viernes, 30 de mayo de 2014

Tejidos latinoamericanos

En América Latina existe una extensa tradición de producción de tejidos y textiles que se remonta al período prehispánico.




América prehispana

Período pre arcaico

Las evidencias más antiguas de producción de tejidos se relacionan con grupos de cazadores o recolectores de frutos de mar que habitaron hace 6000 a 2000 años AdC. Estos grupos utilizaban fibras vegetales retorcidas y lana de camélidos, con los que tejían bolsas, esteras, cobertores para el pubis y faldones. El tejido se realizaba mediante el sistema de torzal, el cual posee una serie de hilos fijos de urdimbre, entrecruzados por hilos que los une, aunque sin el uso de telar. Existen ciertos elementos recuperados que indicarían utilizaban tintes en tonos de ocre y rojo en hilos de lana de vicuña. Sin embargo no ha sido posible encontrar evidencias que demuestren el uso de fibras en la cordillera de los Andes, pre-cordillera o el altiplano. Es muy probable que ello se deba a que la humedad existente en dichas regiones puede haber pudrido el material de dichos tejidos en el caso de haber existido.

Con anterioridad a la llegada de los europeos, los indígenas de América realizaban tejidos utilizando telares de dimensiones reducidas que a veces llevaban atados a su cintura. Los indígenas utilizaban en sus tejidos lanas de vicuña y de alpaca, como también fibras vegetales como lino y algodón. Los hilos o los productos terminados a veces eran teñidos utilizando colorantes que extraían de plantas, frutos o de animales, también a veces se realizaban guardas y motivos decorativos utilizando hilos de diversos colores en el telar.



América hispana

Los españoles introducen el telar de grandes dimensiones, el que permite elaborar paños y telas de mayores dimensiones.



Qué hacer ante una quemadura doméstica


El 60% de las quemaduras atendidas en los hospitales se producen en el hogar

La plancha que se ha quedado encendida, el aceite que salta al freír el pescado, el agua demasiado caliente de un baño que prometía ser placentero... Haga memoria, ¿cuántas veces se ha quemado en casa tras un pequeño descuido? ¿Muchas más que en cualquier otro sitio? Según los especialistas, el 60% de las quemaduras que se atienden en los hospitales se producen en el hogar. Muchos de estos accidentes domésticos no tienen mayor importancia, sin embargo, algunos pueden acarrear importantes consecuencias para la salud, por lo que hay que saber cómo actuar.
Con unas fiestas tan caseras como las navideñas a la vuelta de la esquina y fogones y hornos a punto de ponerse a pleno rendimiento, ELMUNDO.es les ofrece una guía para que una quemadura doméstica no le arruine la salida y entrada del nuevo año:
  • Quemaduras domésticas más comunes
  • El baño y la cocina son los lugares donde más accidentes se producen, ya que es allí donde se concentran riesgos potenciales, como fuentes de frío y calor, aparatos eléctricos y sustancias químicas corrosivas.
  • Qué hay que hacer de forma inmediata
  • Ya se trate de una quemadura térmica, eléctrica o química, lo primero es interrumpir el contacto entre el agente causante y el organismo. A continuación, se recomienda aplicar abundante agua fresca sobre la zona afectada "ya que esto permite retirar los restos del agente causante, disminuye la inflamación y alivia el dolor", explica Eduardo López-Bran, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
    Si la lesión es leve, puede aplicarse un antiséptico y un apósito para reducir el riesgo de infecciones. Eso sí, hay que hacerlo unas horas después del accidente, cuando se haya reducido la inflamación y el dolor.
  • Cuándo hay que acudir al médico
  • En general, las quemaduras extensas deben ser siempre atendidas en un hospital. "Cuando hay más de un 10% de la superficie de la piel afectada de forma considerable es necesario acudir ", señala López-Bran, quien aporta un truco para calcular la extensión: "Hay una gran afectación si el área dañada es superior a la que ocuparían diez palmas de la mano", aclara. Con todo, este especialista señala que también hay que tener en cuenta la profundidad de la lesión. "No es lo mismo una quemadura solar que por agua hirviendo", matiza. También se recomienda pedir ayuda médica cuando las quemaduras se han producido por electricidad o tras haber ingerido sustancias corrosivas y si durante el accidente se han respirado humos.
    Lo mismo ocurre en el caso de que hayan resultado afectadas la cara, genitales, pies o manos de la persona y siempre que el afectado padezca alguna enfermedad crónica grave, como una cardiopatía o un trastorno respiratorio.
    En todos estos casos, es recomendable cubrir la zona quemada con paños mojados y trasladar al afectado al hospital lo más rápidamente posible.
  • Grupos de riesgo
  • Según explica López-Bran, los niños menores de 10 años y los ancianos mayores de 70 se consideran grupos de riesgo. "Los primeros tienen una curiosidad innata que puede llevarles a tocar cosas muy calientes, derramar líquidos que estaban en el fuego o jugar con cables. Los segundos pueden estar más despistados y no darse cuenta del riesgo", comenta. Además, ambos segmentos de edad pasan mucho tiempo en casa, por lo que su exposición a las fuentes de quemaduras es mayor.
  • Ojo con las imprudencias
  • Hay determinadas situaciones que aumentan el riesgo de quemaduras. Por ejemplo, utilizar aparatos eléctricos en malas condiciones, almacenar productos tóxicos de limpieza en botellas destinas a bebidas, o abrir una olla exprés de forma brusca aumenta las posibilidades de terminar con una lesión.
    "En el caso de los bebés, es fundamental comprobar la temperatura del agua del baño y de la comida que va a proporcionárseles porque hay riesgos importantes de quemaduras", señala López-Bran.
  • Mitos
  • Numerosos 'trucos' caseros prometen curas milagrosas para las quemaduras, pero los expertos advierten de que, en numerosas ocasiones, los riesgos de estos productos 'milagro' superan con mucho a sus riesgos. Por ejemplo, la lejía que algunos recomiendan "sólo sirve para abrasar aún más la zona alterada y aumentar la profundidad de la lesión", comenta López-Bran.
    Del mismo modo, la pasta de dientes que se utiliza a menudo por su efecto refrescante, lo único que consigue a medio plazo es "irritar la zona". "Agua, agua y agua, eso es lo mejor que puede aplicarse en los primeros momentos", insiste el especialista.
Cristina G. Lucio | Madrid

