Un general español, testigo de la primera reunión entre las FARC y militares colombianosLuis Alejandre destaca el papel de Cuba en el proceso de paz
El general español retirado Luis Alejandre, con años de experiencia en procesos de paz en Centroamérica, fue testigo a finales de la semana pasada de una jornada histórica en La Habana. Por primera vez, cinco generales y un contraalmirante colombianos en activo se veían cara a cara con sus viejos enemigos, los jefes de las FARC, en el marco de las negociaciones de paz. Unas conversaciones que se celebran en Cuba desde hace más de dos años con el fin de acabar con un conflicto iniciado hace medio siglo y que ha causado 220.000 muertos.
Alejandre, que fue seleccionado como experto por el Gobierno noruego e intervino en el encuentro, destaca “el clima de respeto entre las partes en una reunión donde lo más importante era transmitir confianza. Hablaron con el corazón e incluso hubo momentos de distensión. Todo el mundo tomaba notas en papel. Nada de tabletas o móviles. Fue muy positiva”. El general español subraya también el papel “activo y eficaz de la cancillería cubana”. “México”, recuerda, “tuvo, por ejemplo, una actitud más fría en el proceso de paz de Guatemala” de los años noventa, en el cual también participó.
El escenario fue el Palacio de Congresos de La Habana. En una larga mesa “como la de un Consejo de Administración”, se sentaron a un lado los militares y a otro los jefes guerrilleros, cada parte apoyada por una decena de asesores. Por las FARC, los comandantes Carlos Antonio Lozada y Joaquín Gómez, nombres de guerra de los máximos responsables de los bloques Oriental y Sur del grupo armado, protagonistas de la ofensiva que a mediados de los años noventa desafió hasta el límite al Ejército colombiano con el secuestro de 500 uniformados y la toma de bases militares y de la policía.
El duelo, pero también el respeto mutuo, se palpa en las primeras miradas, relata Alejandre. Los generales colombianos saben todo de sus enemigos, desde las enfermedades sufridas hasta los medicamentos que necesitan. Los guerrilleros tienen una hoja de servicios que estremece. La columna móvil Teófilo Forero, bajo la responsabilidad de Joaquín Gómez, fue la que voló por los aires con un coche bomba el club El Nogal de Bogotá el 7 de febrero de 2003,en el que murieron más de 30 personas y más de 200 resultaron heridas; la que atentó contra el exministro Fernando Londoño, la que asesinó a Liliana Gaviria, hermana del expresidente César Gaviria. Como dijo el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, citado por el diario El Tiempo, “se escogieron a los mejores generales. No podemos permitir que nos metan goles”.
También asisten los tres primeros expertos de los 20 propuestos por Noruega. El general Julio Arnoldo Balconi, ministro de Defensa de Guatemala cuando se firmó la paz con la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), en diciembre de 1996; el exguerrillero y actualmente político Rodrigo Sandino, nieto del premio Nobel Miguel Ángel Asturias e hijo del comandante guerrillero y excandidato presidencial de la UNRG, Gaspar Ilom, como era conocido, muerto en 2005; y el general Alejandre, exjefe del Estado Mayor del Ejército español y con más de cuatro años de experiencia en los procesos de paz de Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
“Los colombianos son los que deciden, los expertos solo podemos sugerir cómo hacer la paz”, deja claro Alejandre, antes de explicar el sentido de su intervención. “Les dije que los tiempos habían cambiado, que debían adecuar su mensaje a la era de Internet y que lo mejor es enemigo de lo bueno, que no fueran tan perfeccionistas. Que lo importante no es cumplir los acuerdos en la fecha prevista exacta sino tener un rumbo claro. También invoqué el ejemplo del proceso de El Salvador, que pese a su mucho menor tamaño y población, es el caso más parecido, y el nombre de Augusto Ramírez Ocampo [político colombiano, pionero de las negociaciones de paz y ministro de Exteriores con el presidente Belisario Betancur en los ochenta], a quien respetan mucho”.
El general español asegura que lo que más les preocupa a las FARC es el capítulo de la justicia. “Quieren un proceso de paz sin cárceles”, afirma. Pero hay formas de “absorber las dificultades”, continúa. “En el proceso de El Salvador hubo guerrilleros con delitos de sangre que salieron al extranjero, que fueron a estudiar fuera y que luego fueron recuperados para la vida pública de su país. Lo importante es quitarle presión a la caldera”. La justicia, pero esta vez la que reclaman las víctimas y en cuya bandera se ha envuelto el expresidente Álvaro Uribe, es también la que ejerce mayor presión sobre la iniciativa del Gobierno de Juan Manuel Santos. ¿Y la presión de los militares? “El Ejército colombiano es muy disciplinado y nunca ha roto los lazos democráticos. Obedece a lo que el Gobierno diga”, responde el militar.
Alejandre se declara optimista sobre el final del conflicto. “Habrá tropiezos y surgirán dificultades, pero creo que es irreversible. Lo más importante es que haya distensión y una vez que los negociadores se conocen ya no hay vuelta atrás”. El general no descarta la posibilidad de que las negociaciones se aceleren. “Los puntos del diálogo sobre los que se trabaja corren en paralelo. El general Javier Flores a veces abandonaba la reunión y acudía a otra mesa. Se discurre como en una autopista y un avance en un punto se contagia a otro”. Esos sí, añade, asegurar la paz requerirá la contribución de un contingente de expertos extranjeros y que el Estado esté presente en todo el territorio colombiano desalojando a las organizaciones criminales que, como las propias FARC, han ocupado su lugar. “Cuando Colombia dirija las energías de la guerra a la paz, el narcotráfico tiene los días contados”.
La reunión del viernes había durado más de cuatro horas. El sábado por la noche, el Gobierno y las FARC anunciaron el primer resultado tangible de las conversaciones de paz: guerrilleros y militares colaborarán en limpiar de minas uno de los países del mundo que más ha sufrido por su siembra homicida
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