John Hemingway vino a Cuba tras la rica leyenda que une a Hemingway con nuestro país. Foto: Roberto Morejón Rodríguez / AIN.
Por Yeneily García García
“Yo ser primer cubano sato que ganar Premio Nobel“, dicen que dijo Hemingway con un acento grueso, cuando celebraba, entre cerveza y cerveza, el prestigioso lauro de la Academia Sueca.
Por más de 20 años, el escritor norteamericano residió en el que llamó su paraíso cubano, la magnífica Finca Vigía de la localidad habanera de San Francisco de Paula, y fondeó su yate Pilar en el pueblecito pesquero de Cojímar, donde reía y conversaba codo con codo con los pescadores de la zona.
A “mi gente de Cojímar” y a Cuba dedicó el galardón, voluntad que no dejó sólo en palabras, sino que la reafirmó con la ofrenda de la medalla de oro con la efigie de Alfred Nobel a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba y de la gente de mar.
Ansiosos por desandar los caminos de su famoso abuelo y envueltos en la estela de su leyenda, llegaron John y Patrick Hemingway a este pedacito de costa al este de La Habana. La efigie del escritor, hecha con el bronce de las propelas y las paletas de los barcos de Cojímar, los recibió.
Llegaron con los ojos ávidos a territorio antillano para celebrar los 80 años de la llegada del Pilar a La Habana, y los 60 del Nobel. El más conmovido: John. Escritor a su vez y uno de los hijos de Gregory, —el mismo Gigi del equipo de pelota con los niños vecinos de la Finca—, nunca antes había estado en Cuba.
Es mi primera vez y estoy casi avergonzado con las muestras de cariño hacia mí y mi hermano, diría en aquel momento. “Tengo muchas ganas de conocer todos los lugares que frecuentaba mi abuelo. ¿Tomarme un daiquirí? Claro, como no. ¡Hasta un mojito!”
Cuatro días, y un emotivo recorrido especial por la casona de la Finca después, John estaba feliz. De pie en la terraza donde su célebre abuelo se sentara tantas veces, entablaba conversación con quien se le acercara.
Esta es mi primera visita a Cuba, mi hermano ha estado unas cinco veces, y la llegada a Cojímar fue increíble, porque ninguno de nosotros esperaba ese tipo de bienvenida, dijo cuando le pidieron unas palabras.
“Es difícil para mí describir el tipo de emoción que sentimos. El resto del viaje ha sido extremadamente interesante y también emotivo.”
“Puedo decir que venir aquí ha sido muy bueno para mí, en el sentido que he podido entender más profundamente el carácter, la personalidad de mi abuelo y sus escritos sobre Cuba.”
“Ernest, el hombre, hubiera estado incompleto como artista si no hubiera vivido aquí por 20 años. La combinación del carácter latino de los cubanos y el mar creo que fue mágica para él.”
Pescador él mismo, y conocedor de la historia familiar –es autor de A strange tribe: a family memoir (Una tribu extraña: una memoria familiar)-, John aseguró que uno de sus sueños se cumplió esta tarde del 11 de septiembre de 2014.
“Es sobrecogedor, solo ver el Pilar, como está ahora, restaurado. He pensado en este yate por años, y es la primera vez que puedo verlo. No tengo palabras.”
“Le agradezco a Jeffrey Bodwell y a Mavis Anderson, del Latin American Working Group Education Fund y el Proyecto Conmemorativo Hemingway, que me permitieron finalmente venir a Cuba. Este es un país de contradicciones, pero quizás no exactamente lo que muchos americanos esperan ver, y creo que el futuro nos unirá de nuevo otra vez.”
Tocar la medalla del Nobel y el legado “marino” de Hemingway
Patrick y John de seguro no esperaban poder tocar la medalla que ratificaba a su abuelo como parte del selecto club de los ganadores del Nobel. Para Patrick, fotógrafo de profesión, era cuestión de curiosidad.
No puedo esperar a ver la medalla, hasta ahora sólo he visto imágenes, dijo a los que se reunieron para celebrar las seis décadas del otorgamiento del lauro y la apertura de la exposición Ernest Hemingway. A 60 años del Premio Nobel, en Finca Vigía.
La medalla, protagonista de la muestra —que además reúne telegramas, recortes de prensa y fotografías— yace junto al diploma que le envió la Academia Sueca, en una rara oportunidad de ver a las dos piezas juntas, porque la primera es custodiada por el Arzobispo de Santiago de Cuba y el segundo pertenece a la colección de más de 15 mil documentos guardados en la casa de San Francisco de Paula.
Increíble, dijeron los dos cuando les permitieron sostener la reliquia, y no dudaron en tomarse fotos con el estuche cerrado, donde se puede leer en letras doradas: Ernest Hemingway.
Este es un día para no olvidar, sonrió Patrick a quienes permanecieron en la base de la torre que mandara a construir Mary, la cuarta y última esposa del escritor; para que este pudiera trabajar tranquilamente, ahora convertida en la sede de las exposiciones transitorias del Museo.
Pero no sólo a sostener medallas y a visitar el Pilar llegaron los dos a La Habana. El Latin American Working Group Education Fund y el Proyecto Conmemorativo Hemingway los invitaron a viajar a Cuba con un grupo de expertos y biólogos marinos para tratar de promover una mayor colaboración entre EE. UU. y Cuba en pos de la preservación de especies marinas, que viven en el Estrecho de la Florida.
Estos esfuerzos repercutirán en la salud de recursos de vital importancia para la industria pesquera y el turismo en el sur de Estados Unidos y la vecina costa norte de Cuba.
” Nuestro grupo, compuesto por 13 personas, llegó para celebrar fechas significativas en la historia hemingwayana, pero en un sentido más amplio, nuestra misión está en propiciar la colaboración para proteger recursos marinos, los mismos por los que Hemingway sintió tanta pasión como deportista y naturalista”, explicó Jeffrey Bodwell, uno de los líderes de la delegación.
“Tuvimos una reunión muy productiva en el Centro de Estudios Marinos de la Universidad de La Habana y lo usaremos para impulsar la cooperación en la catalogación y protección de especies como la aguja, el atún y otros peces en el Estrecho de la Florida. Y ese será el verdadero legado de Hemingway, que trataremos de que perdure en temas de la amistad entre EE.UU y Cuba, y la protección de los recursos naturales que compartimos.”
(Tomado de Cubahora)
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