jueves, 4 de julio de 2013

André Bretón: Guerra

Miro a la Bestia mientras se lame
Para confundirse mejor con todo lo que la rodea
Sus ojos color de marejada
De improviso son la charca atrayendo hacia sí la ropa sucia de los desperdicios
La que detiene siempre al hombre
La charca con su pequeña plaza de la Opera en la tripa
Porque la fosforescencia es la llave de los ojos de la Bestia
Que se lame
Y su lengua arrojada no se sabe de antemano nunca hacia donde
Es un cruce de hogueras
Desde abajo contemplo su palacio
Hecho con lámparas en bolsasY bajo la bóveda azul de rey
De arcos desdorados en perspectiva uno con otro
Mientras corre el soplo hecho con la generalización al infinito de aquel de esos miserables
el torso desnudo que actúan sobre la plaza pública tragando antorcha de petróleo en una
agria lluvia de monedas
Las pústulas de la bestia resplandecen de estos hecatombes de jóvenes con los cuales se
ceba la Cifra
Los flancos protegidos por las relucientes escamas que son los ejércitos
Abombados de los cuales cada uno gira perfectamente sobre su bisagra
Aunque ellas dependan unas de otras no menos que los gallos que se insultan al amanecer de estiércol a estiércol
Se toca al defecto de la conciencia sin embargo algunos
persisten en sostener que el día va a nacer
La puerta quise decir la Bestia se está lamiendo bajo el ala
Y se ve ¿será de reírse? convulsionarse granujas en el fondo de una taberna
Este espejismo con el cual se había hecho la bondad se razona
Es un yacimiento de mercurio
Quizás se podría beber a lengüetadas de una sola vez
Creí que la bestia se volvía hacia mí volví a ver la suciedad del relámpago
Qué blanca es en sus membranas en lo perfilado de sus bosques de abedules donde se
organiza el acecho
En las jarcias de sus navíos en la proa desde donde se zambulle una mujer que las fatigas
del amor han adornado con una máscara verde
Falsa alerta la Bestia guarda sus garras en corona eréctil alrededor de los pechos
Intento no tambalearme demasiado cuando mueve la cola
Que es a la vez la carroza biselada y el latigazo
En el olor sofocante de la cicindela
Desde su litera sucia de sangre negra y oro hacia la luna afila uno de sus cuernos con el
árbol entusiasta del perjuicio
Acurrucándose con languideces espantosas
Halagada
La Bestia lame su sexo no dije nada


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