Parque nacional Tierra del Fuego

El parque nacional Tierra del Fuego es un parque nacional argentino de 68 909 hectáreas situado en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en el extremo suroeste de la porción argentina de la isla Grande de Tierra del Fuego, a unos 12 km al oeste de la ciudad de Ushuaia. Se extiende desde la sierra de Injoo Goiyin (o de Beauvior), al norte del lago Fagnano, hasta la costa del canal Beagle en el sur. La intendencia del parque se encuentra en Ushuaia. Es uno de los pocosparques nacionales argentinos con costas marinas. El parque cuenta con picos en que se alternan con valles donde hay ríos y lagos originarios de glaciares.


Solamente unas 2000 ha de su extremo meridional están abiertas al público. El resto del parque tiene la catalogación de «reserva estricta».
Protege una porción del extremo austral de la Cordillera de los Andes, prístinos bosques fueguinos, lagos glaciarios, y costas marinas con biodiversidad perteneciente a la ecorregión marina: Canales y Fiordos del sur de Chile.


Organización y administración del parque


El parque se encuentra subdividido en zonas, en cada una de ellas se encuentra regulado cuales son las actividades permitidas de acuerdo a los objetivos de preservación pautados. Del total de 63 000 ha que forman el parque, sólo una superficie de 2000 ha está asignada al uso turístico, teniendo el resto la categoría de reserva natural estricta.
El parque es administrado por la Administración de Parques Nacionales. Existen numerosos guardaparques ubicados en distintos puntos del parque que hacen cumplir las reglamentaciones vigentes en cuanto a las actividades permitidas y no permitidas en el parque, y orientan a los turistas y visitantes que lo recorren.








Viejas Raíces Empolvadas


Guadalupe (Pita) Amor



Son mis viejas raíces empolvadas
la extraña clave de mi cautiverio;
atada estoy al polvo y su misterio,
llevo ajenas esencias ignoradas.
En mis poros están ya señaladas
las cicatrices de un eterno imperio;
el polvo en mí ha marcado su cauterio,
soy víctima de culpas olvidadas.
En polvorienta forma me presiento
y a las nuevas raíces sobresalto
he de legar, con mi angustioso aliento.
Mas conquistando el aire por asalto,
nada tengo que ver con lo que siento,
soy cómplice infeliz de algo más alto.


Pita Amor: una mujer telúrica

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, mejor conocida como Pita Amor, nació en la ciudad de México en 1919, hace ya casi cien años.


