El Tribunal Internacional de Justicia, recibió oficialmente la denuncia de Australia contra el gobierno de Japón, acusándolo de comercializar carne de ballena, y dar falso testimonio que la cacería de los cetáceos es con fines estrictamente científicos.
“Diferimos en un solo extremo, la caza de ballenas, para la que pedimos una definición exacta de lo que constituye un interés científico. Porque Japón ejerce una actividad comercial enmascarada. Pero atesoramos nuestra buena sintonía”, afirmó un comunicado de la delegación de Canberra, recordando que Japón es uno de los principales socios de Australia en materia comercial.
Japón, Noruega e Islandia, los cazadores “científicos”
Si bien la defensa de las ballenas a escala internacional se remonta a 1972, cuando la Conferencia de las Naciones Unidas, aprobó una moratoria para que durante diez años no se cazaran ballenas, ante la amenaza de extinción, el artículo VIII de la convención firmada reconocía la posibilidad de hacerlo con fines científicos.
Según la Comisión Ballenera, unos 1.600 ejemplares son cazados al año a pesar de moratoria comercial y más de 33.000 ejemplares han perecido en el mundo a manos de los arpones balleneros. Entre 2008 y 2009, Japón capturó 1.004 cetáceos, 681 en aguas de la Antártida, a lo que se suman capturas “científicas” de Islandia y Noruega.
El caso puede tardar años en resolverse ante el Tribunal Internacional, pero la decisión a que lleguen, contribuirá a sentar las bases jurídicas para regular de una vez, y sin fisuras, la caza mundial de ballenas, entienden los juristas.
“Diferimos en un solo extremo, la caza de ballenas, para la que pedimos una definición exacta de lo que constituye un interés científico. Porque Japón ejerce una actividad comercial enmascarada. Pero atesoramos nuestra buena sintonía”, afirmó un comunicado de la delegación de Canberra, recordando que Japón es uno de los principales socios de Australia en materia comercial.
Japón, Noruega e Islandia, los cazadores “científicos”
Si bien la defensa de las ballenas a escala internacional se remonta a 1972, cuando la Conferencia de las Naciones Unidas, aprobó una moratoria para que durante diez años no se cazaran ballenas, ante la amenaza de extinción, el artículo VIII de la convención firmada reconocía la posibilidad de hacerlo con fines científicos.
Según la Comisión Ballenera, unos 1.600 ejemplares son cazados al año a pesar de moratoria comercial y más de 33.000 ejemplares han perecido en el mundo a manos de los arpones balleneros. Entre 2008 y 2009, Japón capturó 1.004 cetáceos, 681 en aguas de la Antártida, a lo que se suman capturas “científicas” de Islandia y Noruega.
El caso puede tardar años en resolverse ante el Tribunal Internacional, pero la decisión a que lleguen, contribuirá a sentar las bases jurídicas para regular de una vez, y sin fisuras, la caza mundial de ballenas, entienden los juristas.
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