Alberto Nájar
BBC Mundo, Ciudad de México
No vuelan como Superman, ni tampoco se balancean entre rascacielos como el Hombre Araña. Tampoco han salvado a la Tierra, aunque lo intentan a su manera, y en algunos casos su apariencia es muy distinta a las figuras atléticas de los personajes de los cómics.
Son los superhéroes urbanos de México, personajes que desde hace décadas se han convertido en representantes de causas ambientales, vecinales, de derechos humanos o que buscan una ciudad más amable, por ejemplo.
En esta mexicana Liga de la Justicia existe un defensor de los peatones, otro que defiende a trabajadores electricistas, uno que denuncia baches (hoyos) en las calles y hasta el paladín de los que no tienen casa y ocupan edificios abandonados para sobrevivir.
Todos usan máscaras muy similares a las de la lucha libre, el segundo deporte más popular de México después del fútbol, y como los luchadores enmascarados ocultan su personalidad real.
La cultura de los superhéroes urbanos se inició en 1985 cuando un terremoto devastó una parte de la capital mexicana, y desde entonces han aparecido varios personajes ligados a procesos políticos o crisis sociales.
En algunos casos son una expresión ciudadana para atender problemas no resueltos por las autoridades, pero otros buscan llamar la atención a malos comportamientos sociales, especialmente en la zona metropolitana de Ciudad de México donde viven unas 20 millones de personas.
"De lo que se trata es hacer una ciudad que sea más amable para todos y por lo tanto socialmente segura", le dice a BBC Mundo Ciudadina, quien recorre la capital en una colorida bicicleta para promover una mejor convivencia de sus habitantes.
BBC Mundo le presenta algunos de estos personajes y sus misiones:
Superbarrio, el pionero
El primer personaje de esta saga fue Superbarrio Gómez, un enmascarado con traje y mallas rojas, pantalón corto amarillo y capa dorada que surgió de la movilización vecinal que, en los sismos de 1985, se encargó de rescatar a quienes quedaron bajo los escombros.
Este movimiento se convirtió en una organización ciudadana que reclamó la ausencia de las autoridades en este proceso, primero, y su responsabilidad en autorizar la construcción irregular de edificios que se derrumbaron.
Superbarrio encabezó las primeras marchas para exigir la reconstrucción de casas destruidas, y en la campaña presidencial de 1988 respaldó al candidato de izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas quien años después fue elegido como primer Jefe de Gobierno de la capital mexicana.
Desde su nacimiento, la misión del superhéroe fue luchar por viviendas dignas para quien las necesite, pero también encabezó otras batallas como el respeto a los derechos humanos, promover un ambiente limpio y hasta se postuló –desde México– como candidato a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones de 1996. El escritor Noam Chomsky apoyó su candidatura.
A pesar de casi tres décadas de lucha el personaje –interpretado por una persona distinta a la original–, todavía aparece en las calles de Ciudad de México.
Superluz SME, por los trabajadores
Su misión es clara: proteger a los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), quienes en octubre de 2009 perdieron su empleo cuando el gobierno federal cerró la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLyFC).
El SME ha sido una de las organizaciones de trabajadores más grandes del país, y aunque no mantiene militancia partidista durante varias décadas apoyó a movimientos vinculados a la izquierda.
Tras el cierre de la CLyFC el sindicato inició una serie de marchas y bloqueos de avenidas en Ciudad de México que se prolongaron durante varios años. Las protestas, sin embargo, no lograron su objetivo de reabrir la compañía.
Superluz SME mantiene el respaldo a los trabajadores en su nueva lucha: el pago a los jubilados y la creación de una nueva empresa que provea electricidad a la zona centro del país.
Superecologista
Uno de los problemas más comunes en Ciudad de México es la contaminación ambiental, que se intenta controlar con programas para regular el uso de motores eficientes y gasolinas sin plomo.
Pero las acciones para conservar los ríos, impedir el derrame de desechos tóxicos, la emisión de humo y gases de las industrias o procesar debidamente la basura es una de las tareas del Superecologista, personaje vestido de verde que encabeza protestas en favor de un mejor medio ambiente.
El superhéroe aparece con regularidad para promover la conservación de los bosques aunque no se ha vinculado a alguna organización ecológica o causa política alguna.
Peatónito, contra los abusos viales
En una ciudad donde diariamente circulan más de cuatro millones de automóviles hacía falta un defensor de los peatones.
Y ese es Peatónito, personaje con máscara y traje oscuros, que se dedica a vigilar que se cumpla el reglamento vial y se permita el paso a quienes cruzan las congestionadas avenidas de Ciudad de México.
El superhéroe surgió en 2012 para denunciar, originalmente, las malas condiciones de algunas calles de la capital pero luego incorporó a su tarea mejorar las hostiles relaciones entre peatones y automovilistas.
Peatónito reparte información a los conductores, ayuda a destrabar los congestionamientos viales y en casos extremos empuja los vehículos que invaden la zona de cruce peatonal.
Hasta ahora sus principales adversarios son las unidades de transporte público, especialmente los llamados microbuses (autobuses medianos) que transportan a la mitad de los pasajeros de la capital mexicana, pero que también registran un alto índice de accidentes viales.
Ciudadina: contagiar amabilidad
Es la más joven en la liga de superhéroes urbanos pues apenas hace medio año que inició su lucha: contagiar amabilidad, "una palabra que me parece poco valorada", dice, pero que puede iniciar una cadena de pequeños cambios que construyan una sociedad más segura.
Y para conseguirlo recurre a su máscara y traje rosa, con mallas de cuadros multicolores y se monta en una bicicleta rosa, verde y naranja para hablar con niños y adultos.
En su faceta personal Ciudadina trabaja con niños y por eso cree en el poder del juego "y la transformación que puede lograrse porque se vuelve algo divertido". Así, cuando camina o usa el transporte público reparte tarjetas con mensajes como "digamos más: Gracias".
Ha tenido buena respuesta. "Se trata de observar y comprender al otro y darnos cuenta de que convivimos en el mismo espacio", señala. "La base de una sociedad en la que nos observemos más tiene que ver con el poder ser auténticos, nosotros mismos y por lo tanto confiar más en los demás".
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