El joven roble, símbolo del autogobierno vasco, se halla «debilitado» por la falta de oxígeno. Los grupos políticos exigen «medidas urgentes» para su conservación
El árbol de Guernica, emblema del autogobierno vasco y ante el que tiene lugar la toma de posesión del lendakari, se halla «debilitado» por falta de oxígeno y condiciones adversas donde está plantado, junto a la sede de Juntas Generales de Vizcaya, en la localidad de Guernica. Su deplorable estado de sequedad ha encendido la alarma entre los políticos vascos, que han exigido «medidas urgentes» para salvar el joven roble, trasplantado en 2005 tras morir el ejemplar «viejo», que sobrevivió al bombardeo de la aviación alemana sobre la villa vasca durante la Guerra Civil.
La presidenta de las Juntas Generales de Vizcaya, Ana Madariaga, del PNV, ha asegurado que se le practicarán los cuidados intensivos oportunos para garantizar la supervivencia de lo que el nacionalismo entiende como el «milenario símbolo de las libertades vascas».
Días atrás, el grupo socialista alertó del mal estado en el que se encuentra el roble, que según la profesora del departamento de Biología Vegetal de la Universidad del País Vasco (UPV), Miren Duñabeitia, ha entrado «prematuramente en el otoño».
Pese a la preocupación reinante, las pruebas realizadas descartan que el árbol esté afectado por el hongo que causó la muerte del viejo roble y que obligó a trasplantar el actual retoño, que entonces apenas cumplía la mayoría de edad.
La experta ha asegurado que, aunque puede parecer «seco», el roble más fotografiado del País Vasco «sigue vivo», según se confirma por la formación continua de «yemas en la mayoría de las ramas» y el «buen funcionamiento del flujo xilemático». Según los especialistas, su entrada prematura en el otoño –las hojas se han secado antes de tiempo- es una respuesta de protección del propio árbol.
Sin embargo, las «condiciones adversas» en las que se encuentra plantado el roble de Guernica, concretamente en una zona «muy sombría» del jardín de la sede de Juntas Generales, no favorecen su crecimiento. El árbol, que crece limitado «en un recipiente» también tiene que luchar contra una «permanente humedad ambiental»
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