Gerardo Lissardy
BBC Mundo, Brasil
Alexandre Freitas está frente al monumental escenario con una cruz en la playa Copacabana de Río de Janeiro erigido para recibir al papa Francisco y, de pronto, repara en el volumen de la música que sale por los altavoces.
"En Río de Janeiro tenemos un límite de decibeles y ellos no lo están respetando", comenta este abogado de 30 años. "Si tú haces una fiesta ahora con ese volumen tendrás un policía en la puerta reclamando".
Definitivamente, estos no son días fáciles para Freitas: su ciudad se ha transformado en el epicentro mundial del catolicismo con la visita del pontífice y de cientos de miles de jóvenes católicos… Pero él es ateo militante.
"Invasión"En una ciudad como Río, que ya tiene como uno de sus principales íconos la estatua del Cristo de Corcovado, los símbolos religiosos se han multiplicado con el desarrollo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) católica.
Además del escenario en Copacabana donde estará el papa este jueves, la figura de Francisco se ha vuelto omnipresente a través de fotos, en kioscos y hasta en esculturas en la arena.
En la Quinta de Boa Vista, un parque municipal, se instalaron confesionarios para atender a peregrinos. En el Metro y la turística zona sur pueden verse por todos lados grupos de jóvenes locales y extranjeros con la colorida indumentaria de la JMJ, a menudo cantándole a Jesús o al Papa, exultantes.
Freitas sostiene que esto es una "invasión" indebida de espacios públicos con fines religiosos.
Si hubiesen limitado este evento a la concesión de un espacio por el poder público a la Iglesia católica, no tendría problema", sostiene. "Pero, como genera votos, los políticos no quieren chocar con los pedidos de los religiosos".
"Desbautismo colectivo"
Freitas es miembro de Atea, una asociación brasileña de ateos y agnósticos que fue una de las organizadoras de una protesta contra el uso de fondos públicos en eventos religiosos realizada el lunes, día de la llegada del papa a Río.
En la manifestación, que atrajo a cientos de personas por ese y otros reclamos, los miembros de Atea llevaron secadores de cabello para llevar a cabo lo que definieron como un "desbautismo colectivo".
Freitas fue uno de los que participó: de chico fue bautizado por partida doble como católico y protestante.
Explica que a los 13 años, cuando asistía a un colegio religioso, comenzó a cuestionar gradualmente la existencia de un Dios, después de leer la Biblia y encontrarla un libro "absurdo".
Los especialistas creen que personas como Freitas son parte de un fenómeno nuevo en Brasil en materia religiosa.
El país cuenta con 740.000 ateos y agnósticos, según el último censo de 2010.
Se trata una cifra ínfima: 0,4% en una nación que tiene 190 millones de habitantes, incluidos unos 123 millones de católicos, más que cualquier otra en el mundo.
Sin embargo, hay quienes argumentan que la cantidad de ateos y agnósticos brasileños es mayor, ya que muchos fueron contabilizados en el censo apenas como "sin religión". Esta categoría agrupa al 8% de la población, un salto respecto al 0,8% registrado en 1970.
"La categoría 'sin religión' junta a ateos con los que no tienen identificación religiosa", explica Eloísa Martín, antropóloga social y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
En su opinión, el aumento de los ateos es una de las señas de "pérdida de importancia de la identidad católica como seña de identidad" en Brasil y América Latina en general.
"Hay un espacio de mayor legitimidad para los que no se dicen católicos", sostiene Martín en diálogo con BBC Mundo.
"Con renuencia"
Freitas afirma que "los ateos están comenzando a salir del armario".
"Antes las personas no eran tan proactivas: veían los abusos que la religión comete (…) y quedaban calladas. Hoy los ateos no se conforman con eso", añade.
Atea tiene cerca de 9.000 miembros y realiza una campaña activa en las redes sociales cuestionando a las iglesias y su relación con el poder público, con la ironía como arma.
Cuando le piden una opinión sobre el papa Francisco, que ha entusiasmado a muchos católicos y hasta no católicos con su prédica a favor de una Iglesia humilde que atienda a los pobres, Freitas dice que lo ve "con renuencia".
"Todavía no tuvo tiempo de hablar demasiadas tonterías", comenta. Y recuerda que en mayo el pontífice dijo que Dios redime a los ateos, pero luego El Vaticano aclaró que quienes se niegan a entrar o permanecer en la Iglesia no pueden salvarse
También comenta que, debido a que el Papa pasará por su barrio carioca de Tijuca para visitar un hospital, varias calles han sido cerradas y él no sabe cómo podrá conducir de regreso a casa.
Al enterarse que el pontífice argentino acaba de anunciar que en 2017 volverá a Brasil, Freitas sonríe incrédulo y comenta: "Le ha gustado, ¿eh?".
