La experta en políticas públicas dice que la región debe impulsar el desarrollo institucional
Merilee Grindle (Seattle, 1945) es una mujer de sonrisa esmaltada. Hija de un ingeniero de Boeing y de un ama de casa que leía poesía, esta académica estadounidense empezó su relación con el mundo latino estudiando español en la secundaria. ¿Por qué en su escuela se estudiaba español? "Creo que era ese énfasis de la Guerra Fría en la importancia de entender a los demás, de conocer a los otros países, un poco por competir en 'simpatías' mundiales con los soviéticos".
En la universidad estudió Ciencias Políticas y se graduó con un trabajo sobre política chilena en los años 50 y 60. En el Instituto Tecnológico de Massachusetts hizo una tesis sobre la burocracia en México y desde entonces despegó su carrera de latinoamericanista, que culminó como presidenta de LASA, la Asociación de Estudios Sobre América Latina.
Esta semana, LASA ha celebrado su congreso anual en San Juan de Puerto Rico, y en 2016 hará su 60 aniversario en Nueva York. Grindle analiza la América Latina de hoy con la perspectiva de décadas de estudio centradas en el análisis comparativo de políticas públicas. En primer lugar critica el tópico de los gobiernos de la región como marionetas. "Siempre ha habido una tendencia a pensar que todo lo hacen por presiones, por el poder del imperialismo americano o por los intereses que hay dentro de cada país, y yo creo que no se estima la influencia de los que trabajan dentro del Estado en la formulación de las políticas públicas, con su formación y sus modos de análisis, lo que se combina con el contexto y la historia de cada país", explica la doctora jubilada.
Grindle resalta la necesidad de no minusvalorar la importancia de las instituciones en sí mismas. "Yo no veo al Estado como el diablo, algo común en las Ciencias Sociales. El Estado tiene espacios en los que es posible mejorar las políticas públicas".
Opina que América Latina ha avanzado mucho. Menciona países como Perú, Colombia, Ecuador y Brasil. Subraya la rapidez de sus progresos pero recuerda su cuenta pendiente: "Los sectores de la población que no han podido incorporarse a esa mejora". Lo positivo, dice, es la presencia cada vez más amplia de las clases medias. "Se están ganando opciones de educación, de trabajo, de vivencias. Sigue habiendo límites para esta clase de gente, pero hay menos límites. Los muy pobres, eso sí, siguen sin opciones, como si estuviesen presos".
Considera que en las clases medias latinoamericanas hay un "optimismo" que ha venido perdiéndose entre el ciudadano medio deEstados Unidos. "Allí la clase media fue una clase privilegiada, pero ya no lo es tanto, porque se están perdiendo opciones en vez de ganarlas. El estadounidense se está haciendo conservador, pesimista", afirma Merilee Grindle, que hizo la mayor parte de su carrera académica en Harvard.
Grindle dice que en Latinoamérica se debe ir paso a paso y teniendo en cuenta el contexto de cada política pública, con realismo. "A veces se comete el error de poner estándares internacionales sin pensar cómo es cada país. Si yo voy a Honduras y les digo 'Ustedes deben portarse como en Dinamarca', no es útil. Tenemos que pensar en cómo es cada lugar, y también en cómo los países como Dinamarca llegaron a ser lo que son, mejorando sus instituciones a través del tiempo. Si uno quiere mejorar la gobernanza de un país debe pensar en la tierra con la que trabaja y cuáles son los pasos a seguir. No te vuelves Dinamarca de la noche a la mañana".
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