Gran poetisa mexicana y que era conocida como” la 11ª Musa". El primero en llamarla así fue Salvador Novo. Otros le decían genio, poeta virtuosa, niña mimada. Asimismo no faltó quien le espetara que estaba loca, desequilibrada. Lo cierto es que Guadalupe Amor nunca paso inadvertida, algo que a ella le importaba mucho. Fue la menor de siete hermanos. Hija del matrimonio entre Emmanuel Amor Subervielle y Carolina Schmidtlein García-Teruel. Miembro de una aristocracia de gran abolengo que con los años vino a menos por  consecuencia de la Revolución, como era muy recurrente.
Tenía la costumbre de vestirse con grandes túnicas y tenía pasión por las capas y las joyas, especialmente los anillos pues se ponía 10 ó más en sus dedos. Odiaba usar ropa interior y  medias. Son conocidas sus caminatas por el Paseo de la Reforma totalmente desnuda, sólo la cubría un finísimo abrigo de pieles.
En sus últimos años pudimos advertir, con gran tristeza que hubo una gran transformación y podríamos resumir que derivó en una caricatura de su persona, ya que era su costumbre adornarse el pelo con un flor, grande y por cierto maltratada por no decir que deshilachadas. Su maquillaje era estruendoso, se pintaba unos rodetes en las mejillas totalmente desmesurados, y sus lentes tenían una inmensa graduación que le daban a sus ojos un sentido dramático, a momentos una mirada que era temible y que espantaba al más pintado.
Por supuesto que no debemos dejar de mencionar esos años cuando era bella y joven, en los que fue actriz y modelo de fotógrafos y pintores, además de su inteligencia y enigmática personalidad que la convirtió en una codiciada musa de grandes pintores como: Diego Rivera, Roberto Montenegro, Juan Soriano y Raúl Anguiano, entre otros a quienes nunca tuvo reparo en posarles desnuda. Era muy joven cuando inició  una relación con un hacendado millonario con el que tuvo un hijo, que en la práctica se lo regaló a su hermana Maggi y que se ahogó en la alberca, lo cual perturbó más su extraña personalidad y casi enloqueció. También fue muy sonada su relación con Pablo Neruda, pues eran conocidos los detalles de sus encuentros.
En su poesía, surgen los temas metafísicos, caracterizándose por sus expresiones directas y desencadenadas, siempre en primera persona. En ellos se aprecia una clara influencia de Sor Juana Inés de la Cruz y Francisco de Quevedo. De sus obras se destacan:
Yo soy mi casa (1946) dedicado a su gran amiga la también poetisa Gabriela Mistral
Puerta obstinada (1947)
Círculo de angustia (1948)
Polvo (1949)
Décimas a Dios (1953)
Sirviéndole a Dios, de hoguera (1958)
Todos los siglos del mundo (1959)
Soy dueña del universo (1984).

En fin una mujer que fue una referencia constante en aquel México posrevolucionario. Siempre se resistió a trabajar de manera formal, escribía cuando le daba la gana. Con orgullo y arrogancia entraba lo mismo a restaurantes que a casas de antigüedades de la zona rosa y al que pasara frente a ella le vendía sus poemas editados por alguna amiga o amigo. Tuve el privilegio de conocerla y saber de muchas de experiencias que me he prometido contar muy pronto.
Por ahora, doy este brevísimo boceto de una mujer fulgurante, adoradora de los gatos, que nunca le temió a la soledad y que se encerró los últimos años en su casa, tal vez como una premonición como anunciaba ya el título de uno de sus libros: “Yo soy mi casa” . Aprendió a dibujar, tuve el gusto de darle algunas sugerencias porque era tan esquiva que no admitía muchas sugerencias.
Pita Amor si, una mujer talentosa, polémica, admirada y querida por muchos, repudiada por otros, pero que sin embargo logró ser ella, siempre ella.




Un juez cita para interrogar al vicepresidente de Argentina


Está acusado de apropierse de una empresa para contratar con el Estado la impresión de billetes





