ANA TERUEL París 12 JUL 2013
Hace dos años, Catherine Hutin-Bay, hija y heredera de Jacqueline, la última esposa de Pablo Picasso, descubrió que le habían robado sin que se diera cuenta cuatro dibujos del famoso pintor malagueño, con el que vivió hasta su muerte. Revisando su inventario, se percató de que en total habían desaparecido de su mansión parisiense más de 400 obras: 407 exactamente, entre dibujos, litografías y catálogos, un conjunto valorado en entre uno y dos millones de euros, según denuncia en una entrevista publicada este viernes por el magacín del diario Le Parisien. La investigación todavía en curso apunta una trama que también se habría hecho con más de 260 estampas en casa de la hija del marchante de arte Aimé Maegh.
Hutin-Bay, heredera de cientos de obras de Picasso a la muerte de su madre en 1986, poco amiga de los focos y quien siempre pide que ponga “colección privada” en los letreros de las obras que presta para exposiciones, cree que los robos se remontan a 2005 y llegan hasta 2007, aunque no los descubrió hasta 2011.
Entonces la Picasso Administration, gestora de los derechos de los herederos del pintor, se puso en contacto con ella porque una gran galería vendía cuatro dibujos de Picasso y quería verificar su origen. Hutin-Bay comprobó a continuación en su inventario que eran suyos y fue entonces cuando se percató de su ausencia. “Quise verificar que las obras seguían allí, colocadas en el clasificador, bajo papel no ácido: ¡ya no estaban!”, cuenta en la entrevista.
Partiendo de esas cuatro obras -“había una pequeña acuarela de los años veinte, nada extraordinario”, relata al semanario el galerista que puso en venta la obra y que mantiene el anonimato- los investigadores descubren una verdadera filial organizada de la cual habría sido víctima también otra heredera, Sylvie Baltazart-Eon, de 58 años, hija deAimé Maeght, y amiga (y entonces vecina) de Hutin Blay. De casa de Baltazart-Eon fueron robadas más de 260 estampas de grandes maestros como Miró, Kandinsky, Antoni Tapies, valoradas en total entre 700.000 y 1,2 millón de euros, y esculturas de Giacometti y Eduardo Chillida.
La investigación apunta como autor de los hurtos a Freddy Munchenbach, un trabajador que realizaba obras en casa de Baltazart-Eon y que el sumario califica incluso de “hombre de confianza” de la heredera Maegh. Este realizó también trabajos en el jardín de Hutin-Blay. La policía llegó a él después de descubrir una litografía de Miró y un grabado de Francis Bacon, propiedad de la hija de Maegh y con un valor estimado de entre 3.000 y 50.000 euros, en casa de uno de los electricistas de su equipo, a quien se las regaló. Detenido este mes de enero, Munchenbach admitió haber robado cientos de obras entre 2007 y 2009.
El empleado pasaba luego la mercancía a Toni Celano, un galerista italiano de 55 años, detenido también en enero y extraditado a Francia. Este servía a su vez de intermediario con la galerista Anne Pfeffer, de 71 años. En su galería parisiense, Belle et Belle, la brigada encargada del caso encontró en marzo de 2012 unas cincuenta estampas de Picasso de procedencia sospechosa y seis grabados de Miró robados a Baltazart-Eon. A pesar de ordenar el cierre del local a la espera del fin de la investigación, los investigadores descubrieron este mes de mayo otro grabado de Miró perteneciente a la heredera Maeght, esta vez en el sótano de casa de los Pfeffer, y comprobaron que la mujer seguía trabajando en un estudio cercano a la galería.
“La gente que hizo esto son criminales. Han manipulado las obras, borrado números de inventario… ¡es escandaloso!”, relata Hutin-Blay en el semanario. “¡Todo esto es extremadamente doloroso! Me conmociona hasta un punto inimaginable. Y no por las repercusiones económicas que pudiera tener… desde la edad de 4 años, he vivido con Pablo.” De momento, ha logrado recuperar 22 obras, pero su gran miedo es que “muchas obras hayan salido al extranjero”.
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