miércoles, 8 de enero de 2014

Jácome Ammer, cultura y color...

Las pinturas de Jácome Ammer ejemplifican el rompimiento con la influencia pictòrica europea sobre el arte latinoamericano, imperante desde la conquista y hasta mediados del siglo XX.-
El arte tan singular de este pintor brasileño, nacido en Natal, en el norte del Brasil, es un canto a la libertad y al amor de un hombre por su tierra.-
Su obra es parte del tesoro artìstico de esta America nuestra, de este arte subvalorado por la crítica europea y norteamericana hasta hace pocas décadas, pues se la consideraba una imitaciòn de las tendencias estéticas de Europa Occidental.  Durante mucho tiempo algunos crìticos calificaron de "hibrido" al arte local, como una fusiòn impura de las más diversas tradiciones (indìgenas, africanas, asiáticas, europeas), considerándola inferior a cada una de esas tradiciones en su versiòn más puro u original.  Curiosamente, hoy en dìa es esa misma "hibridez" la que recibe mayor atenciòn internacional, colocando a innumerables pintores latinoamericanos, entre los más famosos (y caros) del mundo.  Obviamente el eurocentrismo que ha caracterizado a la cultura occidental de los últimos cuatro siglos, se está reorientando, y el arte latinoamericano está recibiendo su justa valoraciòn, el reconocimiento legìtimo a su calidad y, sobre todo, a su representatividad de un mundo nuevo y de una nueva mirada de esta parte del planeta que tanto tiene para ofrecer al resto.-




Jácome es un retratista genial, alguien que capta el espìritu del retratado,  delineando con trazos de gran vigor y colorido las peripecias existenciales de sus personajes.-
Desde los indìgenas de su vastìsimo y rico país, hasta los más famosos localismos y costumbres for export,  es el hombre y la mujer brasileñas, el objeto y propòsito de sus pinturas.




Llenos de energia, los cuadros de Jácome agitan el alma del observador.  Colores brillantes y formas deslumbrantes que son las caracterìsticas del arte latinoamericano actual, canalizan el apasionamiento temperamental del  artista, su amor por la vida, trasmitiendo a sus lienzos la energìa de su pueblo y de su gente.



Sus escenas parecen rebanadas de la realidad, fragmentadas por el color y por bandas que lo atraviesan, permitiendo que las imágenes y los personajes se brinden al observador a traves de  varias perspectivas, como si se tratara de una cámara con varias lentes.
Un pais tan inmensamente rico como el Brasil, con una geografia tan diversa y polìcroma, no soporta una mirada ùnica, sino que ésta debe ser plástica y múltiple, como lo son sus orígenes, su historia de conquistas y conquistadores. En consecuencia directa, los colores deben ser brillantes, los turquesas, los amarillos, los ocres, azules y verdes estallan sobre la superficie de sus cuadros, con pinceladas fuertes que dejan rastros y señales a descifrar.




Este hombre simple y sencillo que es Jácome, tuvo un pincel en sus manos por primera vez, a los 13 años, y desde allí supo que su misiòn en la vida era pintar, formarse y capacitarse para dar lo mejor de sì. Alumno aventajado de la Academia de Bellas Artes de su ciudad, tres de sus cuadros sobre indìgenas brasileños, pasaron a formar parte del Salón de las Artes del Estado, en reconocimiento a su calidad pero tambien, al espìritu que alienta en ellos.


El pintor intenta retratar - y vaya si lo consigue!! - la belleza y la felicidad, su intenciòn es trasmitir buena energìa, alegrìa, el ánimo necesario para remontar los dìas.
"... la gente ya tiene tantos problemas, ven tantas desgracias que, cuando llegan a sus casas es importante tener algo que les motive la alegría".
Los primeros planos de rostros y personajes nos dan cabalmente la dimensiòn que para él tiene la gente y, segùn el contexto del color y escasa escenografìa de sus cuadros, nos acerca a diversos planos culturales, representados con lo que los identifica.  Asi vimos a los indìgenas, a las bahianas, a las hermosas mujeres brasileñas, al negro nordestino, a todos los que le rodean y que representan al pueblo brasileño en sus vidas cotidianas.-


En definitiva,  el arte de Jácome Ammer, capta el momento, el instante, pero no es en absoluto ajena a la belleza propia de la humanidad y de una regiòn.  Los nativos y los niños, las mujeres y los hombres, los colores y los trazos tienen tal vigor que logran emocionarnos por su enorme dramatismo y vitalidad. 
Si bien su estilo es el de fragmentar la realidad,  nos deja la clarísima impresiòn de que, observando sus cuadros, estamos frente a una totalidad que trasciende y eleva a su gente a una categorìa que no tiene más razgos ni distinciòn, que la de la propia y unìvoca Humanidad.





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