La World Food Prize Foundation debió ratificar la elección de Monsanto como merecedora del reconocimiento luego de la dura condena realizada por los galardonados con el Premio Nóbel Alternativo y los miembros del Consejo para el Futuro Mundial. Critican que se otorgue tal distinción a científicos y ejecutivos de empresas dedicadas a la producción de transgénicos.
El presidente de la World Food Prize Foundation, Kenneth Quinn, se vio obligado a responder públicamente a las críticas recibidas tras anunciar que Monsanto es una de las ganadoras del Premio Mundial de la Alimentación este año. El pasado 19 de junio se conoció que tres ejecutivos de empresas, incluyendo al vicepresidente ejecutivo y director de tecnología de Monsanto, Robert Fraley, son los galardonados de 2013. Inmediatamente, científicos y activistas de todo el mundo expresaron su conmoción frente a la selección de los ganadores.
Los destinatarios del premio Right Livelihood Award (también conocido como “Premio Nóbel Alternativo”) y los miembros del World Future Council (Consejo para el Futuro Mundial) condenaron la selección de científicos y ejecutivos de compañías dedicadas a la producción de transgénicos como ganadores del Premio Mundial de la Alimentación.
La experta en cuestiones de alimentación Vandana Shiva (RLA 1993), de la India, dijo: “los transgénicos no sólo son inseguros, también están destruyendo la biodiversidad, aumentando la dependencia de los agricultores a semillas y productos químicos y conduciendo a la aparición de super plagas y super malezas. Son una receta para la inseguridad alimentaria y la insustentabilidad”.
Con la concesión del premio a empresas como Monsanto y Syngenta, el jurado promueve la concentración del poder en manos de unas pocas multinacionales e ignora la evidencia mundial que ha demostrado que la agricultura ecológica puede mejorar la productividad y beneficiar a los suelos y la biodiversidad, sin obligar a los agricultores a comprar las semillas y productos químicos costosos.
El referente latinoamericano de la organización internacional Grain (RLA 2011), Carlos Vicente, agregó: “en el Cono Sur vivimos cotidianamente la catástrofe socioambiental que significan el avance de los transgénicos desplazando comunidades, destruyendo nuestros últimos bosques y matando y contaminando con las fumigaciones masivas, a los que están indisolublemente ligados. El premio otorgado es una provocación a nuestros pueblos. De cualquier manera no es sorprendente que este premio creado por el padre de la Revolución Verde, Norman Bourlag sea otorgado a los continuadores de este modelo. Los depredadores se premian a si mismos”.
Kenneth Quinn contestó a sus detractores diciendo que “Al otorgar el Premio Mundial de la Alimentación a quienes descubrieron métodos que permiten la generación de cultivos genéticamente modificados, entendíamos que recibiríamos críticas y quedaríamos envueltos en controversias con aquellos que se oponen fuertemente a ese tipo de cultivos”. La respuesta, publicada en un artículo de Environment News Service (ENS), continúa: “Nuestro comité eligió a los premiados de 2013 porque aumentó la evidencia acerca de que la biotecnología, por su significativo impacto, sí cumple nuestro criterio de premiación”. La afirmación de Quinn responde a uno de los cuestionamientos que le han realizado, ya que el World Food Prize aseguraenfatizar “la importancia de la provisión de alimentos nutritivos y sustentables”.
La condena a la decisión tomada este año por el jurado del Premio Mundial de la Alimentación fue publicada originalmente en el Huffington Post. Allí, 81 laureados con el Premio Nóbel Alternativo y los miembros del Consejo para el Futuro Mundial afirman que la decisión envía una muy mala señal para el futuro de la seguridad alimentaria y la agricultura, al privilegiar desarrollos tecnológicos que, aplicando la titularidad de patentes multinacionales, buscan establecer un modelo de agricultura que socava la sustentabilidad y la democracia.
Aseguran que “La elección del Premio Mundial de la Alimentación 2013 es una afrenta al creciente consenso internacional sobre prácticas agrícolas seguras y ecológicas que han sido probadas científicamente para promover la nutrición y la sustentabilidad. Muchos gobiernos han rechazado los OGM (organismos genéticamente modificados) y más de dos millones de ciudadanos de 52 países marcharon recientemente en oposición a los OGM. En las democracias vivas, ignorar estos conocimientos y estas voces no es algo aceptable”.
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