FIL, la peregrinación del mundo del libro
La cita mexicana, de fiesta y negocio, arranca mañana con Argentina como país invitado
Qué hay entre el aplauso de más de mil personas y el murmullo del silencio? Nueve días de libros y literatura, más de 600 escritores, 300 agentes literarios, 500 presentaciones de libros, 1.932 editoriales de 43 países, visitantes de los cuatro puntos cardinales del mundo hispanohablante relacionados con la creación literaria que peregrinan hasta el occidente de México, para celebrar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la FIL para todo el mundo.
Veintiocho ediciones cumple la feria, desde mañana hasta el 7 de diciembre, una cita convertida, cada vez más, en el corazón de ese universo panhispánico que durante nueve días transforma en una fiesta el ecosistema y la cadena de valor del libro: escritores, agentes, editores, libreros, bibliotecarios, profesores, promotores de lectura y lectores, millares de lectores, y entre ellos miles de niños, miles de adolescentes, miles de universitarios, miles de trabajadores.
La FIL es un país de nunca jamás que el año pasado recibió a 750.987 personas. Acudieron para comprar libros y participar en más de mil actividades organizadas por centenares de editoriales y librerías de 43 países. ¿Serán más este año? Sigue creciendo la generación FIL.
La feria llega a esta edición, bajo la presidencia de Raúl Padilla y la dirección de Marisol Schulz, con un prestigio que se consolidó con el nuevo siglo bajo la dirección de Nubia Macías y su equipo, que primero la afianzaron como un referente de las ferias en español y después empezaron su conquista a nivel mundial, al armonizar negocio editorial, presencia de escritores y romería de lectores.
Alrededor de todo ello se gesta una fiesta cultural capitaneada por el país invitado, en esta ocasión Argentina. Es la FIL que da cuenta de la continua transformación del territorio de la literatura en español. Escritores consagrados, conocidos y apuestas, muchas apuestas, asomos al futuro. Esos son los tipos de autores que coinciden durante poco más de una semana. Por eso, no hay casi nadie del sector, en España o en América Latina, que no haya dicho alguna vez:
“Yo he ido a la FIL”.
“Me gustaría ir a la FIL”.
O preguntado:
“¿Vas a ir a la FIL?”.
E incluso tuiteado:
“Estoy en la FIL”.
La cita de este año tiene tanto de alegría como de tristeza y agradecimiento. Alegría porque confirma que todos los caminos presentes y futuros de las letras hispanohablantes pasan por allí; y tristeza y agradecimiento porque pocas veces se ha tenido que rendir homenaje a tantos escritores clave que han fallecido en el último año(Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco, Juan Gelman...). Y se recordarán los centenarios de nacimiento del mexicano Octavio Paz y de los argentinos Julio Cortázar y Adolfo Bioy Casares.
Pero antes de esos aplausos de homenaje, estará el inaugural, que en realidad es una sucesión de aplausos, entre las once de la mañana y la una de la tarde de mañana, cuando en el auditorio Juan Rulfo más de mil personas asistan a la entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y el ganador dé su discurso. Este año será en italiano. Será la voz de Claudio Magris, la del autor de obras como El Danubio, Ítaca y más allá y Microcosmos.
Antes de escuchar su voz, hoy, aquí, cinco personas tratarán de desvelar algunas de las claves del éxito de la feria. Almudena Grandes, premio Sor Juana Inés de la Cruz 2011, habla así de la FIL: “Es para un autor el lugar irresistible que concita a mucho público y resulta maravilloso el encuentro con él. Es una ciudad para la feria, no una feria para la ciudad. Destaca el espíritu festivo de las actividades que se organizan en torno al país invitado pero que desborda el sentido literario y atrae otras artes. Allí no ocurre eso tan importante hoy de querer envolver el libro con algo que no sea literatura para atraer a la gente. Allí el envoltorio del libro es el propio libro, su literatura. Es el momento de verse o encontrarse con mucha gente del sector. En la FIL está todo el mundo”.
Los escritores van al encuentro de los lectores, pero antes están los agentes literarios. Para uno de ellos, el argentino Guillermo Schavelzon, “en el mundo del libro la relación personal entre agentes y editores sigue siendo de vital importancia, incluso en esta época de tanta comunicación digital. La feria de Guadalajara se ha convertido en una posibilidad excepcional de encuentro con editores de Latinoamérica, y cada vez más de Estados Unidos y Europa. Además del beneficio que deja escuchar a los autores, una experiencia siempre enriquecedora”.
Escrito el libro, negociado con el agente, llega el turno de los editores. Allí, en la FIL, es un lugar ideal para todas las editoriales, especialmente para las medianas y pequeñas. Muchas han crecido y consolidado bajo su sombra, como la mexicana Sexto Piso, con sede también en España. “Es la oportunidad”, reconoce Santiago Tobón, uno de sus editores, “de ver de primera mano el trabajo editorial que se hace en nuestra lengua. Hace posible el contacto con los distribuidores del continente y, por supuesto, con los lectores. Cada año cuenta con más participación de editores internacionales, agentes literarios, libreros u otras ferias del libro. Permite establecer contactos profesionales y crear un carácter festivo, otro punto que diferencia a la FIL de cualquier otra feria”.
Es una cita ineludible, asegura Fernando Zapata, director de Cerlalc (Centro Regional para el Fomento del Libro y la Lectura de América Latina y el Caribe): “Se trata de un eslabón fundamental en el sector del libro en español. La magnitud y diversidad de la oferta editorial allí exhibida, el encuentro entre los actores del libro en la región y sus diversas actividades acercan a sus visitantes a las nuevas tendencias, incentiva alianzas estratégicas y muestra al mundo la dimensión y expectativas del sector editorial regional. Lo que en diferentes magnitudes intentan construir las principales ferias del libro a lo largo de América Latina, la FIL lo potencia. Es una feria de cierre del año y de planeación de estrategias para el año siguiente”.
Todo eso no sería nada sin los lectores, sin la gente de Guadalajara. Millones de niños han crecido con la feria. Ya hay una generación FIL. Paloma Tejeda es la prueba. Su primer acercamiento fue cuando tenía meses de nacida: “Mis papás siempre han sido visitantes asiduos a la feria y por ende yo también lo fui desde chica. Como lectora, la FIL significa el mejor momento del año para tener una lista de libros larga para llegar a buscar y descubrir nuevas historias. Es un espacio en donde puedo encontrar esos libros que no se encuentran con facilidad. Hay que ir porque es la mejor manera de acercarse a los libros, hay talleres para niños y jóvenes, encuentras todo tipo de lecturas, conoces autores, disfrutas de conciertos, te empapas de lo mejor de la lectura y te invita a volver siempre”.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara volverá a latir con fuerza a partir de mañana y durante nueve días con sus fiestas, sus debates, sus presentaciones de novedades, sus homenajes... hasta que el domingo 7 de diciembre reduzca su intensidad y apague las luces para dar inicio a su hibernación de 356 días en que preparará en silencio su ritual para el siguiente año. Cuando otro aplauso de estadio abra otros nueve días de fiesta.
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