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A Adenaurys Montero, el mismo lago que le da trabajo podría quitárselo si sus aguas siguen creciendo al ritmo endiablado de la última década.
Este joven dominicano de 25 años que desde hace seis pasea a los turistas en barco por el mayor lago del Caribe, en el oeste de República Dominicana, ha perdido clientes.
La crecida del lago Enriquillo se ha llevado por delante una playa, una fuente de aguas sulfurosas y ha alejado a los flamencos, pero todavía puede mostrar a los visitantes las iguanas y los cocodrilos y llevarlos de excursión a isla Cabrito.
Al igual que los turistas, esa isla, un pedazo de tierra en el interior del lago, mengua cada año.
Peor suerte ha tenido su vecino Ángel Lucas. Antes de que las aguas comenzaran a crecer vivía de la tierra y el ganado. Pero el lago engulló sus plantaciones de yuca, batata y guineo (banano) y dejó sin alimento a sus siete reses, por lo que se vio obligado a venderlas.
"Se lo llevó todo el agua", lamenta Lucas en conversación con BBC Mundo. "Nos dejó pobres. No sabíamos ni qué comer por acá".
"Mis tierras estaban arriba (en la montaña) y yo pensé que nunca iba a llegar allí el lago. Aquí dicen personas que se han muerto de ciento y pico de años que el lago nunca llegó a esos extremos donde se encuentra ahora", afirma este vecino de 49 años de La Escondida, una de las comunidades aledañas al lago Enriquillo.
"Imagínate lo que se siente cuando uno ve sus tierras, coge el camino para los conucos –cultivos- y no encuentra el sostén de cada día, imagínate".
Misterio
Lo que para Lucas, Montero y para miles de familias de las provincias dominicanas de Independencia y Barohuco es una tragedia, para los científicos es un misterio.
El volumen del lago Enriquillo se ha duplicado en la última década. Y a sólo 5 kilómetros de allí, al otro lado de la frontera, el lago Azuei, el mayor de Haití, sigue la misma tendencia.
Cuando comenzó la crecida en 2004, los lagos Enriquillo y Azuei estaban separados por 10 kilómetros pero, según una investigación del City College of New York (CUNY), esa cifra se ha reducido ahora a la mitad.
Jorge E. González, el profesor de ingeniería del CUNY que lidera la investigación en la zona, apunta que pese a que todos los lagos tienen ciclos de expansión y regresión, no existen precedentes de un incremento tan fuerte de las aguas en un corto espacio de tiempo.
Según le dice González a BBC Mundo, el aumento de las aguas se debe a un cambio en el ecosistema de la región que se ha vuelto mucho más húmedo y nuboso.
Además, el fenómeno está cambiando la composición de estos lagos que surgieron de un canal oceánico en el Caribe, por lo que tenían una gran concentración de sal. Pero en los últimos años, dado que gran parte del volumen de agua que está llegando es de las nubes, la salinidad se ha reducido.
Y eso ha afectado el ciclo de los lagos. Como el agua salada se evapora más rápido, al perder salinidad, la habilidad de evaporación del lago ha disminuido.
La "gran pregunta" ahora, dice González, es saber de dónde viene esta humedad regional.
Su equipo trabaja con dos hipótesis: que el aumento de las aguas esté relacionado con el incremento de temperaturas en esta zona del Caribe debido al cambio climático y la posibilidad de que estén surgiendo canales de agua subterránea que aumentan la humedad en la zona.
Una comunidad en jaque
La fuerza del agua de ambos lagos ha destrozado todo lo que encontraba a su paso.
Incluso la carretera binacional por la que se canalizó buena parte de la ayuda que República Dominicana y otros países mandaron a Haití tras el terremoto de 2010 está ahora bajo el agua.
El impacto más grande es sobre todo en la agricultura: se han perdido cultivos de plátano, yuca, maíz…el ganado", le explica a BBC Mundo otra de las investigadoras que participa en el proyecto del lago, la profesora Yolanda León del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).
Según León, además de que muchos vecinos perdieron el valor de propiedad de sus fincas, la inundación de las tierras también provocó la escasez y el encarecimiento de los alimentos.
Además, algunas viviendas que estaban en las inmediaciones del lago se han inundado y las aguas tienen en jaque a la comunidad de Boca de Cachón, donde viven cerca de 550 familias.
Para contrarrestar el avance del agua, además de construir carreteras alternativas para facilitar el comercio con Haití, el gobierno dominicano trabaja para crear canales y drenajes para derivar el agua del lago Enriquillo. Y está construyendo un nuevo poblado para reubicar a los vecinos de Boca Cachón.
"Tendrá todos los servicios de una ciudad moderna, ya que son 560 viviendas para las personas que viven en Boca de Cachón y tendrán escuela, liceo, hospital, servicios de salud (...) parques, canchas deportivas... Es una ciudad que está diseñada para ser la única ciudad verde que habrá en la República Dominicana", relata Olgo Fernández, director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi).
Pero para el resto de los afectados, el anuncio de una comunidad ideal de la que no podrán disfrutar, es objeto de controversia.
"El gobierno por acá no ha hecho nada", se queja Ángel Lucas. "Eso es para Boca de Cachón. Pero aquí en Descubierta... ya me cogieron los datos para darme una lota de tierra. Pero hay mucha gente que se quedó sin tierra y hay muchas tierras ahí pero no sabemos si me va a tocar a mí o no me va a tocar".
Pero el director del Inhdri le dice a BBC Mundo que el excedente de terreno en la zona garantiza que habrá tierras para todos.
¿Hasta cuándo?
Los expertos creen que hay seguir de cerca la evolución de los lagos para descartar una tragedia mayor ya que si los mayores lagos de República Dominicana y Haití siguen creciendo podrían llegar a unirse.
"Uno de los riesgos que más nos preocupa es que ambos lados colapsen y que se lleguen a juntar de manera superficial o subterránea", advierte el profesor González al explicar que eso supondría un "un cambio ecológico y para las personas enorme".
Mientras tanto, los vecinos tratan de rehacer sus vidas. En el caso de Ángel Lucas, con lo que obtuvo de la venta de sus vacas creó un pequeño comercio de venta de productos agrícolas y ganaderos.
De sus tres hijos, dos trabajan, uno en el liceo del municipio y otro transportando combustible para las obras que se están haciendo en Boca Cachón, mientras que el tercero está desempleado, como la mayoría de sus vecinos de La Escondida.
"La mayoría están sentados en las casas, aguantando de lo que les da Dios. Algunos viven de la caridad de las personas porque siempre hay quien echa una mano y hubo quien vendió un ganadito, lo puso en el banco y está sentando viviendo de los ahorros", explica.
El futuro que le espera a su cuarto hijo, que está por nacer, dependerá de lo que suceda con las aguas de los mayores lagos del Caribe.
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