"Sin religión"
BBC Mundo, Brasil
Alexandre Freitas está frente al monumental escenario con una cruz en la playa Copacabana de Río de Janeiro erigido para recibir al papa Francisco y, de pronto, repara en el volumen de la música que sale por los altavoces.
"En Río de Janeiro tenemos un límite de decibeles y ellos no lo están respetando", comenta este abogado de 30 años. "Si tú haces una fiesta ahora con ese volumen tendrás un policía en la puerta reclamando".
Definitivamente, estos no son días fáciles para Freitas: su ciudad se ha transformado en el epicentro mundial del catolicismo con la visita del pontífice y de cientos de miles de jóvenes católicos… Pero él es ateo militante.
"Invasión"En una ciudad como Río, que ya tiene como uno de sus principales íconos la estatua del Cristo de Corcovado, los símbolos religiosos se han multiplicado con el desarrollo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) católica.
Además del escenario en Copacabana donde estará el papa este jueves, la figura de Francisco se ha vuelto omnipresente a través de fotos, en kioscos y hasta en esculturas en la arena.
En la Quinta de Boa Vista, un parque municipal, se instalaron confesionarios para atender a peregrinos. En el Metro y la turística zona sur pueden verse por todos lados grupos de jóvenes locales y extranjeros con la colorida indumentaria de la JMJ, a menudo cantándole a Jesús o al Papa, exultantes.
Freitas sostiene que esto es una "invasión" indebida de espacios públicos con fines religiosos.
Si hubiesen limitado este evento a la concesión de un espacio por el poder público a la Iglesia católica, no tendría problema", sostiene. "Pero, como genera votos, los políticos no quieren chocar con los pedidos de los religiosos".
"Desbautismo colectivo"
Freitas es miembro de Atea, una asociación brasileña de ateos y agnósticos que fue una de las organizadoras de una protesta contra el uso de fondos públicos en eventos religiosos realizada el lunes, día de la llegada del papa a Río.
En la manifestación, que atrajo a cientos de personas por ese y otros reclamos, los miembros de Atea llevaron secadores de cabello para llevar a cabo lo que definieron como un "desbautismo colectivo".
Freitas fue uno de los que participó: de chico fue bautizado por partida doble como católico y protestante.
Explica que a los 13 años, cuando asistía a un colegio religioso, comenzó a cuestionar gradualmente la existencia de un Dios, después de leer la Biblia y encontrarla un libro "absurdo".
Los especialistas creen que personas como Freitas son parte de un fenómeno nuevo en Brasil en materia religiosa.
El país cuenta con 740.000 ateos y agnósticos, según el último censo de 2010.
Se trata una cifra ínfima: 0,4% en una nación que tiene 190 millones de habitantes, incluidos unos 123 millones de católicos, más que cualquier otra en el mundo.
Sin embargo, hay quienes argumentan que la cantidad de ateos y agnósticos brasileños es mayor, ya que muchos fueron contabilizados en el censo apenas como "sin religión". Esta categoría agrupa al 8% de la población, un salto respecto al 0,8% registrado en 1970.
"La categoría 'sin religión' junta a ateos con los que no tienen identificación religiosa", explica Eloísa Martín, antropóloga social y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
En su opinión, el aumento de los ateos es una de las señas de "pérdida de importancia de la identidad católica como seña de identidad" en Brasil y América Latina en general.
"Hay un espacio de mayor legitimidad para los que no se dicen católicos", sostiene Martín en diálogo con BBC Mundo.
"Con renuencia"
Freitas afirma que "los ateos están comenzando a salir del armario".
"Antes las personas no eran tan proactivas: veían los abusos que la religión comete (…) y quedaban calladas. Hoy los ateos no se conforman con eso", añade.
Atea tiene cerca de 9.000 miembros y realiza una campaña activa en las redes sociales cuestionando a las iglesias y su relación con el poder público, con la ironía como arma.
Cuando le piden una opinión sobre el papa Francisco, que ha entusiasmado a muchos católicos y hasta no católicos con su prédica a favor de una Iglesia humilde que atienda a los pobres, Freitas dice que lo ve "con renuencia".
"Todavía no tuvo tiempo de hablar demasiadas tonterías", comenta. Y recuerda que en mayo el pontífice dijo que Dios redime a los ateos, pero luego El Vaticano aclaró que quienes se niegan a entrar o permanecer en la Iglesia no pueden salvarse
También comenta que, debido a que el Papa pasará por su barrio carioca de Tijuca para visitar un hospital, varias calles han sido cerradas y él no sabe cómo podrá conducir de regreso a casa.
Al enterarse que el pontífice argentino acaba de anunciar que en 2017 volverá a Brasil, Freitas sonríe incrédulo y comenta: "Le ha gustado, ¿eh?".
"Sin religión"
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