El juez Ariel Lijo ha citado para el martes 15 de julio al vicepresidente de Argentina, Amado Boudou, con el fin de que responda a las acusaciones que le involucran desde hace dos años y medio en un caso de tráfico de influencias. Se trata de la primera vez, en los 30 años de democracia argentina, en que un vicepresidente del Gobierno ha de responder como acusado ante un juez. Tras estudiar las aportaciones efectuadas por los fiscales en la instrucción del caso, el juez estima que cuando Boudou era ministro de Economía (2009-2011) adquirió junto a su socio José María Núñez Carmona, el 70% de la compañía quebrada y monopólica Ciccone Calcográfica “con el fin último de contratar con el Estado Nacional la impresión de billetes y documentación oficial”. El juez indica que el vicepresidente perpetró la “maniobra” a través de la sociedad The Old Fund y de Alejandro Vandenbroele, supuesto hombre de paja o testaferro.
La citación vuelve a colocar la figura de Boudou en el primer plano de la agenda política y oscurece así para el Gobierno el gran logro alcanzado por su ministro de Economía, Axel Kicillof, al firmar un acuerdo con los acreedores internacionales del Club de París. Ahora quedan solo dos semanas para que comience el Mundial de Brasil.
Con la llegada del Mundial de fútbol el 12 de junio la actualidad política se verá desplazada por la deportiva. Pero justo dos días después de que se juegue la final será cuando Boudou deba presentarse en los juzgados para prestar su declaración indagatoria. También deberán personarse su antiguo socio, José María Núñez Carmona, el supuesto testaferro y los antiguos dueños de Ciccone Calcográfica.
Tras conocer la citación, el vicepresidente indicó que no piensa renunciar ni tomarse ningún permiso laboral, tal como se pronostica en los medios más críticos del Gobierno desde hace varias semanas. Indicó que se ha tomado “con mucha tranquilidad” la decisión del juez, añadió que esperaba ese momento para demostrar su inocencia y recalcó que las acusaciones responden a “un caso mediático, que tiene que ver con la agenda de los diarios”.
Amado Boudou asegura que no piensa renunciar ni tomarse ningún permiso laboral
Boudou ya declaró en un programa de la televisión pública emitido el 18 de mayo que está dispuesto a prestar declaración “para lo que haga falta, en el momento que haga falta”. “Esta causa tiene tres hipótesis”, señaló. “O yo hice algo desde el Gobierno para ayudar a la empresa Ciccone, o yo me quedé con la empresa Ciccone, o hubo lavado de dinero en el rescate de la empresa Ciccone. Empecemos por la más fácil, la tercera: no hay ni un peso mío dando vuelta alrededor (…), no tengo nada que ver con lavado de dinero. En cuanto a la primera, yo no hice nada a favor de la empresa Ciccone en el levantamiento de la quiebra porque yo no lo podía hacer. Y le voy a decir más: nadie en el Gobierno hizo nada para levantar la quiebra de la empresa Ciccone (…). Y esta persona, Vandenbroele, que dicen que es un supuesto testaferro mío… De los papeles de la causa surge que Vandenbroele no tiene ningún bien. Entonces, mal podría ser testaferro de nadie, no de Boudou, a quien no conoce, sino de nadie", señaló Boudou.
Sin embargo, el juez Lijo indica en su citación que Boudou aprovechó “su condición de funcionario público” para acordar con los propietarios de la compañía la cesión del 70% de Ciccone Calcográfica “a cambio de la realización de los actos necesarios para que la firma pudiera volver a operar y contratar con la Administración Pública”. “En este sentido, Amado Boudou habría tenido injerencia, de forma directa, presenciando las reuniones para la adquisición”, indica el escrito de seis folios. A renglón seguido, el juez añade: “Asimismo, [Amado Boudou] habría intervenido, a través de personas interpuestas, en los actos necesarios para el levantamiento de la quiebra, con el objetivo de obtener el certificado fiscal para contratar con el Estado Nacional. Esa finalidad se habría visto satisfecha una vez que Boudou ya era vicepresidente en, al menos, una oportunidad con Casa de la Moneda”.
A pesar de que la presidenta del Gobierno no suele aludir en sus discursos a la denuncia contra Boudou, Cristina Fernández le ha expresado su apoyo de forma inequívoca al mantenerlo en el cargo. En abril de 2012, en plena ebullición del caso Ciccone -léase Chicone-, daba la impresión de que Boudou podía dimitir en cualquier momento. Pero en lugar de eso, ofreció una conferencia de prensa en el Senado sin derecho a preguntas. Vertió acusaciones contra al fiscal general Esteban Righi, un peronista histórico de 73 años que presentó su dimisión poco después; atacó también al juez y al fiscal que lo investigaban y ambos fueron apartados del caso. Boudou venció claramente pero no convenció a todos. Su poder dentro del Gobierno se fue diluyendo, aunque Cristina Fernández nunca le pidió la renuncia.
Ahora, el abogado de Amado Boudou ha pedido apartar del caso al juez Lillo con el argumento de que tomó declaración como testigos a miembros de la familia Ciccone que estaban imputados en el caso. Por tanto, la misma Cámara formada por tres jueces que en su día apartó del caso al juez que inició la investigación, deberá decidir si el juez Lijo continúa con la instrucción.

 Buenos Aires

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miércoles, 28 de mayo de 2014

