miércoles, 12 de noviembre de 2014

La mejor salsa del mundo

La brasileña Anita Santos Rubín y el uruguayo Adrián Rodríguez, ganadores de las grandes competiciones, han creado un 'imperio' de este ritmo en España



La pareja de bailarines Anita y Adrián durante la competición ‘World Salsa Masters’, celebrada en Madrid el pasado viernes. / KIKE PARA


A las doce y media de la noche, el presentador llama a la octava pareja, entre las 16 que compiten en el World Salsa Masters, en Madrid. “¡Adrián y Anita!”. El público se pone en pie. Gritan, silban, aclaman. Los bailarines entran caminando al escenario. Ella, con una falda y un top dorados; él, con un pantalón negro, ajustado, y una camisa abierta del mismo color. Se preparan. Ella alza la pierna izquierda y él la sujeta por encima de la cabeza. En cuanto comienza la música, el movimiento inunda las tablas: piruetas, giros y rapidez. Con el toque sabrosón de la salsa, se convirtieron el pasado viernes en campeones del mundo por sexta vez.
El uruguayo Adrián Rodríguez y la brasileña Anita Santos Rubín, ambos de 30 años y residentes en Barcelona, son la principal referencia de la salsa en España, país al que representan en varias competiciones, y, según opinan muchos en el ámbito de este ritmo, “la mejor pareja del mundo”. Han ganado las principales competiciones internacionales: tres World Salsa Open, en Puerto Rico (2007, 2008 y 2011); dos Todo Latino, en Grecia (2009 y 2010); y el World Salsa Masters, celebrado el pasado viernes en el Hotel Auditorium de Madrid. “Nadie ha ganado tantos torneos. Pero también están considerados los mejores porque son los que más hacen por la salsa”, opina Pablo Vilches, director de Salsea, la organización responsable del V Madrid Salsa Festival, en el que se celebró la última competición.
Bailan juntos desde hace 10 años y hoy entrenan a equipos de 15 países
Adrián y Anita tienen varios proyectos y han construido unimperio de la salsa en España. Han abierto una escuela de ritmos latinos en Barcelona llamada New Dance Center donde, además de la salsa, se enseña bachata, zumba y kizomba. Poseen también compañías de danza en Valencia, Valladolid, Barcelona, Zúrich (Suiza) y Stuttgart (Alemania). “Aunque estas compañías no son profesionales, tienen un nivel bastante alto y compiten con otros grupos. Una vez al mes acudimos a esas ciudades para hacer un trabajo personalizado: practicamos las coreografías, les machacamos, les exigimos mucho”, explica Adrián.
Su mejor proyecto, el que ellos definen como su “hijo predilecto”, es el World Team Proyect, una red de equipos de baile en 15 países y 39 ciudades. “Es un programa en el que participa gente de todas las edades. Practicamos con todos los grupos la misma coreografía. Bailan entre ellos, hacen shows, se presentan en congresos… Preparamos a los entrenadores y mantenemos contacto online con los participantes. No son profesionales, lo hacen por amor al baile”, cuenta Adrián. “Cuando estamos de gira y acudimos a una de las ciudades, les entrenamos personalmente”.
Adrián tenía 16 años cuando empezó a bailar en Montevideo. Dos años después, cuando ya preparaba espectáculos e impartía clases —“dejé mis estudios y solo pensaba en bailar”—, tuvo la oportunidad de mudarse a Barcelona. “Llegué en 2002 y me puse a trabajar en un bar de salsa limpiando el baño. Fui subiendo poco a poco. Enseguida empecé a bailar profesionalmente y fui campeón de España en 2004 con otra pareja, antes de conocer a Anita”.
Tienen una escuela de ritmos latinos
y cinco compañías de danza en Europa
En esa época, Anita todavía era una bailarina de ballet clásico. Llegó de Brasil con 15 años, tras tener un accidente de coche. “Mi papá es gallego y me dijo que viniera a operarme el brazo. Me encantó España y me quedé”. Tras una temporada parada, estuvo tres años en la compañía de ballet de Zaragoza. Cuando cerró sus puertas en 2004, decidió probar algo nuevo con unos amigos que bailaban salsa. “Empecé a moverme por ese mundo y, meses después, ya en 2005, fui a un congreso en Tarragona en el que estaba Adrián. Así nos conocimos”.
—¿Cómo empezó todo?
—Me quedé impresionado cuando la vi y pensé: “¡Tengo que bailar con esta chica!”
—Él me dijo: “Sé que aún bailas poco, pero creo que podemos hacer algo bonito juntos”.
A partir de ese momento fue todo muy rápido. Anita se mudó a Barcelona y, poco después, ganaron un campeonato en Suecia representando a España. Todavía eran poco conocidos en el mundo de la salsa y, durante el primer año, decidieron trabajar en congresos y festivales sin cobrar. Enseguida les llamaron para bailar en el programa Mira quién baila, de TVE, en el que fueron profesores de salsa y bachata durante cinco años. “Para mí fue difícil al principio porque vengo del ballet clásico. Pero Adrián veía que yo tenía condiciones y me exigía mucho. Me costó y me cuesta bastante”, matiza Anita. Adrián añade: “Sí, soy muy exigente, pero Anita tampoco es normal. Es muy versátil”.
Anita y Adrián, al recibir el premio del 'World Salsa Masters'. / KIKE PARA
Los primeros títulos importantes no tardaron. En 2006 ganaron el principal torneo nacional, el España Salsa Open. El año siguiente, su primer título internacional, el World Salsa Open, en Puerto Rico. “La competición es algo personal. Muchos dicen que deberíamos parar, pero para nosotros es una forma de seguir activos y mejorar”, explica Adrián. Hoy, casi 10 años después de empezar, tienen incluso una línea propia de zapatos de baile junto al fabricante Reina, uno de los principales de España.
Adrián es el autor de las distintas coreografías que presentan en las competiciones. “Pero ella es mi musa. Es fácil cuando tienes una persona al lado con la que puedes hacer lo que quieras”, asegura. La última, la que presentaron el viernes, se llama Ten [diez], por el tiempo que llevan juntos. Explican que, después del festival, seguirán representándola y mejorándola a lo largo del año. “Una de las claves de nuestro trabajo es que él tiene una cabeza creativa que nos permite sacar siempre algo diferente”, explica Anita.
—¿Qué les falta hacer?
—Bailar en grupo. Y también más lento, romántico... Cambiar un poco el estilo—, explica Anita.
—El fallo del bailarín es que solo baila. Las piernas no van a funcionar para siempre. No quiero estar bailando con 80 años en un escenario. Quiero hacerlo solo si tengo ganas—, finaliza Adrián.

 Madrid 
http://cultura.elpais.com/cultura

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