por José Luis Sampedro
Uno de los recursos usados por quienes mandan imponer su voluntad a los gobernados y legitimar su poderío consiste en implantar una educación que incluye el concepto de "orden natural", como norma indiscutible para orientar nuestras vidas. Una vez aceptado ese "orden natural" de la sociedad, tenderemos a rechazar toda conducta propia o ajena desviada de ese orden y la condenaremos por escandalosa, perjudicial o aberrante. Durante mucho tiempo, por ejemplo, y con el apoyo de dogmas religiosos, se afirmó que el "orden natural" de la sociedad era la monarquía de derecho divino. En consecuencia, ser partidario de otro sistema, como el republicano, era caer bajo el peso de la ley y hacerse reo de un delito máximo, casi blasfematorio. Delito creado, claro está, por la ley de los monarcas, que no tenía nada de "orden natural" porque para la naturaleza no hay delitos sino errores vitales, como la inadaptación que se paga extinguiéndose. Si el "orden natural" como se nos repite, es el matrimonio católico, monógamo e indisoluble, entonces la mayoría de la humanidad organizada según otros modelos familiares viven en contra de la naturaleza. Los ejemplos abundan. En suma, el llamado "orden natural" no está dado por la naturaleza sino inventado como creencia de quienes escriben las leyes. El hombre, si bien condicionado por su naturaleza, no es un ser natural sino histórico y, como tal, en permanente cambio. |
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