José Martí, escritor clásico



Los poetas y trágicos griegos, Virgilio, Dante, Shakespeare, Cervantes, Goethe, Hugo, Tolstoy se cuentan entre los pariguales de José Martí. Ellos, y otros de su estirpe, son escritores de todos los tiempos, habiéndolo sido a cabalidad de sus tiempos respectivos. Es curiosa la observación de Marx a propósito del arte de la Grecia antigua: que lo singular no es que naciera de sus circunstancias, como hizo, sino que se lo siguiera admirando mucho tiempo después de desaparecidas esas circunstancias.
Es lo propio de los llamados clásicos. Estamos a más de un siglo de la muerte de Martí, yya es dable reconocerlo como un clásico de la literatura. Mucho se ha escrito sobre la condición de “clásico”, que por supuesto implica la sobrevivencia de ciertas creaciones. YBorges (quien al parecer, por desgracia, no leyó a Martí) opinó que clásica es una obra que los receptores persisten en admirar generación tras generación. Lo que, en el caso de Martí como escritor, lleva a recordar que muchos de sus primeros y cálidos comentaristas no fueron cubanos. Se sabe bien, por ejemplo, lo que opinaron sobre su escritura hombres como el argentino Domingo Faustino Sarmiento y el nicaragüense Rubén Darío. El primero, en 1887, al ir a cumplir Martí 34 años, escribió:
En español, nada hay que se parezca a la salida de bramidos de Martí, y después de Victor Hugo nada presenta la Francia de esta resonancia de metal […] Deseo que le llegue a Martí este homenaje de mi admiración por su talento descriptivo y su estilo de Goya, el pintor español de los grandes borrones con que habría descrito el caos.
Y al año siguiente, 1888 (es decir, el de la aparición de Azul…), Darío escribió que Martí escribe, a nuestro modo de juzgar, más brillantemente que ninguno de España o de América […] porque fotografía y esculpe en la lengua, pinta o cuaja la idea, cristaliza el verbo en la letra, y su pensamiento es un relámpago y su palabra un tímpano o una lámina de plata o un estampido.
Se conoce también la admiración que sentían por la obra martiana otros hispanoamericanos. En contraste con esos criterios, sorprenden la incomprensión y la ignorancia de la faena literaria martiana en Cuba mientras él vivió. Su extraordinaria oratoria no interesó a Manuel Sanguily, y un poeta de la relevancia de Julián del Casal desconoció la obra de aquel a quien su amigo Darío llamaba Maestro, el cual, en cambio, dedicó al autor de Nieve un penetrante obituario. Raúl Hernández Novás escribiría un hermoso poema intertextual sobre los vínculos que hubieron debido existir entre Martí y Casal.
Tras la muerte de Martí y la instauración en 1902 de la República neocolonial en Cuba, él sería asumido como héroe nacional, sobre todo a partir de la tercera década del siglo XX. Pero su labor literaria no encontraría en su patria, durante muchos años, la comprensión merecida. Singularmente, el primer libro dedicado a su obra literaria (Martí escritor) se debió al mexicano Andrés Iduarte, y apareció en México en 1945, a medio siglo de la muerte de Martí. Y hasta entonces, y aun algo después, con raras excepciones como la deJuan Marinello, los grandes escritores que abordaron la obra literaria martiana no eran cubanos. Debe añadirse que la tarea política de Martí sí encontró estudiosos cubanos de valía, como lo prueban, entre otras obras, el ensayo fundador que le dedicara Julio Antonio Mella en 1926, y el libro de Leonardo Griñán Peralta Martí, líder político (La Habana, 1943), tan valioso en lo suyo como el de Iduarte en lo literario.
En las últimas décadas, grandes escritores cubanos como Cintio Vitier y Fina García Marruzse sumaron a sus colegas de otras tierras que han estudiado con acierto la escritura literaria de Martí. Y aquí debo mencionar un hecho notable: y es que una mañana de México el gran escritor colombiano Gabriel García Márquez me confesó que estaba leyendo a Martí con inmensa admiración. Lástima que el fabulador de Macondo, recientemente fallecido, no haya escrito, que yo sepa, sobre el hecho.
Entregado desde sus primeros años a urgencias políticas y morales que lo llevarían al presidio, el destierro, la conspiración, la organización partidaria, y finalmente la muerte en combate, lo que Martí llamaba su «papelería» conoció una existencia bien azarosa. Baste recordar que Martí solo publicó dos cuadernos de versos (Ismaelillo y Versos sencillos) y unos cuantos más casi siempre políticos, en ediciones fuera de comercio. El resto quedó disperso en numerosos periódicos y revistas, en cartas, en diarios y apuntes íntimos, en otros textos inéditos, en discursos con frecuencia improvisados y perdidos para siempre. Sin embargo, quien así desatendió la difusión de sus creaciones verbales fue considerado por el mexicano Alfonso Reyes, en su exigente El deslinde (1944), “supremo varón literario”, y más tarde “la más pasmosa organización literaria”, mientras en 1951 el español Guillermo Díaz-Plaja llamó a Martí «el primer “creador” de prosa que ha tenido el mundo hispánico», ratificando así ambos, a mediados del siglo XX, lo que a finales del siglo XIX habían proclamado Sarmiento y Darío.
En 1900, cinco años después de la muerte de Martí, empezó a publicarse, por su exsecretario y albacea Gonzalo de Quesada y Aróstegui, la inicial edición de sus obras. Entre ellas vio la luz por primera vez en forma de libro, en 1905, La Edad de Oro, el mejor ejemplo en nuestra lengua de literatura para niños y jóvenes, que volvería a ser publicado muchas veces. En 1911 apareció una novela: Amistad funesta (o Lucía Jerez), que Martí diera a conocer en 1885, por entregas y con seudónimo. Esa novela comenzó a ser apreciada a partir de 1953, cuando el argentino Enrique Anderson Imbert le dedicó un agudo trabajo. En 1913, también en dicha edición, apareció, junto a sus dos cuadernos de versos mencionados, una tercera colección poética suya (Versos libres) que él había mantenido inédita. Volveré a mencionar dicho volumen. Más allá de tales obras, hubo que esperar a 1941 para que viera la luz el Diario de campaña de Martí.
En 1980, el nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez pudo revelar una treintena de crónicas martianas destinadas al periódico mexicano El Partido Liberal que no habían sido recogidas en sus llamadas Obras completas. Distintas publicaciones, y en especial el Anuario del Centro de Estudios Martianos, suelen dar a conocer textos de esa índole. La primera edición crítica de las obras realmente completas de Martí empezó a aparecer en 1983, la edición crítica de su poesía completa vino a publicarse en 1985, y la de su Epistolario en 1993.
