Un infarto se llevó por delante, el 12 de marzo de 1955, a «Bird», el hombre que dio alas a la música del siglo XX
El 12 de marzo de 1955 emprendió su último vuelo el músico más importante del siglo XX, el gran libertador de la música, cuya influencia es tan prodigiosamente inabarcable e inmesurable que afecta a todos los estilos y géneros contemporáneos. Cocreador del be-bop junto a Dizzy Gillespie en los años 40, Charlie Parkerrompió con su saxo alto los muros estilísticos del jazz y abrió ante él un universo de posibilidades ilimitadas que, siete décadas después, nadie ha sabido explorar y aprovechar con tanto ingenio y elegancia como él.
Tras destacar en su Kansas City natal llegó a Nueva York en 1939, donde pasó todo un año lavando platos mientras escuchaba tocar a Art Tatum, hasta que llegó su oportunidad y comenzó la revolución. El desafío que lanzó a los puristas del género, que le consideraban un hipster que tocaba «algo que no es jazz», fue tan impactante que aun hoy permanece un virulento enfrentamiento post-mortem entre los aficionados.
Sin embargo, cada vez son menos los que consideran su lenguaje como algo herético y casi todos los amantes del jazz se quitan el sombrero con sólo escuchar su nombre. Sus fans más ortodoxos, los que le apodaron«Bird» y se autoproclamaron «ornitólogos» con gran sentido del humor, fundaron una escuela cuya máxima no ha cambiado en todo este tiempo: «¿Qué es La Verdad? La Verdad es un solo de Charlie Parker».
El contraste de luces y sombras evidenciado en su biografía, extremadamente descarnado y quizá sólo equiparable al de Billie Holiday (hablando siempre de los más grandes, claro), mostraba a un genio con un talento cuasidivino atenazado por la más humana de las debilidades, la adicción a las drogas. Aquello confundió a muchos de sus acólitos, que se lanzaron a la heroína cual Orfeo en busca de las Musas. Y es que «sexo, drogas y jazz» ya eran una trinidad treinta años antes del nacimiento del eslógan rocanrolero, reflejada en la película de Otto Preminger «El hombre del brazo de oro», protagonizada por un jazz-man blanco -Frank Sinatra- tal como podía esperarse de la época, y estrenada el mismo año de la muerte de Parker
La consecuente decrepitud física y mental de Parker le terminó llevando a la ruina, y poco después de ver morir a su hija por no tener dinero para el tratamiento de su neumonía, intentó suicidarse dos veces en menos de un año. Sólo unos meses después era su propio cuerpo el que le decía basta, rindiéndose ante un infarto con sólo 34 años de edad.
NACHO SERRANO / MADRID
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