Entre 2012 y 2013 se han producido 3.892 asesinatos en todo el país
El 15% del total fueron en el Estado de México
“Sus muñecas y piernas estaban atadas, los ojos los tenía vendados… Estaba desnuda, toda llena de golpes… Dos disparos en la cabeza terminaron con su vida”. Lenin Vázquez se aferra por recordar solo la sonrisa de Xóchitl, asesinada con 17 años, pero no puede. La imagen de las últimas horas de su hermana es desgarradora. “Nadie sabe quién la mató… Una vecina la encontró muerta”. La chica vivía con su novio a unas calles del palacio municipal de Chalco —uno de los 125 ayuntamientos del Estado de México (en el centro del país)—, con 350.00 habitantes. “El chavo dice que no sabe nada. Salió a las seis de la mañana a trabajar y justo después entraron a matarla”. El caso de Xóchitl ha quedado en el limbo. “Hasta ahora nadie ha sido citado a declarar, el caso se reportó como un robo y ahí se acabó. Pero en su habitación había joyas, un anillo de diamantes, un reloj muy caro y dinero. Nadie se llevó nada”.
La tragedia de Xóchitl no es única. México se ha convertido en un sitio hostil para las mujeres. 3.892 han sido brutalmente asesinadas durante 2012 y 2013 —más de cinco al día—, de acuerdo con el último reporte del Observatorio Ciudadano Nacional contra el Feminicidio, una asociación integrada por 49 organizaciones de derechos humanos. El país ha sido incapaz de garantizar el derecho a la vida de las mujeres, como lo establece la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 2009, y el reconocimiento del feminicidio se ha convertido en una serie de luchas sin ninguna victoria para los familiares de las víctimas.
El Estado de México, cuna del presidente Enrique Peña Nieto, ha sido un claro ejemplo de esta desbandada de agresiones en contra de las mujeres: Lucero, asesinada después de denunciar a sus violadores; Diana, liquidada y arrojada a un canal, Alejandra, violada por tres policías… “Han sido miles las que han muerto. Sus cuerpos son descuartizados; a otras las secuestran y nunca más se sabe de ellas”, afirma María de la Luz Estrada, coordinadora ejecutiva del Observatorio Ciudadano Nacional contra el Feminicidio. La tasa de feminicidios en el país —hasta tres por cada 100.000 mujeres— está a la altura de naciones como Panamá, Nicaragua y Costa Rica, de acuerdo con la organización Small Arms Survey, un grupo no gubernamental con sede en Suiza. En España, Portugal, Francia y Reino Unido, según el último informe de este organismo, se presenta hasta un crimen de género por cada 100.000 mujeres.
En el Estado de México, en donde el PRI ha gobernado hace más de 84 años, viven más de 15 millones de personas, el 51,2% son mujeres. En los últimos nueve años, el Observatorio ha contabilizado 1.596 asesinatos de mujeres —dos por día— en esta entidad, la mayoría de ellos violentos. En esta región, el delito de feminicidio ha sido tipificado, al igual que en 30 estados del país. El territorio cubre por el norte, este y oeste al Distrito Federal. “Siempre ha sido la ciudad dormitorio de la capital”, afirma Ivonne Acuña, experta en sociología política de la Universidad Iberoamericana. Ecatepec, uno de los municipios de la zona, lo confirma. Por las mañanas sus habitantes buscan la manera de acercarse a la Ciudad de México. Miles de autos inundan las avenidas; una estampida de gente llena los intercambiadores, mientras los barrios, todos populares, se vacían poco a poco.
Las calles de este municipio, de más de tres millones de habitantes, tienen baches, la basura pulula en cada esquina, por las noches el alumbrado es deficiente y en las noticias locales solo se habla de robos, muertes, secuestros, desapariciones. “Las mujeres son el eslabón más débil de esta sociedad”, argumenta Manuel Amador Velázquez, coautor de la antología Diálogos Interdisciplinarios sobre Violencia Sexual. Una baja escolaridad (de cada 100 mujeres, 5,7 no saben leer ni escribir en el Estado de México), la falta de acceso a la justicia y la pobreza (de 15 millones de habitantes, el 43% de vive en esta condición) son los factores que han impulsado la violencia, argumenta el sociólogo.