El grueso de la obra literaria martiana la constituyen los trabajos periodísticos que escribió desde su estancia mexicana, y en particular cuando estuvo radicado en los EE.UU. A tal punto dichos trabajos son abundantes y regios que un estudioso tan exigente como el dominicano Pedro Henríquez Ureña pudo escribir: “Su obra [la de Martí] es, pues, periodismo, pero periodismo elevado a un nivel artístico como jamás se ha visto en español, ni probablemente en ningún otro idioma”.
No siempre se ha aceptado el altísimo valor literario del periodismo martiano. Por ejemplo, el español Federico de Onís, a quien se deben páginas felices sobre el cubano, dijo sin embargo que la “vida atormentada [de Martí] no le permitió la concentración y la quietud necesarias para escribir obras de gran aliento, y la mayor parte de su producción tuvo que ser periodística y de ocasión”. En contraste con este criterio erróneo, García Marruz sostuvo que, inmerso Martí en la dinámica de la vida estadounidense, se produjo en él “la sustitución de una literatura libresca por una literatura periodística, atenta a la vibración del instante. Lo habitualmente tenido por “prosaico” es para él la nueva poesía moderna, la épica nueva y el taller formidable”. Y la venezolana Susana Rotker vio en el periodismo martiano la fundación de la nueva escritura de Hispanoamérica.
La variedad de los trabajos periodísticos de Martí es enorme. Hay entre ellos ensayos a la vez poemáticos y sociopolíticos, como “Nuestra América”; artículos de fondo, como los enderezados a combatir a los congresos panamericanos; críticas, como las consagradas a Flaubert, Pushkin, Wilde, los pintores impresionistas franceses, Whitman, Heredia, Twain, Casal; etopeyas, como las de Cecilio Acosta, Emerson, Jesse James, Wendell Phillips, Grant, Lucy Parsons, Céspedes y Agramonte, San Martín, Bolívar, Gómez, Maceo; crónicas, como las dedicadas al centenario de Calderón, Coney Island, Karl Marx en su muerte, el puente de Brooklyn, el terremoto de Charleston, la estatua de la Libertad, la guerra social en Chicago, el asesinato de los italianos. Cercanas a algunas de esas páginas, pero a la vez separadas de ellas por la total inmediatez de sus vivencias, están los testimonios de aquellos hechos de los que Martí fue protagonista, como El presidio político en Cuba (1871) y sus diarios, en especial el sobrecogedor Diario de campaña (1895).
Martí prestó atención también a sus discursos, con los que se empa su palabra, se encuentran, sin duda, entre las más nobles y perdurables lecciones de la cultura de nuestra América.
Las fascinantes cartas de Martí equivalen a sus discursos más íntimos (más conversados, más conmovedores). Y si ellas están estructuralmente emparentadas con sus discursos, no lo están menos con muchos de sus trabajos periodísticos, escritos en forma de cartas. Creo que en el siglo XX solo un hispanoamericano me ha deslumbrado como Martí con sus cartas: Julio Cortázar, cuyo epistolario abarca cinco nutridos volúmenes.
Si la prosa de Martí tuvo durante su vida una difusión considerable (una veintena de periódicos americanos de lengua española llegó a publicar sus colaboraciones), muy otro fue el destino de sus versos. Solo publicó los dos cuadernos de versos mencionados, en ediciones restringidas, que apenas circularon, lo que contribuyó a que no se conozca crítica alguna aparecida en el siglo XIX sobre ellos. Apenas ha quedado constancia de que el colombiano Baldomero Sanín Cano dijera que su compatriota José Asunción Silva apreciaba en alto grado Ismaelillo. Ni siquiera Darío, en el hermosísimo treno que consagró en La Nación a Martí tras su caída en combate en 1895 y recogió al año siguiente en Los raros, advirtió entonces, como confesaría más tarde, la importancia de los Versos sencillos, a pesar de nombrarlos allí. Hubo que esperar a 1913, cuando apareció en La Habana el tomo XI de las primeras Obras ya nombradas, para que comenzara la recepción de sus versos (de modo similar, puede decirse que solo entrado el siglo XX su pensamiento fue interpretado en toda su hondura). Aquel volumen contenía los dos títulos ya aludidos y además una selección del libro suyo que había permanecido inédito: Versos libres. En su carta a Quesada de primero de abril de 1895, considerada con razón su testamento literario, Martí había diseñado tal conjunto: “de versos podría hacer otro volumen: Ismaelillo, Versos sencillos y lo más cuidado o significativo de unos Versos libres”.
En contraste con el silencio crítico que acompañó a la aparición primera de Ismaelillo y Versos sencillos, este tomo de 1913 encontró comentaristas superiores. El primero, una vez más, Darío, quien ese mismo año consagró en La Nación cuatro artículos fundamentales a “José Martí, poeta”. Otro comentarista privilegiado del volumen de 1913, concretamente de Versos libres, fue el español Miguel de Unamuno. También gracias a esa edición se familiarizó con los versos martianos la chilena Gabriela Mistral, quien después escribiría luminosamente sobre ellos, sobre todo los sencillos, y llamaría a su autor “el maestro americano más ostensible en mi obra”. Se había iniciado un reconocimiento de los versos martianos que no haría sino crecer, y del que han participado protagonistas de la literatura de nuestra lengua como el español Juan Ramón Jiménez, los cubanos Juan Marinello, Cintio Vitier y Fina García Marruz o el uruguayo Ángel Rama. Incluso el mexicano Octavio Paz, quien hasta finales de la década de 1960 desconocía la poesía (la obra) de Martí, según carta suya de 15 de marzo de 1968 a Vitier, dedicó algunas líneas entusiastas al poema martiano “Dos patrias” en Los hijos del limo […] (1974), y postuló allí que en tal poema Martí “anuncia […] a la poesía contemporánea”. Más lejos fue Rama, cuando en 1983 situó a “José Martí en el eje de la modernización poética: Whitman, Lautreamont. Rimbaud”.
Según confesión suya, Martí comenzó a escribir sus Versos libres en 1878, quizá durante su estancia en Guatemala, y para la fecha de aparición de Ismaelillo (1882) ya les había dado una primera ordenación. Ello se colige de carta que el 16 de septiembre de ese año enviara a su confidente mexicano Manuel A. Mercado. Allí le hablaba de todo un cuaderno de nuevas cosas mías, más encrespadas y rebeldes que cuanto he sacado de la mente al papel, y cuyas cosas iba a enviarle, y le enviaré, porque V. haga de juez secreto, como hermano de su hermano, y me diga si cree que he hallado al fin el molde natural, desembarazado e imponente, para poner en verso mis revueltos y fieros pensamientos.
