La reina del soul presentó anoche en Nueva York su nuevo disco de versiones de divas de la canción y habló de su vida, su inspiración y el secreto de una carrera de más de 50 años
Un icono también tiene sus propios iconos. Aunque para Aretha Franklin, como dijo el periodista Anthony DeCurtis al llamarla al escenario, habría que inventar otra palabra porque lo de icono se le queda pequeño, la reina del soul habló anoche en Nueva York de los suyos: “Los cantantes, la gente que puede cantar”. “Mi mentora fue Clara Ward –leyenda del góspel–. Por supuesto, Mahalia Jackson, Etta James, George Benson, Stevie Wonder… Cantantes de verdad”, dijo al inicio de la velada.
Entró en el escenario del 92Y de Nueva York ante una audiencia en pie que siguió aplaudiendo durante más de hora y media de charla cada frase que decía. “La artista más grande de todos los tiempos”, como la llamó la revista Rolling Stone, presentaba anoche su último disco, Aretha Franklin Sings the Great Diva Classics (a la venta en vinilo desde el 30 de septiembre, en CD a partir del 21 de octubre) de la mano de su viejo amigo y productor, actual jefe creativo de Sony Music Entertainment, Clive Davis, quien revitalizó su carrera en los ochenta. “Nos conocimos en 1979 cuando Aretha ya era la reina del soul”, recordaba Davis, que también ya era el hombre con los oídos de oro, el legendario productor entre cuyas firmas han estado Janis Joplin, Springsteen, Santana, Aerosmith, Whitney Houston o Alicia Keys. “Y aquí estamos 35 años después con un nuevo álbum muy especial”.
Davis seleccionó 10 canciones y 10 divas. Y Franklin aceptó todas. “Somos compatibles musical e intelectualmente. Estamos siempre de acuerdo”, dijo de su larga relación profesional. En el disco, la reina versiona desde At Last, de Etta James, a Nothing Compares 2 U, de Sinéad O’Connor, que se pudieron escuchar anoche por primera vez. Pasando por Barbra Streisand, The Supremes o Alicia Keys, y el que fue el primer single desvelado, Rolling In The Deep, de Adele. Franklin lo cantó el lunes en directo en El show de David Lettermany en menos de dos días en YouTube lleva casi dos millones de escuchas. “Además de la artista maravillosa que es, [Adele] es una compositora muy buena. Muy fuerte y profunda”, explicó sobre la elección.
Sam Cooke, uno de sus mentores, primeros ídolos e impulsor de su carrera, le dijo una vez: “Si la gente puede cantar contigo, probablemente sea un éxito”. De las primeras veces que Franklin escuchó Rolling in The Deep fue a través de los gritos de un grupo de adolescentes que se la sabían a la perfección. Así se reconocen las canciones que pasan a la historia y así han escogido las 10 que componen este álbum.
En realidad, más de 10, puesto que en ocasiones han mezclado temas. En los coros de Rolling in The Deep, por ejemplo, se oye el estribillo de Ain’t No Mountain High Enough, la canción de Marvin Gaye y Tammi Tarrell, escrita por Valerie Simpson que anoche estaba entre el público.
De Simpson y Ashford, su marido, era también la letra de I’m Every Woman, cantada por Chaka Khan en 1978 y que Franklin versiona en este álbum mezclada con uno de los títulos que marcaron su carrera: Respect. “Me encantaba la versión original de Otis Redding”, recordaba anoche entre aplausos. “Redding vino un día a casa y le dije que quería grabarla”. Lo hizo en su piano, pegado a la ventana “para no perder detalle de lo que pasaba fuera”, y se rieron. “Fue muy grande en su momento”. Y tanto. Su versión de 1967 con el Sock it to me de fondo que Franklin sacó de su barrio, no sólo fue una de las canciones más importantes de su carrera, también un himno de la lucha de los derechos civiles.
Más de 40 años después, también puso su voz única a un acontecimiento histórico en esa lucha: la toma de posesión de Obama en 2009, en la que cantó My Country ‘Tis of Thee, es para Aretha Franklin el momento más emocionante de su vida. “Era historia, el primer presidente negro”, reconocía anoche.
Aunque quien cambió su vida fue su padre –una vida que, por cierto, si la llevaran al cine, le gustaría que la interpretara “Jennifer Hudson o Aura McDonald”–. “Fue quien reconoció enseguida que tenía voz y supo que debía cantar”, recordó. Con él, pastor de su iglesia, empezó a cantar con el coro. “Recorrimos el país por iglesias y auditorios; los fines de semana podía ganar 50 dólares que me gastaba en patines, muchas hamburguesas…”. Para Franklin, la iglesia, “además de ser un factor espiritual, inspirador” fue su campo de entrenamiento. “Si de sus coros han salido tan buenas voces, es por la exposición que tenemos desde muy jóvenes”, decía anoche poco después de que sonara la versión de I Will Survive, de Gloria Gaynor que canta en el nuevo disco.
Un tema apropiado para una superviviente como ella. Como la llamó Clive Davis “una leyenda que vivirá para siempre” y que, a sus 72, recién recuperada de una enfermedad que la mantuvo alejada el año pasado, sigue viviendo por y para “la música bien escrita y bien estructurada”. “El amor a la música”, dijo Franklin una y otra vez es el secreto de una carrera de más de 50 años. “He amado la buena música, amo la buena música y la amaré”.
IRENE CRESPO Nueva York
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