¿Hace al hombre feliz la lectura? ¿Hace al hombre feliz la televisión? ¿Qué se busca cuando uno se sumerge en la lectura? ¿Qué se busca ante la televisión? Vienen las sabias frases de Péguy a la memoria:
“Lectores; lectores puros, que leen por leer, no para instruirse, no para trabajar; puros lectores, como para la comedia y para la tragedia hacen falta puros espectadores, como para la escultura hacen falta puros espectadores, que de una parte sepan leer y de otra parte quieran leer, que, en fin, únicamente lean, y lean todo únicamente; hombres que miren una obra unánimemente para verla y para recibirla, (…) para alimentarse, para nutrirse como de un alimento precioso, para hacerse creer, para hacerse valer interiormente, orgánicamente, no para trabajar con ni para hacerse valer socialmente, en este siglo; hombres en fin que sepan leer, ¿y qué es leer?, es entrar dentro; entrar en la lectura de una obra, entrar en una vida, en la contemplación de una vida, con amistad, con fidelidad, incluso con una especie de complacencia indispensable, no solamente con simpatía sino con amor; es lo que hace falta para entrar como en la fuente de la obra; y literalmente colaborar con el autor; no hay que recibir la obra pasivamente; la lectura es el acto común, la operación común del que lee y de lo leído, de la obra y del lector, del libro y del lector, del autor y del lector; como el espectáculo es el acto común, la operación común de la obra dramática y del espectador, del autor dramático y del espectador.” (“Dialogue de l´histoire et de l´âme païenne“.-(La Pléiade,1961)
Los ojos de otros siglos asomados a la lectura de los libros, los ojos de este siglo asomados a la pantalla del televisor. ¿Leer por leer, como decía Péguy? ¿Mirar por mirar, como suele hacerse hoy ante la televisión? “El zapping – ha recordadoArmando Petrucci (“Leer por leer. un porvenir para la lectura” en “Historia de la lectura” de Roger Chartier (Taurus) – es un instrumento individual de consumo y de creación audiovisual absolutamente nuevo. Esta práctica mediática, cada vez más difundida, supone exactamente lo contrario de la lectura entendida en sentido tradicional, lineal y progresiva; mientras que está muy cercana a la lectura en diagonal, interrumpida, a veces rápida y a veces lenta, como es la de los lectores desculturizados. Por otra parte, es verdad que el telespectador creativo es en general también capaz de seguir, sin perder el hilo de la historia, los grandes y largos enredos de las telenovelas, que son las nuevas compilaciones épicas de nuestro tiempo, síntesis enciclopédicas de la vida consumista, cada una de ellas puede corresponder a una novela de mil páginas o a los grandes poemas del pasado de doce o más libros cada uno”.
(Me viene a la memoria todo esto cuando leo un informe de Springer Science + Business Media en el que se dice que el consumo de televisión es un 30% superior en las personas infelices y que las personas que no están contentas en su matrimonio emplean más tiempo delante del televisor, un 10% por encima del consumo de aquellas personas felices)
¿Hace más feliz la lectura? ¿Hace más feliz la televisión?
¿O la felicidad se lleva dentro?
(foto: Desiree Dolron.-Michael Hoppen Contemporary)
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