Al no publicarlos Martí en aquella ocasión (¿por consejo de Mercado?), siguió añadiéndoles durante años poemas, todos o casi todos escritos en Nueva York, y al cabo los dejó inéditos. En el prólogo que hizo para ellos, explicó: “Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava”. Tras leerlos, exclamó Unamuno: “mi espíritu vibraba por la recia sacudida de aquellos ritmos selváticos, de selva brava […] La oscuridad, la confusión, el desorden mismo de aquellos versos libres nos encantaron”. Y como anunciando su propio Cristo de Velázquez (1920), tan martiano, añadió: “Tengo la convicción estética de que para escribir un largo poema, el metro más acomodado hoy en castellano es el endecasílabo libre”. Años después dijo Vitier de losVersos libres: “La fuerza irruptora de esta poesía, lo que pudiera llamarse su pathos volcánico, no tiene quizás paralelo en la lengua española […] Con este libro nos sentimos ante el chisporrotear y el crepitar del verso en su horno”.
Ismaelillo lo escribió Martí alejado de su hijo, a quien lo dedicara, en Caracas, en 1881: ha podido afirmarse que en aquella circunstancia su obra literaria alcanzó una primera maduración. En cuanto a los autobiográficos Versos sencillos (numerados, como ocurrirá después en Trilce, no titulados, y que según García Marruz deben leerse como un solo poema), los hizo en agosto de 1890 en los montes Catskill, al norte de Nueva York, ciudad donde vivía su doloroso destierro: el médico lo había echado allí, enfermo por las angustias que padeció durante la primera conferencia panamericana, celebrada en Washington entre 1889 y 1890, como explicó al frente del libro, donde también dijo: “amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras”. Vale la pena llamar la atención sobre los prólogos a sus libros de versos. No se han escrito sobre ellos palabras más exactas y más complejas (“amo las sonoridades difíciles”, “amo la sencillez”), ni más bellas.
En general, en su labor en verso se aprecian dos vertientes. Martí parece referirse a ellas cuando en el prólogo de los Versos sencillos afirma: “A veces ruge el mar, y revienta la ola, en la noche negra, contra las rocas del castillo ensangrentado: a veces susurra la abeja, merodeando entre las flores”. Aunque también es posible que para él esa dualidad atraviese todos sus versos de madurez, una interpretación de tal cita permite mirar, por una parte, a sus Versos libres; por otra, a los versos de Ismaelillo, La Edad de Oro y Versos sencillos.
En un extremo, una palabra agónica, nacida en gran parte del choque con la ciudad tremenda (como iba a ocurrirle al Federico García Lorca de Poeta en Nueva York), cuyos versos libres, no ajenos a Whitman, a quien dio a conocer en español, ni a tumultuosas “escenas norteamericanas” propias, lo son mucho más por el fuego que los convulsiona y hace encabalgar que por el mero hecho de ser endecasílabos sin rima. En otro extremo, una conquistada serenidad, en que las rápidas visiones que debemos a poetas de la estirpe de Rimbaud entran, iluminando, en formas de la poesía popular como villancicos, coplas y décimas: estas últimas, por lo general, truncas. Tales poemas, en especial los de los Versos sencillos, escritos en octosílabos, dan voz a una tradición americana de raíz española aún viva entre payadores rioplatenses y decimistas caribeños. Cuando aquellos fueron cantados, se les hizo regresar con música al venero popular, oral, de donde en gran medida procedían. Pues si a primera vista puede no ser evidente, el oído revela que, al igual que en sus discursos, Martí, a la vez que asimila herencias renacentistas y barrocas e incorporan lo más audaz de las letras de su época en varios idiomas, también hace entroncar buena parte de sus versos con la literatura oral del hombre americano libre y sencillo: fundador de un pueblo nuevo, como Ismael. Por algo el libro que dedicó a su hijo, llamado como él José, lo tituló Ismaelillo.
Décadas antes de que, popularizando gracias a Pete Seeger una intuición del músico Julián Orbón, los Versos sencillos recorrieran el mundo como letra de La guantanamera (cuya melodía, según Alejo Carpentier, es la de un romance traído a América por los conquistadores), Gabriela Mistral había observado sagazmente: “Yo me oigo en coplas la mayor parte de los Versos sencillos, habiendo en ellos tanta vida profunda y tanta cosa trascendente […] Parecen versos de tonada chilena, de habanera cubana, de canción de México, y se nos vienen a la boca espontáneamente”. En cuanto al adjetivo con que Martí nombró su pequeño gran libro final, y que tanta confusión ha provocado en comentaristas superficiales, Rubén Darío explicó: “La sencillez de Martí es de las cosas más difíciles, pues a ella no se llega sin potente dominio del verso y muchos conocimientos”. Lo que complementó Gabriela al decir:
La sencillez de Martí parece ser aquella en la que se disuelve, por una operación del alma que carece de receta, una experiencia grande del mundo, un buceo de la vida en cuatro dimensiones. […] Este sencillo nada tiene de simple […] La sencillez de Martí viene ya hecha de las honduras del ser; él no la logra desde afuera, no la confecciona como hacen los que deciden ser sencillos.
Como se habrá observado, al hablar de la obra literaria de Martí no he considerado necesario subrayar el aspecto de servicio (“ancilar” hubiera dicho Alfonso Reyes) de esa obra. Y es que en Martí no existió tal dualidad. Su faena verbal fue siempre pura y siempre de servicio. Se conoce sobradamente que fue un revolucionario político de los más radicales, y que su política estaba atravesada por anhelos trascendentes. Inicié estas palabras mencionando a algunos grandísimos escritores como la familia natural de Martí en lo que toca a las letras. Debo confesar que estuve tentado de emparentarlo también con los autores de obras como la Biblia, el Corán y el Popol Vuh.
Sabemos mucho de Martí, pero estoy convencido de que aún nos queda por saber mucho más sobre él. Como se me ha pedido leer estas palabras a propósito de “Martí, escritor de todos los tiempos”, quise enfatizar su condición de clásico de las letras. Pero bien sabemos que es también otras cosas. Al concluir sus artículos sobre la poesía de Martí escribió memorablemente Rubén Darío en 1913: “Y yo admiro —recordando al varón puro y al dulce amigo— aquel cerebro cósmico, aquella vasta alma, aquel concentrado y humano universo, que lo tuvo todo: la acción y el ensueño, el ideal y la vida, y una épica muerte, y, en su América, una segura inmortalidad”.arientan, interiorizándolos, sus cartas. Ya mencioné que los discursos martianos no fueron apreciados por sus coetáneos de Cuba. Pero en cambio estremecieron a quienes los escucharon en el exilio estadunidense, sobre todo los trabajadores. Ese estremecimiento, y que para lograrlo jamás accediera Martí a darle un tinte populista 

