Hacen falta recursos financieros inmediatos, personal especializado y alimentos
La comunidad internacional está perdiendo la carrera contra el ébola. La enfermedad crece en África Occidental a un ritmo sin precedentes, pero la respuesta no llega solo con meses de retraso, además es claramente insuficiente. Con esta contundencia se expresó ayer, entre otros, Jeanne Liu, responsable de Médicos Sin Fronteras, en una reunión especial en Naciones Unidas sobre el brote, que se ha cobrado ya 1.552 vidas humanas de un total de 3069 casos. “Para acabar con este fuego, hay que entrar en el edificio que se está quemando”, imploró a los miembros del organismo. David Navarro, enviado especial de Naciones Unidas para el ébola, afirmó que la propagación de la enfermedad se acelera y que hay que utilizar toda la capacidad a disposición de la ONU y de los países para “dar respuesta y que no se descontrole”.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidense, también se refirió al ébola como una amenaza global que debe ser tratada como tal y rápido. Mientras en la ONU se debatía sobre las medidas que deben adoptarse, se confirmaba que otro misionero estadounidense está contagiado por el virus. Según indicó la organización SIM USA, se trata de un médico que trabajaba en un hospital en Monrovia y ha sido aislado. El nuevo caso de un ciudadano de EE UU se produce a las dos semanas de que Kent Brantly y Nancy Writebol, que también trabajaban para SIM en Liberia y que fueron repatriados a EE UU, fueran dados de alta al haber superado la enfermedad. El director del CDC, Thomas Frieden, tras una visita a la zona afectada por la epidemia, declaró ayer: “El reto no es saber qué hacer, sino hacerlo ya”.
El equipo de Liu está en la primera línea de la batalla contra el ébola y está al límite de sus posibilidades. “Es imposible tratar a las personas que llegan a los centros buscando ayuda”, explicó. En su opinión, es el momento de pasar a la acción sin esperar más tiempo. “Pasados ya seis meses, de lo que se trata es de ganar en los próximos tres”. Para ello, pidió el despliegue inmediato de equipos internacionales especializados.
No fue la única que denunció la falta de acción de los países en respuesta al brote y al dar sustento a un sistema de salud que está al borde del colapso en los países africanos afectados. Jan Eliasson, subsecretario general de la ONU, apoyó su contundente mensaje y pidió una mayor implicación de los miembros, similar al esfuerzo internacional que se movilizó tras el tsunami en el sudeste asiático (2004) o el terremoto de Haití en 2010. En sus palabras, todo el mundo es responsable.
“La realidad sobre terreno no es muy diferente de las calamidades por desastres naturales, es incluso más compleja”, señaló Eliasson en la reunión. Por eso, desde la ONU se insistió en que los países hagan más y más rápido, para evitar eslabones débiles en la cadena de acción. “No es solo una prueba para los países afectados sino para la coordinación y la solidaridad internacional”. Eliasson pidió recursos financieros inmediatos, personal especializado, alimentos, equipos para la protección del personal y medios de evacuación. La coordinación ayudará a controlar el brote y evitar que se propague. “Eso no lo discute nadie”, indicó un delegado en el debate. Sin embargo, reprochó en la discusión que ni Naciones Unidas ni sus agencias hayan elaborado aún un plan. “Llevamos meses sentados esperando”, indicó el diplomático. Liu respondió diciendo que la ausencia de un plan no debe ser una excusa. “En una semana, los problemas serán el doble de graves”, dijo.
Navarro habló de una situación que se va de las manos. “Ha llegado el momento de que todo el mundo se remangue y poner en práctica los conocimientos que tenemos”, insistió.
Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud, dijo que es “injustificado” e “injusto” que se etiquete el ébola como la enfermedad de África. “Es una amenaza global”, repitió. Esto, además, crea una situación de aislamiento que dificulta la respuesta de las agencias del organismo. El nivel de miedo y ansiedad es alto, indicaron los participantes en el debate. También denunciaron que medidas extremas como las cuarentenas, la criminalización de los infectados o las prohibiciones de vuelos a los países afectados complican la batalla. “Hay que tomar medidas sobre la base de datos científica, no del miedo”, insistió Chan.
La epidemia de ébola, en los cinco países africanos afectados, supone un serio riesgo para la seguridad alimentaria porque está provocando la interrupción de las actividades comerciales por el cierre de fronteras y la cuarentena a la que han sido sometidas provincias enteras, la escasez de algunos productos de primera necesidad y el abandono de cosechas. La alteración del comercio está provocando subidas de precios de productos básicos como el aceite de palma y el arroz, que afectan a decenas de miles de familias, especialmente en las áreas más afectadas de los tres países en los que el ébola está más extendido, Sierra Leona, Guinea y Liberia. En ellos la inseguridad alimentaria ya es una realidad para más de la mitad de la población. Así lo han puesto de manifiesto la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PAM) en sendos estudios, informa José Naranjo.
SANDRO POZZI Nueva York
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