miércoles, 7 de mayo de 2014

Rabindranath Tagore

(India, 1861-1941)




Poeta y filósofo indio, premio Nobel, que contribuyó a estrechar el entendimiento mutuo entre las civilizaciones occidental e india. Su nombre en bengalí es Ravìndranatha Thakura y nació en Calcuta en el seno de una familia acomodada, hijo del filósofo Debendranath Tagore. Empezó a escribir poesía de niño y publicó su primer libro a los 17 años. Después de una breve estancia en Inglaterra (1878) donde estudió Derecho, volvió a la India, y pronto se convertiría en el autor más importante y famoso de la época colonial. Escribió poesía, cuentos, novelas y obras de teatro, y además compuso centenares de canciones populares. En 1929 empezó también a pintar. Internacionalista decidido y educador, en 1901 fundó en su propiedad bengalí la escuela Santiniketan, para la enseñanza de una mezcla de filosofías orientales y occidentales, que en 1921 se convertiría en la Universidad Internacional Visva-Bharati. También viajó y dió conferencias por todo el mundo. Tagore escribió en lengua bengalí. Su obra, muy imaginativa y profundamente religiosa, está impregnada por su amor a la naturaleza y a su tierra. En 1913, le fue concedido el Premio Nobel de Literatura y en 1915 el rey Jorge V le nombró caballero, título al que renunció tras la matanza de Amritsar en 1919, cuando las tropas británicas mataron a 400 manifestantes indios. Muchas de sus obras fueron traducidas al español por Zenovia Camprubí.

Rabindranath Tagore
Pájaros perdidos (fragmento)

Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan,
y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar,
aletean y caen en ella, en un suspiro.

Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos,
¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!

Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de
infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un
beso de lo eterno.

Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor
su sonrisa.

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán
ver las estrellas.

-Mar, ¿qué estás hablando?
Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
El eterno silencio.

¡Oye, corazón mío, los suspiros del mundo, que está
queriendo amarte!

El misterio de la vida es tan grande como la sombra en
la noche. La ilusión de la sabiduría es como la niebla del
amanecer.

No te dejes tu amor sobre el precipicio.

Me he sentado, esta mañana, en mi balcón, para ver el
mundo. Y él, caminante, se detiene un punto, me saluda y
se va.

Menudos pensamientos míos, ¡con qué rumor de hojas
suspiráis vuestra alegría en mi imaginación!

Tú no ves lo que eres, sino su sombra.

Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece;
¿por qué susurra el viento del sur entre las hojas recién nacidas?
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces,
la medianoche entristece con nostálgico silencio a las estrellas? 
"

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