Intervención especial en la clausura del Coloquio Internacional “José Martí, escritor de todos los tiempos”, organizado por el Centro de Estudios Martianos, La Habana, 16 de mayo de 2014. Tomado de La Jiribilla

Thelvia Marín y Claribel Alegría ganan premio Rafael Alberti de poesía



Thelvia Marín

Thelvia Marín, de Cuba, y Claribel Alegría, de Nicaragua, ambas poetisas de más de 90 años de edad, recibieron el premio Rafael Alberticonferido por el Festival Internacional de Poesía de La Habana.
La cubana Marín, de 92 años, y la nicaragüense Alegría, de 90, han sido poetas más allá de la lírica, pues sus obras abarcan además la narración, la pintura, el ensayo y el periodismo.
El reconocimiento fue entregado la víspera en la velada Palabra del Mundo, a propósito del festival de poesía que concluye el 31 de mayo con diferentes lecturas y encuentros entre creadores.
Recibir un premio con el nombre de un poeta como Alberti es para mí un inmenso honor y me compromete a seguir escribiendo y dando lo mejor de mí“, dijo Marín a la prensa tras ser galardonada.
A su vez Alegría -célebre por sus traducciones de la poesía de Robert Graves- agradeció el lauro en un correo electrónico dirigido al poeta cubano Alex Pausides, presidente del Festival.
(Con información de Prensa Latina)
http://www.cubadebate.cu/


Claribel Alegría

32 AÑOS SIN AKIRA KUROSAWA

                                      Fotografía fuente Revista Yume: https://revistayume.com/ “Puede que sólo puedas escribir una página po...