La voladura de un oleoducto provoca un derrame de petróleo, que ha llegado ya a la costa
Un atentado de la guerrilla de las FARC ha desembocado en un gravísimo problema ambiental en una de las zonas más deprimidas de Colombia. La voladura de parte de un oleoducto el pasado domingo ha provocado un derrame incontrolado de petróleo, que ya ha llegado a las costas del Pacífico y afecta a más de 100.000 personas, sin servicio potable de agua. El atentado es un golpe más a la crisis por la que atraviesan los diálogos de paz entre el Gobierno y las FARC, que cuentan con cada vez menos apoyo en la opinión pública colombiana.
Guerrilleros de la columna Daniel Aldana de las FARC dinamitaron el pasado domingo un tramo del oleoducto Trasandino, en el municipio de Tumaco, en el departamento de Nariño (suroccidente del país). A pesar de que desde que se registró el siniestro se cerraron las válvulas que regulan el crudo, el daño ya estaba hecho. La voladura provocó el vertido de 410.000 galones de petróleo, unos 10.000 barriles, que avanza por las aguas del río Mira, de las más caudalosas de la cuenca del Pacífico, y del que se abastece el acueducto de Tumaco. Las barreras de contención instaladas en distintos tramos afectados no han conseguido evitar que el crudo se colase por uno de los brazos del río y llegase hasta la bahía de Tumaco. La mancha se había extendido este viernes a lo largo de ocho kilómetros de playa.
El vertido ha afectado de pleno a los habitantes de Tumaco, una de las zonas más deprimidas de Colombia, donde la guerrilla y el narcotráfico tienen una fuerte presencia. Cerca de 80.000 personas en el casco urbano y otras 20.000 en zonas rurales se han quedado sin servicio de agua potable por culpa de la contaminación. Un buque de la Armada ha suministrado el líquido desde el día del atentado y se espera que unos 40 tanques apoyen las labores de abastecimiento en los próximos días. El mayor temor de las autoridades es que la escasez de agua termine por afectar a la salud de los habitantes y aparezcan enfermedades, ya que se prevé que no volverán a tener líquido hasta agosto.
Tumaco se abastece principalmente de la actividad pesquera, en la que participan unas 5.000 personas. Al haberse vertido petróleo en las zonas que unen el río y el mar, eso ha afectado gravemente a la pesca de la piangua, un molusco enterrado en los manglares, característico de Tumaco. La otra actividad que se vería seriamente dañada sería la pesca artesanal del camarón.
Aunque aún es pronto para hacer una evaluación de los daños al ecosistema, el ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, asegura que el atentado ha provocado “el mayor daño ecológico de la última década” en Colombia. Germán Márquez, doctor en Ecología y exdirector del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional, advierte de que el petróleo puede alterar el funcionamiento de los ríos y afectar no solo a los peces, sino también a la vegetación y aves. Sobre la recuperación de la zona, asegura que esta será lenta. “Es cierto que como fluyen, los ríos van limpiándose, pero puede que para ello pasen meses o años”.
Para tratar de frenar el vertido y minimizar los daños, Ecopetrol, la empresa estatal encargada de la gestión del oleoducto atacado, ha desplegado a cerca de 1.000 trabajadores y ha instalado 14 barreras de contención a lo largo de diversos tramos afectados. Hasta este viernes se habían conseguido recoger 3.000 de los 10.000 barriles de petróleo vertidos.
El atentado contra el oleoducto Trasandino ha sido el que más graves consecuencias ha tenido desde que las FARC decretasen el fin del cese al fuego unilateral a finales de mayo. En menos de un mes, la guerrilla no ha cesado en su oleada de ataques contra las infraestructuras, minando aún más el apoyo de los colombianos a los diálogos. En lo que respecta al vertido de crudo, en lo que va de año se han derramado el equivalente a 25.000 barriles de petróleo como consecuencia de atentados.
La consecuencias llegaron también a La Habana, donde desde hace más de dos años el Gobierno y las FARC negocian un acuerdo de paz en medio del conflicto. El jefe de la delegación del Gobierno, Humberto de la Calle, sin embargo, afirmó que esa condición “no es una disculpa para enmascarar graves hechos que afectan a la población civil.
“Las FARC tienen que aplicar un mínimo de coherencia. La idea de proclamar la defensa del medio ambiente, destruyendo el medio ambiente es inaceptable. No hay un solo colombiano que comprenda esta concepción. Y menos claro está, un pobre pescador de Tumaco. Señores de las FARC: es hora de tomar decisiones. De verdad, es hora de tomar decisiones, no hay que tenerle miedo a la paz. Es hora de dar el paso definitivo hacia la paz”, añadió De la Calle. Mientras, la guerrilla celebró, a través de un comunicado, la reciente encíclica del papa Francisco en la que hacía un llamamiento para cuidar el medioambiente.
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