Bergoglio dice que para erradicar la plaga de los abusos a menores no vale la excusa del silencio "para evitar el escándalo"
Ya no les queda siquiera la excusa del desconocimiento. El papa Francisco ha enviado una circular a todos los obispos del mundo y a los superiores de las órdenes religiosas en la que les deja muy claros tres puntos: no hay “absolutamente” lugar en la Iglesia católica para los que abusan de los menores, no se pueden escatimar esfuerzos para erradicar “la plaga” de la pederastia y no es de recibo esconderse en el silencio con la consabida excusa de “evitar el escándalo”
“Las familias”, escribe el Papa, “deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores”.
En una misiva corta, clara y directa, Jorge Mario Bergoglio recuerda a los obispos que, en marzo de 2014, constituyó la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores, que ha incluido en ella a expertos de todo el mundo que dentro de unos días se reunirán por primera vez en el Vaticano. “Durante la reunión que mantuve en julio con algunas personas”, explica Francisco, “con algunas de las personas que han sido objeto de abusos sexuales por parte de sacerdotes, me sentí conmovido e impresionado por la intensidad de su sufrimiento y la firmeza de su fe. Esto confirmó una vez más mi convicción de que se debe continuar haciendo todo lo posible para erradicar de la Iglesia el flagelo del abuso sexual de menores y adultos vulnerables, y abrir un camino de reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos”.
Pero, como se encarga de advertir Bergoglio en su carta, no es esa una misión exclusiva del Papa: “Corresponde al Obispo diocesano y a los Superiores mayores la tarea de verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables. Como expresión del deber de la Iglesia de manifestar la compasión de Jesús a los que han sufrido abuso sexual, y a sus familias, se insta a las diócesis y los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica a establecer programas de atención pastoral, que podrán contar con la aportación de servicios psicológicos y espirituales”.
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