Los pequeños editores de libros se afianzan en medio de un ‘boom’ por la edición artesanal
En un océano de miles de libros sólo es posible destacar uniendo fuerzas. Esta es la clave con la que los editores independientes han llegado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2013. En sus pasillos cuentan con una sección donde sus libros tienen la visibilidad que no han logrado en las librerías. Lejos de los grandes grupos editoriales y los best sellers, las pequeñas editoriales se han agrupado para convertirse en protagonistas de un espacio que era mucho menor hace algunos años. “La forma de resistencia de estas editoriales es la agrupación y esto les permite que se organicen mejor y tengan presencia en más festivales literarios y ferias del libro”, reconoce Rubén Padilla, coordinador de programas para profesionales de la FIL.
Una de estas agrupaciones es la Alianza de Editores Mexicanos Independientes (AEMI) que desde 2005 organiza a los pequeños editores en el país para representar sus intereses y acudir a citas tan importantes como la FIL de Guadalajara. Déborah Holtz, presidenta de esta organización y editora de Trilce Ediciones, explica que el panorama para las editoriales independientes siempre ha sido poco alentador debido, principalmente, a las carencias económicas que padecen y las pocas oportunidades de promoción con las que cuentan respecto a las grandes empresas editoriales.
“Para nosotros es un esfuerzo brutal acudir a la FIL de Guadalajara, no tenemos ningún tipo de descuento o excepción por ser independientes, entonces realmente tenemos que juntar a un nutrido grupo de editores para pagar esta presencia. Sin embargo, creemos que es definitivo estar ahí porque en el momento en que los libros que producen las editoriales independientes llegan a las manos de los lectores, la respuesta es inmediata y muy positiva”, comenta Holtz. La AEMI lleva este año a Guadalajara a unas 15 editoriales independientes, que junto a otras ocupan una sección dedicada a esta industria alternativa del libro.
Otras editoriales independientes no se han agrupado con la AEMI pero han optado por esquemas que amortiguan el gasto que representa acudir a Guadalajara. Está el caso de La Caja de Cerillos, una editorial mexicana independiente que desde hace dos años ha editado, con un equipo de cinco personas, unos 11 títulos. Sus editores se han aliado con la distribuidora Sexto Piso, quienes se encargan de transportar los materiales a la feria y además hacen un hueco en su estand para la exhibición de los títulos de La Caja de Cerillos y otras pequeñas casas editoriales.
Andrea Fuentes, editora y fundadora de esta pequeña editorial, explica que la feria le ha servido a La Caja de Cerillos para darse a conocer y tener visibilidad entre lectores e incluso escritores. Fuentes reconoce que una desventaja que tienen respecto a las grandes editoriales son los recursos que estas últimas dedican a promocionar sus libros. “Cuando no tienes un gran equipo de marketing y llegas a la feria es bastante claro. Las grandes editoriales tienen castillos con promociones. Las editoriales independientes no tenemos los recursos económicos para tener ese aparato comercial de promoción y difusión”, comenta.
Los objetivos de los editores independientes al asistir a la FIL Guadalajara no son sólo darse a conocer, sino también conseguir nuevos mercados o lograr incluso la venta de derechos de alguno de sus textos a editoriales en otros países. Lo cuenta Álvaro Llorca, uno de los editores de Libros del K.O, una editorial independiente española que ha incursionado en México a través de espacios como la FIL. “Nuestro principal objetivo es conseguir distribución en otros países que todavía no alcanzamos. Por tanto, participar en la FIL, para nosotros, representa la oportunidad de acceder a nuevos mercados”, explica.
Los frutos de exhibir sus colecciones en la FIL han ido desde simplemente aumentar sus ventas hasta lograr contratos con autores o alianzas con otras editoriales o instituciones que editan libros. Llorca explica que aunque su editorial desembarcó en México hace poco más de un año, asistir a la FIL de 2012 le sirvió para conseguir un acuerdo para coeditar un libro con la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y también para cerrar un contrato con el escritor guatemalteco Luis Aceituno, oportunidades que Libros del K.O no hubiese tenido sin acudir a la feria del libro más importante de América Latina.
Los editores independientes destacan que las obras que editan son prácticamente artesanales, hechas con extremo cuidado del detalle, algo por lo que una compañía editorial de gran dimensión no apostaría. “Las editoriales independientes lo que hacemos es olvidarnos en principio del criterio comercial, que no quiere decir que no pretendamos vivir de lo que hacemos, pero no pensamos en qué es lo que se vende y entonces hacemos eso”, dice Fuentes, de La Caja de Cerillos. Llorca coincide: “A nosotros no nos lee mucha gente, pero aspiramos a que esa gente sepa valorar la dedicación y el empeño que volcamos en cada uno de nuestros libros. Además, esto nos permite conocer mejor a nuestro público, hablar con ellos, escuchar sus opiniones y sugerencias”.
Con este trabajo artesanal, las editoriales independientes también cubren un hueco que en ocasiones pasa desapercibido por los grandes editoriales: los nuevos autores. El detalle en el trabajo les permite detectar manuscritos que no tienen la oportunidad de ser leídos en los gigantes de la edición. Alejandro Cruz, editor de La Caja de Cerillos, señala que los pequeños editores tienden a exponer a la luz a autores nóveles con una visión propia que a veces saca a los escritores del anonimato. “La editorial independiente tiene a veces esa función de sacar de la oscuridad cosas por las que la editorial grande no apostaría”, comenta.
A pesar de las dificultades, las editoriales independientes esperan cada año con emoción la FIL de Guadalajara, se fijan metas de trabajo para llegar con materiales nuevos a la cita de lectura más importante de América Latina. Reconocen sus carencias y proponen soluciones que le han valido mayores espacios de exhibición. Holtz, de la AEMI, incluso ve en el futuro que estas editoriales puedan participar en la edición digital, si sus esfuerzos siguen dando frutos. “Somos relegados al último anaquel de la última estantería de las librerías, son pocos nuestros libros que llegan a estar en una mesa de novedades, sin duda en la FIL podemos mostrar al público nuestros libros que de otras manera es muy complicado”, reconoce.
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