Compartido en nuestro programa "El Palomazo"....

Cuenta la historia que en la antigua Grecia Penélope esperó a su esposo durante veinte años, tejiendo un sudario. Cuenta también que en Norteamérica mientras los hombres partían a dar su vida en la Guerra Civil, sus esposas los esperaban con cintas amarillas, inspiradas en la canción “Ata una cinta amarilla en el viejo roble”. 

Esta canción cuenta la historia de un preso que luego de tres largos años de encarcelamiento le envía una carta a su esposa pidiéndole una muestra de amor. Esta consistía en atar una cinta amarilla en el viejo roble si aún le amaba y esperaba por él, una señal que pudiera ver de lejos para saber cómo proceder. Si al estar en libertad llegara a su casa y no estuviera atada la cinta daría la espalda en busca de rehacer su vida sin resentimientos.

“Una sencilla cinta amarilla, todo lo que necesito para ser libre”, atado a este deseo logró sobrevivir lejos de su prometida, ella en su lugar ató no solo una, sino cien cintas amarillas en el viejo roble del patio mostrando al mundo entero cuanto le amaba.

La historia también cuenta que quince años atrás esposas cubanas esperan por sus cónyuges. Distintos tiempos, historias parecidas, pero en esta ocasión no solo las esposas los esperan, no solo las cintas amarillas son portadas o atadas a un viejo roble por ellas. Se cumplen quince años de injusticia donde la verdad es ocultada a gran parte del mundo, donde se viola una y otra vez los derechos del hombre, donde las palabras quedaron atrás para ser suplantadas por acciones, donde juntos encontramos una forma más de mostrar cariño, respeto y amor.

Hoy comprobé el amor que sienten los cubanos por su patria y sus hermanos, un gran terremoto de color amarillo mueve las calles de mi país. No somos sus esposas, no tenemos cintas amarillas ni robles en el patio, pero eso no me impide conocer la verdad, decir lo que pienso, mostrar lo que siento. Hoy me vestí de amarillo, fue la forma que encontré para apoyar a mis hermanos ausentes, y al salir me di cuenta de que no fui la única, mis compañeros de trabajo, los conocidos de la cuadra, los estudiantes en las aulas, todos portaban una prenda de ese vivo color.

Llegue a todo el pueblo de Norteamérica nuestras muestras de cariño, llegue a Barack Obama nuestra exigencia para respetar la verdad y que se acabe la injusticia. Que regresen pronto, que regresen ya, que en Cuba y el mundo, de amarillo los recibirán.