Guadalupe Reyes no pierde la esperanza de encontrar a su hija con vida. Todas las mañanas sale a recorrer las calles de Tecámac, otro municipio del Estado de México, en busca de una pista que le ayude a dar con Mariana, de 17 años. La última vez que la vieron fue el 17 de septiembre. Iba a sacar copias a la papelería que está a menos de 100 metros de su casa. Desde entonces nadie sabe de ella. “Hace días que dejé de dormir”, dice Guadalupe mientras se seca las lágrimas del rostro. Bernardo González, el padre de Mariana, está derrotado: “Cuando salimos a buscarla eran como las 11 de la noche, se había ido a las nueve. Pedimos ayuda a la policía y su respuesta fue: ‘seguramente está con el novio’”. Mariana se ha sumado a los más de 1.554 desaparecidos que hay en la entidad, en donde el 70% son mujeres, según datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas, y el 60% de ellas tiene entre 10 y 17 años.
“En el Estado de México existe un patrón sistemático similar al deCiudad Juárez” —norte de México, donde en su peor año (2010) moría una mujer cada 20 horas—“, comenta Guadalupe Ramos, representante del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem). Los puntos rojos de esta violencia discriminada, explica, son los municipios de Ecatepec, Netzahualcóyotl, Chalco y otros siete, la mayoría ubicados en el noroeste de la entidad.
“Existe omisión”, afirma Estrada. Desde 2010, cuando aún gobernaba el Estado Enrique Peña Nieto, esta organización ha insistido en que se debe activar la Alerta de Género, un mecanismo de emergencia que echa andar la maquinaria gubernamental para atacar la violencia contra las mujeres. “El gobierno anterior y el actual —ambos del PRI, el partido del presidente— se han negado a reconocer que exista un problema de feminicidios”, resalta. “Destapar esta alcantarilla implicaría un golpe político a ambos Gobiernos, el estatal y el federal”, comenta Ivonne Acuña de la Universidad Iberoamericana.
Las muertes son solo un eslabón de esta cadena de crimen que no se quiere evidenciar — la Fiscalía estatal se ha negado a ofrecer cualquier tipo de información a este diario. En los últimos nueve años, más de cinco mujeres son violadas al día en el Estado de México, según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es decir, 17 mujeres por cada 100.000 habitantes de sexo femenino, 55 en Quintana Roo, la entidad con la tasa más alta. “Las autoridades no solo han omitido los asesinatos, los secuestros y todos los abusos, además han reducido el tema a un problema de violencia doméstica y basan sus análisis en apreciaciones subjetivas: prostitución, venta de drogas o incluso ligan los asesinatos a la situación sentimental de la víctima y a la falta de valores”, argumenta Estrada.
Ramón (nombre falso) ha comprobado como la sangre corre por el Estado de México. Su labor como bombero le ha permitido ver de todo. “Un día recibimos una llamada de una persona que encontró una bolsa negra en un parque. Dentro estaba el cuerpo descuartizado de una chica: le cortaron los brazos, las piernas y la cabeza”, afirma. En su móvil carga fotografías y vídeos de algunos casos. Las últimas imágenes son de 13 cuerpos que encontraron en el Río de los Remedios, un canal de aguas residuales que atraviesa los municipios de Ecatepec y Netzahualcóyotl.
Justo un día antes (el 13 de octubre), la Fiscalía del Estado había negado que ese sitio fuera un tiradero de cadáveres. La autoridad estatal reconoció que ahí se habían encontrado más de 7.000 restos: 6.962 de ellos de animales, 60 pertenecientes a una misma persona y los 19 restantes en proceso de estudio. La polémica se desató después de que la asociación Solidaridad por las Familias —una organización que lucha contra la violencia de género—, denunciara que durante la limpieza del canal encontraron 46 cuerpos. “Bomberos y paramédicos (personal de ambulancia) nos han ofrecido información discrecional y de ahí obtenemos este dato”, dice David Mancera, miembro de Solidaridad por las Familias.
Guadalupe, la madre de Mariana, no quiere saber nada de cifras de mujeres muertas ni desaparecidas. Durante el viacrucis que ha vivido en estas semanas se ha dado cuenta de cientos de casos como el de su hija. En la mesa del salón de su casa tiene varias veladoras, fotografías de la chica y muchos santos a los que reza para que su “pequeña” vuelva a casa. Guadalupe, junto a la asociación, ha exigido a las autoridades que se esclarezcan las desapariciones de mujeres. La esperanza de esta señora es lo único que no pierde vitalidad: “Ojalá algún día alguien nos dé una respuesta”.
ÓSCAR GRANADOS México
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