Gran poetisa mexicana y que era conocida como” la 11ª Musa". El primero en llamarla así fue Salvador Novo. Otros le decían genio, poeta virtuosa, niña mimada. Asimismo no faltó quien le espetara que estaba loca, desequilibrada. Lo cierto es que Guadalupe Amor nunca paso inadvertida, algo que a ella le importaba mucho. Fue la menor de siete hermanos. Hija del matrimonio entre Emmanuel Amor Subervielle y Carolina Schmidtlein García-Teruel. Miembro de una aristocracia de gran abolengo que con los años vino a menos por consecuencia de la Revolución, como era muy recurrente.
Tenía la costumbre de vestirse con grandes túnicas y tenía pasión por las capas y las joyas, especialmente los anillos pues se ponía 10 ó más en sus dedos. Odiaba usar ropa interior y medias. Son conocidas sus caminatas por el Paseo de la Reforma totalmente desnuda, sólo la cubría un finísimo abrigo de pieles.
En sus últimos años pudimos advertir, con gran tristeza que hubo una gran transformación y podríamos resumir que derivó en una caricatura de su persona, ya que era su costumbre adornarse el pelo con un flor, grande y por cierto maltratada por no decir que deshilachadas. Su maquillaje era estruendoso, se pintaba unos rodetes en las mejillas totalmente desmesurados, y sus lentes tenían una inmensa graduación que le daban a sus ojos un sentido dramático, a momentos una mirada que era temible y que espantaba al más pintado.
Por supuesto que no debemos dejar de mencionar esos años cuando era bella y joven, en los que fue actriz y modelo de fotógrafos y pintores, además de su inteligencia y enigmática personalidad que la convirtió en una codiciada musa de grandes pintores como: Diego Rivera, Roberto Montenegro, Juan Soriano y Raúl Anguiano, entre otros a quienes nunca tuvo reparo en posarles desnuda. Era muy joven cuando inició una relación con un hacendado millonario con el que tuvo un hijo, que en la práctica se lo regaló a su hermana Maggi y que se ahogó en la alberca, lo cual perturbó más su extraña personalidad y casi enloqueció. También fue muy sonada su relación con Pablo Neruda, pues eran conocidos los detalles de sus encuentros.
En su poesía, surgen los temas metafísicos, caracterizándose por sus expresiones directas y desencadenadas, siempre en primera persona. En ellos se aprecia una clara influencia de Sor Juana Inés de la Cruz y Francisco de Quevedo. De sus obras se destacan:
Yo soy mi casa (1946) dedicado a su gran amiga la también poetisa Gabriela Mistral
Puerta obstinada (1947)
Círculo de angustia (1948)
Polvo (1949)
Décimas a Dios (1953)
Sirviéndole a Dios, de hoguera (1958)
Todos los siglos del mundo (1959)
Soy dueña del universo (1984).
En fin una mujer que fue una referencia constante en aquel México posrevolucionario. Siempre se resistió a trabajar de manera formal, escribía cuando le daba la gana. Con orgullo y arrogancia entraba lo mismo a restaurantes que a casas de antigüedades de la zona rosa y al que pasara frente a ella le vendía sus poemas editados por alguna amiga o amigo. Tuve el privilegio de conocerla y saber de muchas de experiencias que me he prometido contar muy pronto.
Por ahora, doy este brevísimo boceto de una mujer fulgurante, adoradora de los gatos, que nunca le temió a la soledad y que se encerró los últimos años en su casa, tal vez como una premonición como anunciaba ya el título de uno de sus libros: “Yo soy mi casa” . Aprendió a dibujar, tuve el gusto de darle algunas sugerencias porque era tan esquiva que no admitía muchas sugerencias.
Pita Amor si, una mujer talentosa, polémica, admirada y querida por muchos, repudiada por otros, pero que sin embargo logró ser ella, siempre ella.
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