan la huida de sus hogares de más de 100.000 sirios en octubre




El invierno se acerca y a la violencia cotidiana, las carencias y las penurias que sufren los ocho millones de desplazados internosprovocados por la guerra en Siria, pronto se añadirán las bajas temperaturas, las lluvias y la nieve. “Parece inconcebible que, enfrentándonos a un dictador, sufriendo todo tipo de peligros, bombardeos y ataques, la gente muera de frío”, lamenta Hadi al Abdulá, activista de la ciudad de Homs. Pero ocurre.
De ahí que asociaciones vinculadas a la oposición siria lanzaran este lunes en Estambul una “llamada urgente” a que la comunidad internacional haga un esfuerzo por incrementar la ayuda humanitaria tanto a los desplazados internos como a los refugiados sirios que residen en campos de refugiados en malas condiciones en Líbano, Jordania e Irak. “Millones de sirios han perdido sus hogares y están en peligro por falta de comida, por las enfermedades o porque carecen de calefacción. Ya en anteriores inviernos, muchos niños, mujeres y ancianos murieron por el frío o las inundaciones”, explica Orhan Mohamad, director de la Unidad de Coordinación de Asistencia (ACU): “Por eso llamamos a las organizaciones internacionales a que actúen rápidamente antes de que ocurran desgracias”.
En la provincia de Alepo ya se han registrado fuertes lluvias en los últimos días y en la mente de las ONG están las fuertes heladas y nevadas de los dos pasados años, que en muchos casos impidieron que la ayuda humanitaria llegase a tiempo a los interesados. “Está claro que este invierno, como los anteriores, habrá nieve, frío, inundaciones, y también que nuevamente volverá a faltar ayuda y volverán a repetirse los desastres vividos”, critica Hamza Alabdulá, de la organización de ayuda y desarrollo Onsur, otra de las firmantes de la llamada a la acción, junto a consejos ciudadanos locales de las provincias de Homs, Hama, Idlib y Alepo; los “Cascos Blancos”encargados de la protección civil en las áreas rebeldes; diversas ONG sirias con sede en el sur de Turquía, y grupos islámicos vinculados alos Hermanos Musulmanes. “Los problemas se incrementan año a año, pero la ayuda se está reduciendo”, se queja el clérigo saudí Salman al Ouda, lamentando la falta de asistencia llegada desde Estados islámicos y recordando que “la caridad es un deber de todos los musulmanes”.
La situación en Siria, denuncian estos grupos opositores, se ha complicado además con la entrada de Rusia en el conflicto a finales de septiembre. De acuerdo con los datos de ACU, que a grandes rasgos coinciden con los cálculos de la ONU, durante el mes de octubre 127.172 personas han huido de sus hogares en las provincias de Idlib y Alepo a causa de los bombardeos rusos. Según esta organización, los ataques aéreos rusos han alcanzado sólo una decena de objetivos del Estado Islámico y un centenar de áreas controladas por los rebeldes opuestos al régimen de Bachar el Asad. “La mayoría de estos objetivos eran civiles y muchos hospitales están siendo atacados. Durante el último mes hemos perdido a cinco trabajadores de nuestra plantilla: médicos, trabajadores de laboratorio, gente que transportaba sangre para transfusiones…”, denuncia Mohamad.
El director de ACU admite a EL PAÍS que “la falta de coordinación” entre las diversas organizaciones de ayuda “es un gran problema”, ya que ralentiza la distribución del material y aumenta el gasto. Pero muchas organizaciones internacionales, en especial las occidentales, recelan de las ONG que operan en lo que los opositores denominan territorio “liberado”, pues junto a los activistas que iniciaron la revolución contra Asad, pululan importantes grupos yihadistas como el Frente al Nusra (filial de Al Qaeda), Ahrar ash Sham o Yaish al Islam, que podrían utilizar el reparto de ayuda humanitaria como forma de proselitismo. De hecho, durante el verano se denunció que el Estado Islámico estaba repartiendo ayuda robada al Programa Mundial de Alimentos de la ONU. “Siempre existirá el riesgo de que la ayuda caiga en manos de yihadistas”, reconoció Mohamad: “Pero si por eso se deja de enviar, morirán cientos de miles de personas inocentes”.

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