martes, 17 de septiembre de 2013

Rotación del Costa Concordia

El sudafricano Nick Sloane ha dirigido la espectacular operación de rescate del naufragado Costa Concordia junto a un equipo de expertos


«Ha sido como en las montañas rusas». Nick Sloane, el sudafricano que ha dirigido la espectacular operación de rescate del naufragado Costa Concordia no esconde su «alivio» tras 20 largas horas de tensión.

El puñado de expertos en reflotamiento, informáticos e ingenieros navales que han supervisado la rotación desde una «sala de control» instalada sobre la barcaza flotante Pollux son ya llamados los «11 magníficos», dirigidos por la mano maestra de Sloane.

Éste ha sido recibido con gritos y aplausos como una estrella del rock tras el fin de la rotación a las 2,00 horas GMT (las cuatro de la madrugada, hora española). «Todo el equipo está orgulloso de haber logrado un reto así especialmente cuando muchos pensaban que era imposible», ha declarado abrazando a su mujer que le ha saludado con una bandera sudafricana.

Todo sonriente, pero con los ojos hinchados de sueño, el profesional de 52 años ha admitido que se jugaba su reputación en este proyecto, «el mayor desafío al que ha tenido que hacer frente».

Esta operación, inédita por la dimensión y la naturaleza del barco naufragado desde el 13 de enero de 2012 junto a la isla del Giglio, ha necesitado de más de un año y medio de preparativos realizados por 500 profesionales de 26 nacionalidades y ha durado una veintena de horas desde las 7,00 GMT del lunes (las 9,00 hora española).

Dirigiéndose a Italia, que según los medios se jugaba su imagen en esta operación seguida en directo por 400 periodistas del mundo entero, el sudafricano ha dado las gracias a los equipos locales: «Sin los astilleros y todo el equipo que se ha entregado, no estaríamos aquí hoy», ha dicho, estimando que «pocos países del mundo podían haber abordado un proyecto así».

Un elogio que le ha devuelto el comisario del Gobierno encargado del proyecto y jefe de la Protección Civil italiana, Franco Gabrielli, felicitando a «personas de gran profesionalidad».

Los 11 magníficos

¿Cuáles? Diez hombres y una mujer, de nacionalidad británica, alemana, belga e italiana. ¿Sus especialidades? Dos pilotos de robots submarinos teledirigidos, ingenieros (en informática, hidráulica, electrónica) y una arquitecta.

Desde el principio, ellos han creído en esta técnica de rotación denominada «parbuckling», jamás realizada en una nave de estas dimensiones. Durante el proceso, cada uno ha permanecido con los ojos puestos sobre las pantallas del ordenador donde recibían las imágenes tomadas en superficie y bajo el agua, en una habitación de siete metros y medio por seis.

Iniciada con tres horas de retraso por el fuerte oleaje que rompía sobre la isla, la rotación tuvo que interrumpirse por la tarde durante una hora para una intervención de mantenimiento de unos cables que tiraban del barco, confiada a ocho técnicos alpinistas.

Durante el enderezamiento, el silencio total ha acompañado a las órdenes dadas por Nick Sloane y la supervisión de las más mínimas variaciones en los instrumentos de control.

Gracias a dos cables que conectaban la Pollux con el barco, los expertos activaban los gatos hidráulicos, abriendo o cerrando las válvulas sobre los cajones flotantes, o bien recibían información sobre la inclinación del buque.

«Fue como una orquesta, el clima era particularmente sereno, se percibía la concentración pero también un poco de fatiga», ha contado a los medios italianos una persona autorizada a entrar en la sala de control. Un centro de operación que el nuevo héroe del Giglio ha confesado querer remplazar por un jardín en el que «estaría bien hacer una barbacoa».


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